Muy buenas tardes, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador. Es una bendición para mí estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para esta ocasión leemos un pasaje de la Escritura: en San Juan, capítulo 12, versos 23 en adelante (23 al 26), donde dice:
“Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”.
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Encontramos que hay dos eventos muy importantes para la raza humana en el Programa Divino, y esos dos eventos están divididos por un lapso de tiempo: la Venida del Mesías, la Venida del Señor.
La Venida del Señor o la Venida del Mesías, que es la Venida del Ángel del Pacto, el que le dio el Pacto al pueblo hebreo en el monte Sinaí luego de haberlos libertado por medio del profeta Moisés… Es ese Ángel del Pacto el único que puede dar un pacto al pueblo; es por medio del Ángel del Pacto, que ya sabemos que es Cristo en Su cuerpo angelical, que es el Espíritu Santo, que es el Varón vestido de lino blanco allá en Ezequiel, capítulo 9, con el tintero de escribano en Su cintura, para sellar en la frente a los elegidos, o sea, sellarlos con el bautismo del Espíritu Santo.
Y ahora, encontramos que ese Ángel del Pacto, que es el cuerpo angelical de Dios…, misterio que en otros tiempos no estaba abierto completamente, pero que en nuestro tiempo ha sido totalmente abierto.
Y ahora, lo que nos dice San Pablo en Colosenses, capítulo 2, versos 2 al 3, está llevándose a cabo…, o sea, está en forma progresiva en medio de los escogidos en este tiempo final; dice:
“… para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,
en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”.
El misterio de Dios el Padre, y de Cristo, es el misterio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; como el misterio del ser humano es el misterio del ser humano como alma viviente con un cuerpo espiritual y un cuerpo físico.
Ese es el misterio del hombre, del ser humano: alma, espíritu y cuerpo. Y el misterio de Dios es: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Y en Cristo Jesús moró la plenitud de Dios; o sea, ahí estaba el misterio de Dios en carne humana en medio del pueblo. Por eso Cristo decía: “El Padre y yo una cosa somos”[1]; y también decía: “El Padre obra, y yo obro”[2]; también decía: “Yo no hablo nada de mí mismo, sino que como yo escucho al Padre hablar, así yo hablo”[3]; y dice: “El Padre mayor es que yo”[4]. Él decía que las obras que Él hacía no las hacía de Sí mismo, sino que el Padre que moraba en Él era el que hacía las obras.
Para entender ese misterio de Dios el Padre en Jesús, es muy fácil, si conocemos lo que es el ser humano: alma viviente con un cuerpo espiritual y un cuerpo físico.
Y ahora, cuando usted hace alguna cosa con sus manos, aquí en la Tierra, las personas que lo ven dicen: “Fulano de tal hizo esa obra, ese trabajo”; pero usted dice: “Fui yo, que soy alma viviente”. Es el alma el que hizo ese trabajo usando su cuerpo espiritual, su espíritu. A través de su espíritu usted obró por medio del cuerpo físico para llevar a cabo una labor, una obra aquí en la Tierra. Si sale su alma y su espíritu del cuerpo, ese cuerpo no puede hacer ninguna obra.
Y ahora, las obras que usted hace, las hace a través de su espíritu usando el velo de carne que usted tiene; y así obraba Dios a través de Jesús. Pero antes, pues obraba Dios por medio de Su Espíritu a través de los diferentes profetas; y antes de tener seres humanos en la Tierra, pues obraba directamente por medio de Su cuerpo angelical, porque no había velos de carne a través de los cuales obrar.
Y por medio de ese velo angelical, cuerpo angelical…, que es el Verbo, que era con Dios y era Dios, y creó todas las cosas por medio de Él. Vean, Dios creó los Cielos y la Tierra, Dios habló por medio del Ángel del Pacto todas las cosas a creación; y sin Él, nada de lo que fue hecho ha sido hecho[5]. O sea que Dios ha obrado por medio de Su Ángel, el Ángel del Pacto, todas las cosas; luego lo encontramos obrando a través de los diferentes velos de carne, profetas de Dios.
Y ahora, ese es un misterio muy grande. Podemos leer en Zacarías, capítulo 7, versos 11 al 12, donde Dios dice que habló por medio de los profetas al pueblo; por medio de Su Espíritu envió la Palabra a través de los profetas.
Hasta que es hablada la Palabra de Dios a través de un profeta, no es la Palabra todavía para el pueblo, no es la Palabra de Dios; pero cuando ya es hablada por el profeta correspondiente, a través del cual Dios quiso hablar, ya eso es la Palabra de Dios. Por eso es que tenemos aquí la Palabra de Dios, lo que ha sido hablado por medio de hombres de Dios.
Y ahora, encontramos que la Palabra que ha sido hablada por Dios, Dios vigila por esa Palabra para ponerla por obra. En Jeremías, capítulo 1, versos… (vamos a ver, para que lo tengan claro, cuál es el versículo) versos 11 al 12, nos dice:
“La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro.
Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra”.
Y ahora vean, Dios apresura Su Palabra para ponerla por obra. Cuando llega el tiempo para cumplirse lo que Dios ha prometido, Dios se mueve a la escena y obra, actúa. ¿Y cómo Dios actúa? Conforme a Su Palabra, conforme al Programa Divino correspondiente al tiempo en que Dios se mueve a la escena.
Usted no puede orar a Dios para pedirle algo que era para el tiempo de Noé o el tiempo de Moisés; usted tiene que saber pedir conforme a la Palabra de Dios, tiene que saber pedir conforme al tiempo en que usted está viviendo.
Conforme al tiempo en que usted está viviendo Dios ha hablado Palabra a través de Sus diferentes profetas del Antiguo Testamento, y también a través de los apóstoles y de los siete ángeles mensajeros; y sobre todo (de los siete mensajeros), San Pablo (primer mensajero de la [primera] edad de la Iglesia entre los gentiles) y el reverendo William Branham.
Aunque también por medio de uno de los mensajeros dijo que “el Señor vendrá cuando haya entrado hasta el último de los miembros de la Iglesia”; pero eso también lo habló el reverendo William Branham.
Y así por el estilo encontramos que tenemos Palabra del Nuevo Pacto, del Nuevo Testamento, a través de Cristo y Sus apóstoles, y de San Pablo y el reverendo William Branham. Esa es Palabra de Dios, y por consiguiente tiene que hacerse una realidad para el tiempo que corresponde esa Palabra.
Por ejemplo, de edad en edad ha venido la Palabra revelada: le es revelada, dada la Palabra al mensajero de cada edad; ese mensajero capta esa Palabra y la proclama; comienza a proclamarla a medida que le va siendo dada. ¿Ve? Es una labor progresiva. Y comienza a llevarse a cabo la Obra de Dios para esa edad, y comienzan personas a escuchar también. Dios despierta el espíritu del mensajero y de las personas, y se unen a ese mensajero; y no pueden explicar por qué, quizás, pero pueden decir: “Es por la Palabra, el Mensaje, que él está trayendo”. Eso es lo que atrae al pueblo.
Como usted puede llamar a las palomas o a los animalitos, y pueden venir, y se van; pero usted los llama y les tiene el alimento, y ahí se quedan comiendo el alimento.
Y así ha sido de edad en edad: las ovejas comiendo el Alimento de ovejas, las águilas comiendo Alimento de águilas: los hijos de Dios comiendo Alimento de hijos de Dios, que es la Palabra de Dios; “porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”[6], la Palabra que sale de la boca de Dios para el tiempo en que la persona está viviendo; la Palabra que sale de la boca de Dios, del mensajero de Dios, que es la boca de Dios en la edad en que Dios lo envía.
Y ahora, podemos ver cómo la Iglesia del Señor Jesucristo, en una forma progresiva, ha ido creciendo de edad en edad; hasta llegar a la séptima edad de la Iglesia, donde tuvo el mensajero, quizás, más grande (o, para que no haya discusión, un mensajero como San Pablo y San Pedro), al cual le acompañaba el Ángel del Pacto en esa Columna de Fuego y le hablaba; y por medio de él precursó lo que sucedería en una Edad de Piedra Angular, que es la Edad de Adopción.
La edad que vendría, él dijo que es una Edad de Piedra Angular, la Piedra que corona el Cuerpo[7]. Esa es la Edad de la Piedra Angular, la Edad de la Adopción, la edad en la cual van a ser adoptados todos los hijos e hijas de Dios; y la adopción es la transformación de los que estén vivos en el momento en que Cristo resucite a todos los creyentes en Él que murieron durante las diferentes etapas de Su Iglesia.
Y ahora, si miramos la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo, encontraremos que Dios obró por medio de diferentes hombres, diferentes mensajeros; y se unieron a esos mensajeros personas que vinieron a ser (muchos de ellos) ministros, otros ya eran ministros, los cuales llevaron el Mensaje por diferentes lugares; y comenzaron a venir más personas, ser llamadas más personas, y así se formó el grupo de cada edad. Fue perseguido el grupo de cada edad por los que pertenecieron a grupos anteriores de las edades, y por los Gobiernos también y por otras entidades.
Y ahora, todos estos mensajeros tenían la presencia del Señor con ellos; y los que trabajaban con esos mensajeros estaban sirviendo a Cristo y estaban honrando a Cristo. Por lo tanto, las palabras de Cristo en San Juan (donde hemos leído), capítulo 12 [verso 26]:
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”.
Y ahora, todos los que han trabajado en el Programa de Dios, de Cristo, en cada etapa de la Iglesia: han estado sirviendo a Cristo, y Dios el Padre los honrará y les dará herencia en Su Reino.
Así como el rey David: a todos esos hombres que lucharon brazo a brazo con él para que él se sentara en el trono y fuera rey…, todas esas personas estuvieron sirviendo a David fielmente, honrando a David y luchando para que alcanzara el trono; para lo cual él había sido ya ungido por el profeta Samuel[8]. Ya estaba ungido, ya estaba declarado como rey, pero tenía una etapa dura por la cual pasar, en donde tenía que luchar para llegar al trono; aunque ya estaba ungido para ese propósito.
Tuvo que luchar hasta con un gigante, al cual le tuvo miedo el ejército de Saúl y el mismo Saúl, que era también un hombre muy alto: dice la Escritura que era más alto que todas las personas de Israel del hombro hacia arriba[9]; o sea que todos le llegaban al hombro, el más alto. Y apareció uno más alto que él: Goliat, y a ese le tuvo miedo.
Pero viene un jovencito, digamos de unos 18 a 21 años, y no le tiene miedo a ese gigante. Desde que había sido ungido por Samuel, el Espíritu de Dios vino sobre él, y tuvo diferentes luchas: con leones, osos[10], y así diferentes fieras que venían para tomar alguna oveja del rebaño; y cuando David los veía que tomaban una oveja: iba tras el oso o tras el león, se la quitaba; y si se levantaba el león o el oso contra David, David lo mataba. Eso era Dios entrenándolo.
Estaba en la universidad David, esa fue la universidad de David; para saber que la victoria la da Dios, para saber que él era el elegido de Dios; y por lo tanto, si Dios lo había ungido para ser el rey, sabía que no iba a morir hasta ser rey y tener un tiempo como rey. Por lo tanto, David era muy valiente, sabiendo que iba a obtener la victoria siempre y que los problemas venían a ser como escalones para subir y llegar al trono.
Peleó con el gigante Goliat y lo venció[11].
Y lo raro es que cuando se enfrenta a Goliat, Goliat lo menosprecia y dice: “¿Tú crees – o ustedes creen que soy perro, que envían un muchacho con un palo y piedras, una honda y piedras, contra mí?”[12], y se ofendió, porque no le enviaron un militar o un soldado con la ropa, la vestimenta militar, sino que le enviaron un pastor de ovejas.
Y esa era la clase de persona que se necesitaba en ese tiempo; los militares estaban temblando. Y un militar con miedo no puede enfrentarse al enemigo.
Y ahora, David enfrenta… Y el Goliat lo maldice en el nombre de sus dioses. Y Goliat le dice: “Te voy a enganchar en la punta de la lanza y te voy a tirar para que seas comida de las aves”. Recuerden, cuando hay guerras pues hay muchas aves de esas que comen animales muertos y gente muerta.
Y David le dice que lo va a vencer en el Nombre del Señor —David usa el Nombre para proclamar la victoria que va a tener—, y le dice: “Y te voy a cortar la cabeza”.
¡Pero lo que tenía era un palo y una honda! ¿Cómo David…? Parecía una locura. Para Goliat eso era una locura; pero David ya había visto la espada con la cual le iba a cortar la cabeza: la espada de Goliat. Y así lo hizo. Obtuvo la victoria.
Cualquier persona podía decir: “Pero así cualquiera lo hubiera hecho”. ¿Y por qué no lo hicieron los otros?
¿Ve? Dios tenía el hombre elegido, un jovencito, para llevar a cabo esa obra; e ir colocando a David de etapa en etapa más arriba, hasta llegar al trono; o sea, haciendo a David un héroe, haciendo a David una persona importante, pero recordándole siempre a David: “Recuerda de dónde Yo te tomé. O sea que no vayas a engrandecerte y a pensar que eres tú. Soy Yo el que estoy obrando a través de ti”[13].
David tuvo la humildad para mantenerse fiel a Dios, reconociendo que era Dios el que le daba la victoria, el que lo libraba de todos los peligros.
Y cuando David venció a Goliat, vean, muchas personas se hicieron amigas de David; y sobre todo el hijo de Saúl[14]; así que ya subió a una posición más alta: de ser pastor de ovejas, ahora a ser un militar y a estar a cargo del ejército.
Una posición así, tan rápida, ya cuando se casa…, o cuando se casa con la hija (¿del rey fue, Miguel?), o antes, David entraba y salía con el ejército y era respetado; un joven; un joven a cargo de estar a la cabeza del ejército del rey.
Y no solo eso, sino que también como habían ofrecido que le darían un sinnúmero de cosas, y le darían la hija del rey como esposa, David reclamó también lo que habían prometido. O sea que David sabía que había sido ungido para ser rey, y él obraba de acuerdo a esas promesas; y no era tímido en reclamar lo que le pertenecía.
Se unieron a él personas, pues tuvo buena relación con el ejército, lo apreciaban mucho; sabía las estrategias (Dios se las daba), y era respetado, aunque era un joven. Y se corría la noticia también, que había sido ungido para ser rey. Y ya eso pues le causó a Saúl celos, ya viendo él que lo iba a suceder; y estando él vivo, ya saber que no es su hijo el que lo va a suceder, sino otra persona de otra tribu; no de la tribu de Benjamín, sino de la tribu de Judá.
El primer rey fue de la tribu de Benjamín. ¿Y qué significa eso? Pues que fue el primer rey descendiente de [Jacob].
Y vean ustedes, cuando fue roto el reino de Salomón, las diez tribus le fueron dadas también a José, a través de la tribu de Efraín, a la cual pertenecía Jeroboam[15]. O sea que hay algo ahí.
El reino comenzó con la tribu, o de la tribu, o con la tribu de José [Benjamín] a la cabeza; porque Benjamín… O de la tribu de Benjamín, porque… Sí. Benjamín era hermano de José, el hermano menor. O sea, estaba en la familia. No era… No comenzó con la tribu de José el Reino, sino con la tribu de Benjamín[16].
Y ahora, después pasa… (Para que lo corrijas, Miguel, después cuando lo vayas a escribir; entre paréntesis)…
Eran hijos de la misma madre y del mismo padre; eran hijos de la mujer amada de Jacob, eran hijos de la mujer con la cual Jacob se casó. Así que hay un litigio ahí. Pero Cristo es el Abogado, Él sabe cómo resolver eso.
Y ahora, por eso es que en medio del pueblo hebreo hay la creencia, entre los sabios del pueblo hebreo, entre muchos de los sabios, y también de los asistentes a las sinagogas, que hay dos Mesías; uno: el Mesías hijo de José, y el Mesías hijo de David. Pero no vamos a hablar mucho de eso.
Estuve leyendo en un libro una explicación que dan: que el Mesías hijo de José (o Ben José), luego en el Reino del Mesías hijo de David, el Mesías hijo de José será el virrey. Así que… Pero vamos a dejar eso quietecito ahí, porque para el comienzo del Reino del Mesías todavía falta algún tiempito.
Y ahora, encontramos que David, en esa trayectoria rumbo al trono, iba en una forma ascendente, subiendo de etapa en etapa, y teniendo gracia con los oficiales del ejército y con los mismos soldados, el mismo ejército; a tal grado que cuando ya Saúl no lo quiere cerca de él sino que quería matarlo, tiene que huir; pero a él se unieron algunos militares y también muchos de otros lugares, entre ellos algunos gentiles también (¿verdad, Miguel?), valientes, que fueron los que vinieron a formar parte de su ejército; que podría decir un ejército de guerrilla, pero eran las personas que lo defendían, lo protegían, luchaban lado a lado con David, y fueron los que estuvieron a su lado luchando para que obtuviera el reino. Esas personas vienen a ser llamadas: los valientes de David[17], que fueron ¿cuántos? ¿33, Miguel? 30 + 3 = 33. ¿Ve?, no es la cantidad, es la calidad.
Y ahora, esas personas luego fueron colocadas en posiciones muy importantes en el reino de David; David honró a esas personas.
Y ahora, es lo mismo que Cristo nos dice:
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”.
Vean, para Sus discípulos allá en la Primera Venida del Señor, Él dijo: “Vosotros que habéis estado conmigo desde el principio, os sentaréis sobre doce tronos (vean) y juzgaréis a las doce tribus de Israel”. San Mateo, capítulo 19, versos 26 al 28, y San Lucas, capítulo 22, versos 28 al 30.
La posición que una persona va a ocupar en el Reino del Mesías, vendrá a ser una recompensa muy grande por lo que haya hecho, trabajado, para Cristo, en el tiempo que le ha tocado vivir. No se le va a dar una posición importante en el Reino del Mesías si la persona no hizo nada. Dice:
[Apocalipsis 22:12] “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.
Por lo tanto, recuerden, las recompensas están basadas, o serán dadas, de acuerdo a lo que haya trabajado la persona. Es como en los trabajos: usted va a recibir de acuerdo a lo que haya trabajado; si no va al trabajo, pues no puede esperar que le paguen.
Y ahora, “si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”. David honró a los que le sirvieron. Cristo dice que honrará a los que le sirvan. Los que le sirven vienen a ser los valientes que trabajan en la Obra del Señor todo el tiempo; y Cristo los ayuda, el Espíritu Santo los ayuda.
Para el Día Postrero estarán también los que estarán trabajando en la Obra del Señor para la restauración del Reino de Dios en la Tierra, los que estarán trabajando en el Programa Divino para que se hagan realidad las profecías dadas para la Iglesia del Señor Jesucristo.
Para el Día Postrero —cuando Cristo salga del Trono del Padre— ya no estará como Cordero sino como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores; y estarán con Él también los valientes del Rey de reyes y Señor de señores; porque Cristo estará como Hijo de David, como León de la tribu de Judá, como Hijo de David. Y ahí estarán los valientes que estarán trabajando con Él, los cuales estarán en el Programa Divino para el Día Postrero; y la mayoría serán de la Dispensación de la Gracia que pasarán a la Dispensación del Reino también, sin dejar las bendiciones de la Dispensación de la Gracia.
Y cuando ocurra la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que vivimos, el grupo será mayor, pero la bendición mayor será para el grupo del Día Postrero. Los que vendrán serán para ayudar en la labor que estarán haciendo los valientes del León de la tribu de Judá en el Día Postrero, para el establecimiento – venida y establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, que será la restauración del Reino de David.
Por lo cual habrá grandes bendiciones para los creyentes en Cristo, los cuales lo van a ver como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, como el Hijo de David; por lo cual van a trabajar: para que herede el Reino de David y se siente en el Trono de David.
En el Día Postrero se va a llevar a cabo la introducción al Milenio, la introducción al Reino de David; se va a llevar a cabo esa introducción, y todo va a ser de acuerdo a lo que está profetizado en la Palabra de Dios. Dios será el que estará obrando, pues eso está prometido en Isaías, capítulo 9, versos 6 al 7, que dice:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.
¿Quién va hacer esa Obra? Dios. Será Dios obrando y usando personas en esta Tierra; y habrá valientes del Hijo de David trabajando brazo a brazo en el Día Postrero en la Obra de Cristo, en la Obra del Señor, en la Obra del Hijo de David, para la restauración del Reino.
Dice el reverendo William Branham que cuando los judíos vean a Cristo viniendo por Su Iglesia, ellos dirán: “Este es el que nosotros estamos esperando”. Vamos a verlo aquí… Ya que nuestro tema es: “LOS VALIENTES DEL HIJO DE DAVID”, por lo tanto, para que lo vean en medio de Su Iglesia, viniendo por Su Iglesia, pues tiene que llevarse a cabo un trabajo. Dice página 22 y 23, párrafo 183, del libro de Citas, al final dice (después ustedes leen el resto):
183 – “Él ha venido ahora en misericordia revelándose a Sí mismo a la Iglesia. Se han reído y lo han escarnecido”.
¿Cómo vino? Vino a Su Iglesia manifestándose por medio del séptimo mensajero, de la séptima edad de la Iglesia; vino el Señor en la Columna de Fuego manifestándose en y a través del séptimo ángel mensajero. Los que se rieron del séptimo mensajero y las cosas que Dios hacía a través de él, se estaban riendo del Señor, del Hijo del Hombre. Dice:
183 – “La siguiente vez que Él se revele a Sí mismo, será en el juicio al mundo y las naciones que se olvidaron de Dios y pecaron su manera de gracia… Su Día de Gracia”.
Por lo tanto, será como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo de David. Tan sencillo como eso.
Y ahora, vamos a ver…, yo creo que con esto… No, vamos a esperar un momentito. Página 57 y 59 del libro de Los Sellos… (la 57, con esa que leamos…); y la página 2-A de Citas. La página 2-A, párrafo 11, dice:
11 – “… Él se levantó y ascendió recibió un Nombre Nuevo que nadie conocía; entonces yo lo veo a Él viniendo en Su poder. (…) Ahora, si esa fe puede venir en ese tiempo, ¿por qué no puede quedarse todo el tiempo (esa fe)?”.
Ahora vean, “Él viniendo”, y eso es en Su Venida en el Día Postrero, viniendo con un nombre nuevo. Ahora vean, va haber una fe; esa va a ser la llamada “fe de rapto” para transformación y rapto de la Iglesia del Señor. Dice…
Ahora vamos aquí, a la página 57, párrafo 16 y 17, dice [Los Sellos]:
“16. Este Libro sellado con siete sellos es revelado en el tiempo de los siete truenos de Apocalipsis 10. Demos lectura allí también para tener un mejor entendimiento antes de entrar más profundamente. Ahora, esto ya es el tiempo del fin porque dice así:
‘Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza…’.
17. Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los judíos porque la Iglesia ha llegado a su fin. Bien, ahora continuando:
‘… y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’.
18. ¿Recuerdan el Ángel de Apocalipsis capítulo 1? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel. ¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia”.
Y ahora, el Mensajero a Israel —este Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto—, dice que es el Mensajero a Israel, y que viene por Israel, viene por los judíos: “Viene directamente a los judíos”; pero Su Iglesia está a punto de ser raptada, porque ha llegado el tiempo final para la Iglesia, y por consiguiente Él viene por Su Iglesia.
Lo vamos a ver, antes de ir por los judíos, lo vamos a ver entre la Iglesia del Señor Jesucristo. Cuando lo veamos ya moviéndose entre los judíos, sepamos que está muy cerca el momento de nuestra transformación.
El mismo que estuvo en las diferentes etapas o edades de la Iglesia, el mismo que descendió el Día de Pentecostés y bautizó a ciento veinte creyentes en Cristo, y después continuó bautizando como a tres mil personas[18], y ha continuado bautizando personas, produciendo el nuevo nacimiento, es el mismo que ha estado en los diferentes mensajeros de las diferentes edades de la Iglesia, y es el mismo que en el Día Postrero estará en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular. Él es el Ángel del Pacto, es Cristo en Espíritu Santo.
Y ahora, para el Día Postrero, para el tiempo final, viene con el Librito abierto en Su mano. Es Cristo el que toma el Librito que está cerrado, en el Cielo, en el capítulo 5 de Apocalipsis, y lo abre en el Cielo; y luego (en Apocalipsis, capítulo 10) desciende con el Librito abierto en Su mano y clama como cuando un león ruge y siete truenos emiten sus voces; y a Juan le fue prohibido escribir lo que esos Truenos hablaron.
Es la Voz de Cristo clamando como cuando ruge un león; o sea, viene como León de la tribu de Judá; por lo tanto viene como Hijo de David, como Rey de reyes y Señor de señores, pues Él es la raíz y el linaje de David, la Estrella resplandeciente de la Mañana.
¿Qué es la Estrella resplandeciente de la Mañana? La Columna de Fuego, el Ángel del Pacto. Él es esa Columna de Fuego, el Espíritu Santo.
Y ahora, esto es para ser cumplido en este tiempo final.
Este Libro sellado con siete Sellos, pero ya abierto, fue dado a un hombre ahí, al cual le fue dicho: “Ve al Ángel y pídele el Librito”. Y el Ángel, cuando fue y le – fue pedido el Librito, el Librito abierto, el Libro abierto, el Ángel le dijo: “Toma y cómelo; te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel”.
Y Juan, que representa a la persona que va a recibir ese Librito (y también a todo el Cuerpo Místico de Cristo, que luego lo recibirá a través del mensajero que se va a comer ese Libro), vean, cuando Juan va y pide el Libro, y lo toma y lo come: fue dulce en su boca, pero fue amargo en su vientre: las amarguras por la Palabra que había recibido y estaba proclamando.
Siendo que clamó como cuando un león ruge y siete truenos emitieron sus voces, es la Voz de Cristo hablando consecutivamente. Habló en las edades de la Iglesia entre los gentiles por siete ocasiones a través de siete mensajeros, pero ahora va a hablar consecutivamente a través de un solo mensajero: el que se come el Librito, al cual le es dicho: “Ahora es necesario que profetices sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.
¿Qué va a profetizar? Pues la Palabra que le fue dada para que se comiera. El contenido en esa Palabra, en ese Librito, es el Mensaje que él estará proclamando. Y ahora, esto es una promesa para este tiempo final.
Y ahora, veamos aquí: en la página 2-A, párrafo 15, al final dice [Citas]:
15 – “‘¡El mismo Espíritu Santo que cayó en el Día de Pentecostés está aquí mismo para ustedes!’. Y el poder del Evangelio volverá a los judíos en ese tiempo. Entonces allí habrá un avivamiento entre aquellos judíos que llevarán miles y decenas de miles y… 144.000 al Reino de Dios, serán sellados por el Ángel. Y allí mismo, tan pronto como el Ángel empiece (o comience) a sellar a esos 144.000, la puerta de la Iglesia gentil es cerrada y los judíos llevan el Espíritu Santo a los judíos. ¡Y ellos tendrán un avivamiento que barrerá al mundo entero! Y el poder de Dios será manifestado entre los judíos”.
Y ahora, vamos a leer aquí, en el Séptimo Sello, vamos a leer aquí algo de lo que estará pasando; dice página 129 de Citas, párrafo 1150 (o 1148…; no, 1150), dice:
1150 – “Ahora, tan pronto como esta Iglesia… (…); el misterio del Séptimo Sello es conocido. Y los judíos son llamados por el misterio de la Séptima Trompeta, que son dos profetas, Elías y Moisés, y ellos regresan, y allí es donde los pentecostales están todos enredados; ellos esperan que algo acontezca, y la Iglesia se fue, y eso es a los judíos”.
Y ahora el párrafo 1152; dice:
1152 – “Él dijo que la ‘Gran Trompeta tocará. ¡La Gran Trompeta!’. No trompetas ahora, fiestas de las trompetas; hay dos de ellos, Moisés y Elías, para llamar las Trompetas. Sino que debajo de ‘la Gran Trompeta’, la Venida del Señor, para anunciar a José volviendo, ¿ven?, todas las naciones se reunirán en Jerusalén. (Sigue diciendo): Se encuentra eso en el libro de Isaías; solo les di… (…). Eso está en Isaías 27:12 en adelante, es donde Él toca esa ‘Trompeta’, y todas las naciones reconocerán que Israel está en su patria, Dios con ella. Entonces la Novia vendrá para estar con el Novio, el Novio con la Novia; y entonces el gran Milenio, después que el mundo entero sea destruido por poder atómico. Y habrá ‘nuevos cielos y un nuevo mundo’, y vivirán para siempre”.
O sea, habrá un problema ahí mundial grande, en donde, con poder atómico, vendrá una destrucción muy grande.
Ahora la página 130, párrafo 1164 dice [Citas]:
1164 – “Recuerden que ‘los que están vivos y queden, no impedirán a los que están durmiendo; porque la Trompeta de Dios, esa última Trompeta…’. La sexta acaba de tocar. Y así la última Trompeta, como el último Sello, será la Venida del Señor. ‘Tocará, y los muertos en Cristo se levantarán primero’”.
Y ahora, dice que el Séptimo Sello y la última Trompeta, dice que: “La última Trompeta, como el último Sello, será la Venida del Señor”.
Y vamos a ver aquí, en la página 149, párrafo 1333 dice:
1333 – “Recuerden que ‘los que viven y queden, no impedirán a los que duermen; porque la Trompeta de Dios, esa última Trompeta…’. La sexta acaba de sonar. Y esa última Trompeta, con el último Sello, será la Venida del Señor. ‘Tocará, y los muertos en Cristo se levantarán primero…’. Solo descansando hasta ese tiempo”.
Y ahora, página 155…
Nuestro tema es: “LOS VALIENTES DEL HIJO DE DAVID HACIENDO UN TRABAJO MAYOR”.
Párrafo 1383 de la página 155 del libro de Citas, dice:
1383 – “Oh, habrá una verdadera lluvia temprana y tardía en los postreros días sobre ese grupo pequeño que viene con Él sobre este asno manso y humilde, sin una denominación, clamando: ‘Hosanna al Rey que viene en el Nombre del Señor’”.
Ahí están los valientes del Hijo de David, así como estuvieron allá luchando y trabajando para que el reino de Israel pasara a las manos de David, y así como hubo un grupo pequeño cuando Jesús entró a Jerusalén como Rey, clamando: “¡Hosanna al Rey que viene en el Nombre del Señor! ¡Hosanna al Hijo de David!”; pero tenía que ser rechazado para que entrara el Programa de la Redención, de la Expiación en favor del pueblo. Pero vean, luego… Encontramos que esto pasó en el capítulo 21, verso 1 al 11, donde dice [San Mateo, verso 9]:
“Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”.
Pero ahora, luego de la entrada triunfal Él no fue recibido como Rey por las autoridades de Israel, y por consiguiente ya Su Primera Venida fue rechazada. Pero ahora Él profetiza, en el capítulo 23 de San Mateo, versos 37 al 39, diciendo:
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”.
Y esto corresponde a la Venida del Señor para el Día Postrero, que vendrá como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo de David, y vendrá en el Nombre del Señor y con el Nombre del Señor. Y ese es el grupito pequeño que viene con Él clamando: “¡Hosanna al que viene en el Nombre del Señor!”. Y eso será bajo el tiempo de la Lluvia Temprana y Tardía: la Lluvia Temprana del Evangelio de la Gracia y la Lluvia Tardía del Evangelio del Reino.
La Lluvia Temprana del Evangelio de la Gracia gira alrededor de la Primera Venida de Cristo, como Cordero de Dios quitando el pecado del mundo; y la Segunda Venida de Cristo – o la Lluvia Tardía gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y viene con Él un grupo pequeño: son los valientes del Hijo de David del Día Postrero, clamando: “¡Hosanna al que viene en el Nombre del Señor!”; o sea que vienen con el Mensaje del Evangelio del Reino, donde está la revelación de la Venida del Señor como Rey de reyes y Señor de señores, como León de la tribu de Judá, como Hijo de David.
Israel está esperando al Hijo de David, está esperando al Rey; Israel sabe que ha de venir, y sabe que sin Su Venida no hay futuro para el pueblo hebreo. El futuro de Israel, del pueblo hebreo, está en la Venida del Hijo de David, en la Venida del Rey de reyes y Señor de señores, en la Venida del Mesías.
Por lo tanto, habrá valientes del Hijo de David, que estarán brazo a brazo trabajando con el Señor para que se haga realidad todo lo que está prometido; y esas personas van a estar en posiciones muy importantes en el Reino del Mesías.
Así que estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos.
Valientes del Hijo de David: ¡Adelante trabajando en el Reino del Señor! Pronto se va a materializar el Reino del Señor, y pronto va a tener este planeta Tierra el heredero al Trono de David: el Mesías-Príncipe, en el cual Cristo dice, vean aquí, en el capítulo 3, verso 20 al 21, de Apocalipsis:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Aquí tenemos a Cristo, al Heredero, y tenemos al que se va a sentar con Cristo en Su Trono. En la misma forma en que el Padre hizo con Cristo en el Cielo, hará Cristo con el Vencedor; ahí tienen al Virrey.
Y ahora, podemos ver que hay algo grande en este tiempo para la Iglesia del Señor y para el pueblo hebreo. Por lo tanto, los valientes del Hijo de David del Día Postrero estarán trabajando en pro de la restauración del Reino de David, en la restauración de ese Reino para bendición del pueblo hebreo y para bendición de toda la humanidad.
Ahí es donde está la bendición de Dios para toda la humanidad: en el Reino del Mesías, que será un Reino de justicia, de verdad, de paz, de armonía, de felicidad; y la paz se extenderá a todas las naciones.
Dice que las herramientas o armas de guerra serán convertidas en herramientas de trabajo[19]. O sea que lo que necesitan las naciones es trabajar; no hacer armas de guerra, sino de trabajo. Lo que necesitan es trabajo, no guerra.
Y ahora, sabemos que en el Reino del Mesías habrá trabajo, habrá prosperidad en todo el trabajo que se lleve a cabo; habrá verdad, justicia, paz y felicidad.
Por lo tanto, así como valió la pena para aquellas personas que estuvieron unidas a David, esos valientes, luchar, trabajar en favor de que David llegara a sentarse en el trono para ser rey sobre el pueblo hebreo, vale la pena en nuestro tiempo trabajar para que el Mesías-Príncipe se siente sobre el Trono de David y reine sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Por lo tanto, ¡adelante, valientes del Hijo de David!, trabajando en el Reino del Señor; y que Dios los bendiga y les use grandemente en toda labor que lleven a cabo en pro del Mesías-Príncipe y el Reino de David y Trono de David, para ser restaurado ese Reino.
Bueno, que Dios me los bendiga a todos y les guarde, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final.
Dejo con ustedes nuevamente al misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar en esta ocasión.
Bueno, Miguel está esperando el postre, pero no hay postre; ya el postre lo dimos hace como 15 o 30 minutos, que hablamos que íbamos a leer un pasaje para terminar: el de la página 155, pero de ahí pasamos a Los Sellos y dimos un poquito de tiempo más. Eso fue el postre, Miguel.
Que Dios les bendiga y les guarde.
Y con ustedes el misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín.
“LOS VALIENTES DEL HIJO DE DAVID HACIENDO UN TRABAJO MAYOR”.
[Revisión enero 2025]
[1] San Juan 10:30
[2] San Juan 5:17
[3] San Juan 12:49, 14:10
[4] San Juan 14:28
[5] San Juan 1:1-3
[6] Dt. 8:3, Mt. 4:4, Lc. 4:4
[7] Citas, pág. 37, párr. 311
[8] 1 Samuel 16:1-13
[9] 1 Samuel 9:2
[10] 1 Samuel 17:34-37
[11] 1 Samuel 17:19-54
[12] 1 Samuel 17:43
[13] 2 Samuel 7:8-9, 1 Crónicas 17:7-8
[14] 1 Samuel 18:1-5
[15] 1 Reyes 11:29-37, 12:1-20
[16] 1 Samuel 9:1-2
[17] 2 Samuel 23:8-39, 1 Crónicas 11:10-47
[18] Hechos 2:1-4, 2:41
[19] Isaías 2:4, Miqueas 4:3