No heredará el hijo de la sierva con el de la libre

Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa.

Para esta noche tenemos el tema: “NO HEREDARÁ EL HIJO DE LA SIERVA CON EL HIJO DE LA LIBRE”.

Para lo cual queremos leer en Gálatas, capítulo 4, verso 22 en adelante (22 al 31), donde San Pablo hace referencia a Abraham, a Agar y a su hijo Ismael, y también hace referencia a Sara y a su hijo Isaac. Dice, capítulo 4, verso 22 al 31:

“Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.

Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.

Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar.

Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.

Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.

Porque está escrito:

Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;

Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;

Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.

Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.

Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.

Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.

De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre”.

Nuestro tema es: “NO HEREDARÁ EL HIJO DE LA SIERVA CON EL HIJO DE LA LIBRE”.

La sierva —o sea, la esclava— es Agar y la libre es Sara.

Y ahora, vean ustedes, Agar, la esclava, ¿representa a quién? Al pueblo hebreo, a la Jerusalén terrenal con sus hijos; y la libre, que es Sara, representa a la Jerusalén celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, vean cómo en estas dos mujeres Dios representa dos pactos; y ahora por medio del Nuevo Pacto bajo la Sangre de Cristo vienen los hijos de la promesa, los cuales están representados en Isaac, pues dice San Pablo:

“De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre”.

Y también dice el verso 28:

“Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa”.

Ahora, viendo que esta bendición tan grande, de heredar a Abraham y la bendición de Abraham… y así obtener todo lo que conlleva la bendición que Dios le dio a Abraham; corresponde a la Jerusalén celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, esta alegoría que muestra aquí San Pablo, de seguro no le gusta al pueblo hebreo si la escuchan; pero en esta tipología, así fue colocada por Dios, dándosela a Pablo para que la diera a conocer a la Iglesia de Jesucristo.

Y ahora miren cómo por medio de la libre (que es la Iglesia del Señor Jesucristo) viene la bendición de la herencia.

Y ahora vean cómo lo que Cristo había dicho acerca del pueblo hebreo… Él dijo que el Reino de Dios sería quitado de en medio de ellos; y vean cómo también dice la Escritura:

“Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la (promesa)”.

De esto fue de lo cual le habló Sara a Abraham, en el capítulo 21, cuando Abraham y Sara tuvieron a Isaac. Dice el capítulo 21, verso 1 en adelante [Génesis]:

“Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado.

Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho.

Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.

Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac de ocho días, como Dios le había mandado.

Y era Abraham de cien años cuando nació Isaac su hijo.

Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo.

Y añadió: ¿Quién dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez.

Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac.

Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac.

Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo.

Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo.

Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.

Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente”.

Ahora vean cómo Sara le pidió a Abraham que echara fuera el hijo de la sierva, y a su madre también, porque no iba a heredar el hijo de la sierva con Isaac.

Ahora vean ustedes, Abraham en una ocasión estuvo muy preocupado porque Abraham no tenía hijos; y allá en el capítulo 15 del Génesis encontramos que Abraham no tenía hijos, y ni siquiera tenía a Ismael; porque Ismael nació ya en otro tiempo, más adelante.

Y Abraham, vean ustedes, estaba muy preocupado en aquella ocasión… E Ismael nació por ahí en el capítulo 16 del Génesis. Y en el capítulo 15 encontramos que Abraham estaba muy preocupado porque no tenía hijos, y pensaba que su siervo Eliezer, hijo de un siervo o esclavo de la casa de Abraham, el cual era el administrador allí, iba a ser el heredero este hijo de esclavo o este esclavo (si era hijo de esclavo pues era un esclavo también); y Abraham, como lo tenía de administrador y era la persona a cargo de todo allí en la casa, pues Abraham pensaba que si él moría entonces iba a heredar todo ese siervo. En el capítulo 15 del Génesis dice:

“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.

Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?

Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.

Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.

Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.

Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.

Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra”.

Fue en este mismo capítulo donde Dios hizo pacto con Abraham.

Y luego, fue en el capítulo 17 donde Dios le cambió el nombre a Abraham, de Abram por Abraham, o sea, le añadió una “h” y una “a” adicional; y a Sarai le cambió el nombre por Sara (en inglés lleva al final una “h”).

Y ahora miren, con ese cambio de nombre, la promesa de Dios a Abraham se iba a cumplir; pues Abram significa ‘padre supremo’, pero Abraham ‘padre de muchas gentes’. Así que como iba a ser padre de mucha gente, tenía que su nombre significar lo que él iba a ser.

Por eso encontramos a través de la Biblia que estos hombres de Dios con sus esposas les colocaban el nombre a sus hijos de acuerdo al significado que tenían esos nombres.

Es muy importante escoger buenos nombres para los niños que nacen a los hijos de Dios, para que así tengan un nombre que signifique cosas buenas, cosas de bendición, para que así Dios los bendiga grandemente.

Vean a través de la Biblia cómo esto de los nombres es muy importante delante de Dios, a tal grado que hay ocasiones en las cuales el mismo Dios le ha dicho el nombre que les tienen que poner a esos niños.

Ahora, también encontramos que hay casos donde personas tienen un nombre y el mismo Dios le cambia ese nombre. Tenemos el caso de Abraham, tenemos también el caso de Sara, tenemos también el caso de Jacob. Dios mismo, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto (que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico), en el capítulo 32 del Génesis le cambió el nombre a Jacob por Israel, porque había luchado con Dios y con los hombres y había vencido.

Y siempre encontramos que luego de una victoria, un nombre ha sido cambiado para esas personas que han obtenido la victoria.

Ahora podemos ver cómo Dios también le cambió el nombre a Simón por Pedro; él obtuvo la revelación de quién era Jesús, y eso es una victoria.

En aquel tiempo saber que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente, esa era una victoria. Era por revelación del Cielo que él tuvo ese conocimiento: “No te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en el Cielo”1.

Y ahora, vean ustedes, vino a ser el líder máximo del cristianismo en medio del pueblo hebreo; y San Pablo en medio de los gentiles en su tiempo.

Y San Pablo, vean ustedes, también ese nombre de Pablo fue por causa del cambio de nombre, pues él se llamaba Saulo; y cuando le apareció Cristo en esa Luz o Columna de Fuego2 (como le había aparecido a Moisés), Saulo sabiendo que era el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob el que estaba hablándole desde esa Luz y en esa Luz, y le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”…

Esa Luz le dijo: “Yo soy Jesús”…, pues Pablo preguntó: “Señor, ¿quién eres?”. Sabía que era el Señor, Dios de Abraham, de Isaac y Jacob, el mismo que había libertado al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés.

Y ahora, cuando le pregunta: “Señor, ¿quién eres?”, esa Luz le dice: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Y Pablo fue convertido a Cristo3.

Y luego, vean ustedes, de ser Saulo, ahora viene a ser Pablo, y viene a ser el apóstol para los gentiles, con la revelación de Dios, la revelación de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario; y estableció la Iglesia gentil o la Iglesia entre los gentiles, conforme al Programa de Dios para Su Iglesia entre los gentiles.

Ahora, también encontramos que, también a Santiago y a Juan, Jesús les puso por nombre también “los Hijos del trueno”4.

Ahora, encontramos a través de la Escritura que en el Apocalipsis también Cristo nos dice… Por ejemplo, en el capítulo 3 y capítulo 2 del Apocalipsis… Vamos a ver el capítulo 3, verso 12. Dice:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.

Hasta el mismo Señor Jesucristo al morir y resucitar luego victorioso y ascender al Cielo cuarenta días después de haber resucitado, recibió un nuevo nombre; y aquí Jesucristo mismo da testimonio que tiene un nombre nuevo; y ese es un misterio grande del Reino de Dios. Pero Él dice que ese Nombre lo va a escribir sobre el Vencedor.

Si conseguimos a ese Vencedor, encontraremos ese Nombre Eterno de Dios y de la Ciudad de nuestro Dios, el cual es el Nombre Nuevo que recibe Jesucristo.

Y ese Nombre Nuevo es el Nombre que le dio Dios al profeta Moisés en el Éxodo, capítulo 3, versos 13 al 16, donde Moisés preguntó a Dios y le dijo a Dios:

—“Señor, Dios, si ellos me preguntan por Tu Nombre, ¿qué les diré?”, hablando Moisés acerca del pueblo hebreo, al cual Dios lo estaba enviando para libertarlos.

Dios le dijo (el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová le dijo): “Yo Soy el que Soy. Y les dirás a ellos: Yo Soy me ha enviado a vosotros”.

Ahora vean, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, le da como nombre a Moisés este nombre; el cual, si lo buscamos en el original, en hebreo, y luego de ahí sacamos la traducción, son cuatro consonantes: YHWH, el nombre que Dios le dio a Moisés como Nombre Suyo; y este es un nombre impronunciable para el pueblo hebreo.

Ahora, podemos ver que ese nombre, YHWH, siendo el Nombre del Ángel de Jehová (que es el mismo Jehová, el mismo Dios en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión), es el nombre que será escrito sobre el Vencedor; ese mismo es el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y ese mismo es el Nombre Nuevo de nuestro Salvador Jesucristo.

Ahora miren, en el Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante, dice:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.

¿Dónde dice Dios que está el Nombre Suyo, Su Nombre Eterno? Dice que está en Su Ángel; en el Ángel de Jehová, ahí está el Nombre de Dios; porque el Ángel de Jehová es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico.

Él es el Verbo, que era con Dios y era Dios. “Este era en el principio con Dios”. Y luego en el verso 14, de San Juan, capítulo 1 (verso 1 al 14)… Nos habla del Verbo que era con Dios y era Dios, y luego nos dice: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. Y cuando se hizo carne y habitó entre nosotros lo conocimos por el nombre de Jesús; y Jesús significa ‘Salvador’ o ‘Redentor’.

El nombre Jesús es en griego, pero en hebreo es Yoshua o Josué.

Ahora podemos ver que Yoshua, en hebreo, es el mismo nombre del que metió a la tierra prometida al pueblo hebreo luego que terminó el ministerio de Moisés, el cual no pudo meter al pueblo hebreo a la tierra prometida, pero le siguió Josué en su ministerio y llevó al pueblo a la tierra prometida.

Ahora vean, Josué se llamaba Oseas hijo de Nun, pero Moisés le cambió el nombre, y le puso por nombre Josué.

Y ahora, nuestro Josué es nuestro amado Señor Jesucristo; porque Josué en griego lo que significa: Jesús.

Y ahora, ¿notaron que Yoshua en hebreo comienza con la “y”?, y también tiene la “h” en hebreo; y son las primeras dos letras de este nombre que Dios le dio al profeta Moisés como Su Nombre. El Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto le dio como Su Nombre: YHWH.

Y ahora, ¿por qué está en el Ángel de Jehová el Nombre de Dios? Porque el Ángel de Jehová es el mismo Jehová en Su cuerpo teofánico. O sea, cuando Dios está en Su cuerpo teofánico, es llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová.

Por eso es que cuando es anunciada la Venida del Mesías por el profeta Malaquías, en el capítulo 3, verso 1, dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

¿Quién es el que habla aquí? Dios, al profeta Malaquías; y por medio del profeta Malaquías viene esta revelación que es dada por el profeta Malaquías al pueblo.

Y ahora dice que envía Su mensajero delante de Él. ¿Y quién fue Su mensajero? Juan el Bautista, el cual vino delante del Mesías preparándole el camino.

Y aquí el profeta Malaquías dice que el que vendrá después de ese precursor (el cual fue Juan el Bautista), ¿el que vendría después sería quién? El Señor, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová. Y cuando vino, ¿cómo vino? Vino vestido de carne humana, y ese velo de carne tenía por nombre Jesús.

Ahora podemos ver quién es nuestro amado Señor Jesucristo: es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y los llevó a la tierra prometida. Él es el que tiene el Nombre Eterno de Dios.

Y ahora, cuando se manifestó en carne humana, cuando el Verbo se hizo carne, cuando el Ángel del Pacto se hizo carne, allí tenemos la “y” y la “h”; de las cuatro letras del Nombre de Dios que Él tiene, allí fueron manifestadas la “y” y la “h”.

Y ahora, vean ustedes quién es nuestro amado Señor Jesucristo: es nada menos que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová vestido de carne humana.

Por eso Él podía decir: “Antes que Abraham fuera, yo soy”. Él podía decir: “Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó”. Eso está en el capítulo 8, verso 58 al 59, de San Juan. Vamos a ver, 56 en adelante, dice:

“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.

Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue”.

Ahora miren, con esta revelación tan grande que les da allí: “Antes que Abraham fuera, yo soy. Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó”… ¿Por qué? Porque antes que Abraham fuera, Jesucristo era, en Su cuerpo teofánico; y le apareció a Abraham en diferentes ocasiones.

Primero le apareció como Melquisedec, cuando Abraham regresaba de la victoria obtenida sobre los reyes que se habían llevado presos o cautivos a Lot y su familia y a los ciudadanos de Sodoma; y Abraham los libertó, con unos que estaban confederados con Abraham, amigos de Abraham.

Y ahora, vean ustedes cómo Abraham pudo ver a Melquisedec, el cual es sin padre, sin madre, sin principio de días y sin fin de tiempo5; y solamente hay uno que es así, y es nuestro Dios. Él es el Eterno.

Y ahora, vean ustedes cómo le aparecía a Abraham en ese cuerpo teofánico. Son apariciones en un cuerpo teofánico, como también les había aparecido a otros profetas antes que a Abraham.

Y ahora, en otra ocasión, el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, le apareció Dios a Abraham en un cuerpo, el cual creó Dios para Sí mismo; y también aparecieron Gabriel y Miguel (que son los Arcángeles que vinieron con Dios allí), y aparecieron en cuerpos también visibles, y comieron con Abraham el día antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra.

Ahora, ¿quién era este Elohim, el Señor, al cual Abraham recibió y lo invitó a comer un almuerzo y le preparó una ternera (con panes, mantequilla y leche también, para usar en la comida o en ese almuerzo)?

Elohim, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; el mismo Jesucristo, el cual todavía no estaba en Su cuerpo físico (que nació por medio de la virgen María) porque Él estaba en Su cuerpo teofánico todavía; pero momentáneamente se creó un cuerpo del polvo de la tierra para Él y otro para Gabriel y otro para Miguel, para visitar a Abraham, y después para bajar a Sodoma y a Gomorra. Luego, al otro día, ya Sodoma y Gomorra habían dejado de existir.

La visita de Dios con Sus Arcángeles a Abraham fue para bendición, pero para Sodoma y Gomorra fue para juicio divino.

Ahora, vean ustedes cómo y por qué Jesús podía hablar de Abraham en la forma que Él hablaba.

Y Abraham de antemano vio allí representada, en la Venida de Elohim en forma visible y tangible, vio lo que sería la Venida del Mesías; o sea, que allí él vio la Primera y Segunda Venida del Mesías representada en carne, en aquel cuerpo que podía comer con Abraham.

Ahora, hemos visto que esto es un misterio, pero que ya ha sido revelado.

También encontramos que en esa ocasión, el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, Abraham tenía 99 años y Sara 89 años; y ahí Dios le confirmó nuevamente la promesa de la venida del hijo prometido. Para lo cual, luego Abraham tuvo que recibir una bendición grande recibiendo un cambio, un rejuvenecimiento, él y su esposa; pues ya una mujer de 89 años no puede tener un niño. Cuando llegue a los 90 años, ella iba a tener un niño, pero una anciana no puede tener un niño; pero fue rejuvenecida y también Abraham.

Por eso es que luego de la destrucción de Sodoma y Gomorra, Abraham se fue de ese lugar donde estaba viviendo, a otro lugar, a Gerar, donde el rey era Abimelec; y cuando Abimelec ve a Abraham y a Sara…

Abraham le había dicho a Sara6: “Tú siempre dirás que eres mi hermana. Tú eres una mujer muy hermosa, muy bonita; y la gente al verte, pues van a querer matarme a mí para tomarte a ti como esposa”. Porque ellos sabían que no podían tomar a esa mujer estando vivo su esposo, porque estarían pecando contra Dios, y entonces el juicio divino vendría sobre esas personas; pero si mataban…, si moría el esposo, entonces la podían tomar, era una mujer libre. Y ahora, vean ustedes, el rey tenía ese conocimiento, como también lo había tenido faraón.

Y ahora, el rey de Gerar, Abimelec7, pues seguida vio en Abraham su cuñado; y estaba muy contento con Abraham por causa de Sara, y ya la había separado el rey para que fuera su esposa; y lo había hecho en forma correcta, todo lo que había hecho, y con buena intención.

Y como esa forma que ellos usaban correspondía a un tiempo (no se sabe si de un año, quizás) en donde la tenían apartada…; y de seguro le enseñaban un sinnúmero de cosas del reino, para que cuando estuviera casada supiera cómo tenía que comportarse como una reina en ese reino.

Y mientras va pasando ese lapso de tiempo, ¿qué sucedió? Hubo problemas en el reino de Abimelec. (¿Qué fue lo que sucedió, Miguel?). No daban a luz ni los animales… [Hno. Miguel: Les cerró la matriz] la matriz a los animales (a los animales hembra), a las mujeres…

Y ¿qué iba a suceder con ese reino? Pues si no tienen hijos, se iban poniendo viejos los que ya estaban vivos y después dejaban de existir; y entre los animales iba a pasar lo mismo, estaba pasando lo mismo. O sea que el que se comía sus gallinitas después no iba a tener pollitos que iban creciendo, para tener más gallinas y seguir comiendo gallinas y pollos. O sea que todo iba a dejar de existir en ese reino.

Y él estaba muy preocupado, el rey, y sabía que algo, algún problema había, de parte de ellos ante la presencia de Dios.

Y en una noche le apareció mientras dormía, Dios le apareció en sueños, y le dijo: “Eres hombre muerto, porque la mujer que has tomado tiene marido”; y es profeta, para colmo.

El rey le dice: “Oh Dios, yo con limpieza de corazón he hecho esto. Ella me dijo de Abraham que él era su hermano, y él también me dijo lo mismo”.

Dios le dice: “Por esa causa es que te he aparecido, porque sé que lo has hecho con buena intención y tú no sabes que ella es casada. Devuelve la mujer a su esposo, y que él ore por ti para que sea resuelto el problema. Y si no lo haces, eres hombre muerto”.

De seguro ese fue el día que más madrugó el rey. Se levantó bien temprano, llamó a sus siervos, y a sus consejeros les contó lo que había soñado; y todos temblaron también, estaban todos temblando.

Llamaron a Abraham y a Sara, y la colocaron ahí frente a Abraham, y le dice: “¿Qué es lo que tú has hecho conmigo, Abraham? Me has dicho que Sara es tu hermana, y ella es tu esposa. Dios me ha hablado y me ha dicho esto”.

Abraham le explica, le dice: “Yo creí que este era un territorio de gente que no temía a Dios, y viendo a mi esposa que era hermosa me iban a matar a mí para quedarse con ella. Esa fue la causa por la cual yo actué en esa forma”.

Ahora vean, Dios no regañó a Abraham. Y ahora Abraham le da esa explicación. Y ahora el rey le dice: “Estuve a punto de pecar ante Dios. Aquí está tu esposa”; y le entregó una dote, un dinero, platas pesadas allí, y todo (y no sé si ganado también, y de todo). Y después le dice: “Y ahora, habita donde tú quieras, en mi territorio”. O sea, siguió amando a Abraham, siguió tratándolo bien.

Y ahora Abraham tenía que orar por el rey, para que Dios lo perdonara y abriera la matriz de los animales y de las mujeres, para que la reproducción allí continuara y no dejara de existir aquella nación, aquel rey con toda su gente y sus animales.

Ahora vean cómo este rey se enamoró de Sara y quería casarse con ella, y Sara tenía 89 años. Pero es que Sara, por causa de la bendición de Dios para tener el hijo prometido que Dios le dijo que le daría a Abraham por medio de ella, pues Dios la rejuveneció; y también Abraham había sido rejuvenecido; y por eso se fueron del sitio donde vivían a ese otro territorio.

Y ahora, vean ustedes cómo cuando Abraham tuvo 100 años y Sara 90, el hijo prometido apareció.

Ahora, cada 50 años, el año 50 en medio del pueblo hebreo es año de jubileo; y en la vida de Abraham ese era el segundo año de jubileo. El primero fue el año 50 de su vida y el segundo era el año número 100. Y qué tremendo jubileo tuvo Abraham.

Pues, miren, cuando le nació el hijo prometido, eso fue gozo, alegría, regocijo para Abraham, grande jubileo para Abraham, y para Sara también; y luego, cuando cumplió los ocho días, lo circuncidó e hizo una gran fiesta para Isaac; o sea que estaba de jubileo Abraham con 100 años. El año número 100 de Abraham fue un año de jubileo, jubileo interior y jubileo exterior también.

Y ahora, miren ustedes, cuando Cristo vino dos mil años atrás, encontramos que vino en un ciclo divino del Programa Divino de Jubileo. Por eso estuvo predicando el año de la buena voluntad de Jehová, el año de misericordia para el ser humano, el año agradable del Señor; y ese ciclo divino corresponde a la etapa de la Piedra Angular.

Por eso Cristo, al venir dos mil años atrás en Su Primera Venida, es la Piedra del Ángulo, la cual los edificadores desecharon8; y para el Día Postrero está prometida la Segunda Venida de Cristo.

Ahora, ¿qué fue la Primera Venida de Cristo? Fue la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová (el cual tiene el Nombre de Dios), viniendo en carne humana, en un velo de carne, el cual ha tenido por nombre Jesús.

Por eso pudo llevar a cabo la Obra de Redención con ese cuerpo allá en la Cruz del Calvario, porque es un cuerpo que vino sin pecado, por cuanto fue creado por Dios en el vientre de María cuando Dios creó en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre el célula; y fue creado así, fue formado así, el cuerpo de Jesús, el cual nació en Belén de Judea conforme a la promesa divina, y nació por medio de la virgen María, como había sido dicho por el profeta Isaías en el capítulo 7, verso 14:

“He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y (se) llamará su nombre Emanuel (que traducido es: Dios con nosotros)”.

Era Dios con nosotros dos mil años atrás, en carne humana, llamado Jesús. Era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto en un velo de carne, para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; pues ninguna otra persona podía morir para quitar el pecado, porque todos los seres humanos habían venido por medio de una raza caída; y por eso han venido por medio de la unión de un hombre y de una mujer, y ya vienen contaminados con el pecado.

Por eso es que el ser humano luego de la caída en el Huerto del Edén fue destituido de la gloria de Dios; y el ser humano de ahí en adelante no podía pasar por la sexta dimensión —antes de venir a esta Tierra— para tomar un cuerpo teofánico y luego venir a esta Tierra y tomar un cuerpo eterno, sino que el ser humano ha estado viniendo por otra ruta o por otra dimensión: ha estado viniendo a esta Tierra por medio de la unión de un hombre y de una mujer, y ha nacido en estos cuerpos mortales. Hemos nacido en estos cuerpos mortales y hemos obtenido un espíritu del mundo cuando hemos nacido en estos cuerpos mortales.

Y por eso es que Cristo enseñó a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”, o sea, no lo puede entender, no puede entender el Reino de los Cielos.

Nicodemo pensó que era nacer de nuevo por medio de una mujer, y le dice: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?”. Jesús le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” o “al Reino de Dios”.

Ahora, se requiere un nuevo nacimiento, conforme al Señor Jesucristo (y en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6, es que le habló a Nicodemo). Y ahora ese nuevo nacimiento se obtiene por medio de creer en Jesucristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo.

Y así la persona obtiene un espíritu teofánico de la sexta dimensión, y así comienza aquí en la Tierra por la forma correcta: con vida eterna; porque al recibir a Cristo como su Salvador y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo: ha nacido de nuevo, y tiene vida eterna, ha obtenido vida eterna. Y ahora solamente lo que le falta a la persona que ya ha obtenido el nuevo nacimiento es el nuevo cuerpo que Él nos dará en el Día Postrero.

Pues Cristo hablando acerca de los que han creído en Él y han partido (o sea, se les ha terminado el tiempo aquí en estos cuerpos mortales), miren lo que dice en San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero (¿Cuándo? En el Día Postrero).

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

¿Para cuándo Cristo ha prometido la resurrección de los muertos en Cristo, o sea, de los creyentes en Él que han partido? Él dice que es para el Día Postrero. ¿Y cuál es el Día Postrero?, pues la Escritura nos habla de los días postreros y también nos habla del Día Postrero.

San Pablo nos habla de los días postreros y San Pedro; y nos enseñan ellos que ya para los días en que ellos vivieron y que vivió Jesús aquí en la Tierra eran los días postreros.

Por ejemplo, tenemos a San Pablo hablándonos de los días postreros en el capítulo 1 de su carta a los Hebreos… Capítulo 1 de su carta a los Hebreos, verso 1 en adelante dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.

¿Cuándo dice que Dios habló por medio de Su Hijo? Dice que en los postreros días, y ya han transcurrido dos mil años.

San Pedro también, en el capítulo 2, verso 14 al 20, del libro de los Hechos, cuando fueron llenos del Espíritu Santo el Día de Pentecostés, en la mañana de ese Día de Pentecostés (o sea, en la cuarta vigilia), algunas personas pensaban que estaban borrachos, pero no estaban borrachos. San Pedro dijo:

“No están ebrios, como ustedes suponen, sino que esto es lo dicho por el profeta Joel:

Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán…”.

Y sigue así enumerando todas las cosas que estarían sucediendo en estas personas que recibirían el Espíritu de Cristo, los cuales así obtendrían el nuevo nacimiento.

Y ahora, dice San Pedro que esta es una promesa para los postreros días, y ya Dios estaba derramando de Su Espíritu el Día de Pentecostés; y ya han transcurrido dos mil años y han sido millones de seres humanos los que han recibido el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo.

Y todavía siguen personas creyendo en Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo en este tiempo final. ¿Por qué? Porque todavía estamos ¿dónde? En los postreros días.

¿Y entonces qué son los postreros días?, porque ya han transcurrido dos mil años y todavía estamos en los postreros días. ¿Y desde aquel tiempo de Jesús eran ya los postreros días? Es que San Pedro también nos dice en su segunda carta, capítulo 3, verso 8, acerca de lo que son… lo que es y lo que son los días delante de Dios. Nos dice aquí lo que es un día delante de Dios: dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8:

“Mas, oh amados, no ignoréis esto…”.

“… no ignoréis esto…”. El que lo ignora nunca puede saber qué son los días postreros; pero el que no lo ignora, miren lo que dice aquí:

“… que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.

¿Y de dónde sacó Pedro esto? Pues del Salmo 90, verso 4, que es un salmo del profeta Moisés que da testimonio de esta verdad.

Ahora, un día delante del Señor para los seres humanos es un milenio, o sea, un día milenial, mil años; y por eso desde los días de Jesús estamos en los días postreros.

Cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzaron los días postreros, porque comenzó el quinto milenio cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad; y así comenzaron delante de Dios los días postreros, y para los seres humanos comenzaron los tres milenios postreros, que son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.

Miren dónde comenzaron los días postreros. Por eso ustedes encuentran en la Escritura, en el Nuevo Testamento, que los apóstoles hablan de los días postreros como aquellos días. ¿Por qué? Porque comenzaron en aquellos días los días postreros.

Ahora, Jesucristo también habla del Día Postrero, y diferentes Escrituras hablan del Día Postrero también.

Por ejemplo, en el Apocalipsis se nos habla del Día del Señor. El Día del Señor es el Día Postrero, así como para el pueblo hebreo el sábado —que es el séptimo día de la semana— es el día del Señor, el cual ellos apartan para estar en el servicio a Dios en la sinagoga, y también estar en sus hogares sin hacer otras cosas, sino las cosas que corresponden al servicio de Dios señaladas para ese día; y ese séptimo día representa el séptimo milenio.

Siendo el séptimo día el último día de la semana, el postrer día de la semana, el séptimo milenio es el Día Postrero delante de Dios, de esos tres días postreros.

Ahora, ese séptimo milenio es llamado también el Día de Jehová o Día del Señor, en el cual Dios juzgará a la humanidad y en el cual también Cristo resucitará a los muertos que han creído en Él y han partido, y a los que estamos vivos nos transformará.

Ahora, ¿en qué año del séptimo milenio? No sabemos; pero en alguno de los años del séptimo milenio ocurrirá el cumplimiento de esa promesa.

Ahora, hemos visto qué son los días postreros y hemos visto cuál es el Día Postrero de los tres días postreros.

Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene (pues el calendario está atrasado), pues ya estamos en el Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio para los seres humanos. Si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, entonces falta lo que queda del año 1998 (o sea, 6 meses, digamos) y lo que queda del año 99 (que son 12 meses) y lo que queda del año 2000 (que son 12 meses más); digamos, dos años y medio, y entramos al séptimo milenio, que es el Día Postrero delante de Dios.

¿Pero se le habrá atrasado el calendario a Dios? Si no se le ha atrasado a Dios el calendario, entonces ya estamos en el Día Postrero. Por eso es que para este tiempo el llamado de Cristo, el llamado de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final o Trompeta de Dios, llama y junta a los escogidos de Dios en este tiempo final.

De edad en edad hemos tenido un territorio donde se ha cumplido cada edad de la Iglesia de Jesucristo entre los gentiles: el primer territorio…

Luego del territorio de Israel, donde comenzó la Iglesia de Jesucristo con hebreos, luego continuó con gentiles; y el territorio donde se cumplió la primera etapa o edad de la Iglesia gentil fue en Asia Menor; luego, la segunda etapa de la Iglesia de Jesucristo entre los gentiles se cumplió en Francia (vean, pasó de Asia Menor a Europa). Y en esos territorios, vean ustedes…

Para Asia Menor como mensajero Dios envió a San Pablo, a través del cual se reveló, se manifestó, y era Dios, Cristo en San Pablo; por eso San Pablo decía9: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”.

Y ahora, Cristo en Espíritu Santo ha estado manifestado de edad en edad en el territorio donde se ha cumplido cada edad; se ha manifestado por medio del mensajero de cada edad.

En Asia Menor en San Pablo, en Francia por medio de Ireneo, luego en Francia y en Hungría por medio de Martín, luego en Irlanda y Escocia por medio de Colombo, luego en Alemania por medio de Lutero, luego en Inglaterra por medio de Wesley y luego en Norteamérica por medio del reverendo William Branham. Esos son los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.

Y luego, ¿no ha dejado Dios nada para la América Latina y el Caribe? Hay una edad eterna: la Edad de la Piedra Angular. Y Jesucristo, en Su manifestación final en este tiempo final, en el Día Postrero, en el tiempo final, Él tiene esa manifestación en Su Programa para la América Latina y el Caribe.

Vean cómo ha venido viajando de Asia Menor, Europa, Norteamérica, y en este tiempo la América Latina y el Caribe. Por eso es que en la América Latina y el Caribe surge de parte de Dios el llamado de la Gran Voz de Trompeta llamando y juntando a todos los escogidos de Dios.

Y por medio de ese Mensaje del Evangelio del Reino, que es el Mensaje de la séptima dispensación, de la Dispensación del Reino, son abiertos estos misterios que no estaban abiertos en edades pasadas, son abiertos a los escogidos de Dios.

Y el misterio del Séptimo Sello —que es el misterio de la Segunda Venida de Cristo— es abierto a todos los hijos e hijas de Dios: este misterio de la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová viniendo para el tiempo final como vino dos mil años atrás, el cual vino en carne humana en un velo de carne llamado Jesús, Jesús de Nazaret, a través del cual llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; para este tiempo final, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, estará manifestado en medio de Su Iglesia.

Y ahora, así como vino con un nombre (que significaba ‘Salvador’ o ‘Redentor’), ahora, dice Jesús en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, que escribirá el Nombre de Dios (o sea, el Nombre de Su Padre, el Nombre de Dios) y el Nombre de la Ciudad de Su Dios y Su Nombre Nuevo, ¿dónde? En el Vencedor.

Por lo tanto, en el Vencedor habrá una manifestación poderosa del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, de Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero, que será el Vencedor en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular.

Ese es el misterio de la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, a Su Iglesia en el Día Postrero, por medio de Su Ángel Mensajero, que es el profeta de la Dispensación del Reino (de la séptima dispensación) con el Mensaje del Evangelio del Reino. Es la primera ocasión en que Jesucristo envía a Su Iglesia un profeta dispensacional.

San Pablo fue un poderoso profeta y apóstol, pero no fue un profeta dispensacional. San Pedro tampoco fue un profeta dispensacional, aunque era apóstol y profeta. Y los siete ángeles mensajeros, aunque entre ellos hubo mensajeros que fueron profetas, como Pablo, Ireneo, Martín y también el reverendo William Branham, pero ninguno de ellos fue un profeta dispensacional.

Pero para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular, Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿A quién dice Jesucristo que ha enviado? A Su Ángel Mensajero.

Ese es el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino. Ese es el Ángel Mensajero en el cual Cristo estará manifestado en el Día Postrero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, como Él lo ha prometido en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, donde dice:

“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

¿Quién dice que nos mostrará las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en las siete etapas o edades de la Iglesia gentil? Cristo dice que nos va a mostrar todas esas cosas.

Ahora, ¿por medio de quién nos mostrará todas estas cosas?, ¿por medio de quién estará manifestado Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero dándonos a conocer todas estas cosas? En quien esté manifestado en el Día Postrero, estará —por medio de él— revelando estas cosas que deben suceder pronto; y tiene que ser un profeta, porque es a los profetas de Dios que viene la revelación de Dios, viene la Palabra de Dios.

Y veamos en Apocalipsis 22, verso 6, quién es esa persona en el cual y a través del cual será dado a conocer, Cristo estará dando a conocer, todas estas cosas que deben suceder pronto:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto. Porque este es el Ángel Mensajero de Jesucristo para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino ungido con el Espíritu Santo, ungido con el Ángel del Pacto: el Ángel del Pacto en él manifestado.

Estuvo manifestado en cada mensajero en el pasado parcialmente, en la porción correspondiente a cada edad. Y ahora para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular, estará manifestado en la forma que corresponde al Día Postrero y a la Edad de la Piedra Angular, para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, en el Día Postrero (o sea, el séptimo milenio) y en la Edad de la Piedra Angular; y por eso viene con el Mensaje del Evangelio del Reino, y con ese Mensaje nos abre las Escrituras y nos da a conocer todas las cosas que deben suceder en este tiempo final.

Su Mensaje está representado o simbolizado en la Gran Voz de Trompeta o Trompeta de Dios, con el cual son llamadas y juntadas todas las ovejas del Señor, todos los elegidos de Dios. “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a todos Sus escogidos”. San Mateo, capítulo 24 y verso 31, así dice el Señor en ese pasaje.

Y también San Pablo nos habla de la Trompeta Final, y nos dice que “será tocada la Trompeta, y los muertos en Cristo resucitarán primero, y luego nosotros los que vivimos seremos transformados”; y después, pues seremos arrebatados al Cielo para ir a la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo en el Cielo; pero ya tendremos el cuerpo eterno, el cuerpo nuevo que Él ha prometido para todos nosotros.

Ahora, vean cómo Cristo para este tiempo final tiene grandes bendiciones para los creyentes en Él.

Y ahora, todo esto estará ocurriendo no en medio de la sierva, de la esclava (el pueblo hebreo), sino en medio de la libre: en medio de Sara, pues Sara representa la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora podemos ver que todo esto ocurre conforme a la Escritura para y en el tiempo final, en el Día Postrero. Y es por medio de la Sara espiritual (que es la Iglesia) que vienen los hijos e hijas de Dios, aparecen en esta Tierra, reciben a Cristo como su Salvador y nacen en la Iglesia de Jesucristo, representada en Sara, y también representada en la virgen María.

Ahora podemos ver que así como por medio de Sara vino Isaac, y de Isaac después, más adelante, vino Jacob, y de Jacob vinieron los patriarcas —y de los patriarcas vinieron todos sus descendientes y formaron la nación hebrea, el pueblo hebreo, un pueblo creado por Dios, una nación creada por Dios—, ahora por medio de la Sara espiritual vienen los hijos e hijas de Dios, que forman el Israel celestial.

Ahora vean ustedes lo que Pablo nos decía: que Sara ¿representa a quién? A la Jerusalén celestial, la cual es madre de todos nosotros; y esa es la Iglesia del Señor Jesucristo con Sus hijos, y pertenecen al Israel celestial y a la Jerusalén celestial. Por eso es que nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Ahora, veamos algo muy importante.

La Primera Venida de Cristo, que fue la Venida del Ángel del Pacto vestido de carne humana, en aquel velo de carne sencillo llamado Jesús de Nazaret, aquel joven carpintero, ¿se tenía que cumplir dónde? En medio del Israel terrenal. Es el pueblo con el cual Dios estaba tratando en aquel tiempo; aunque está representado en Agar, en la alegoría que muestra San Pablo. Y luego Cristo se ha tornado a los gentiles y ha estado llamando de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre.

Dios trata con el pueblo hebreo, con ellos, como una nación; pero con los gentiles Dios trata con individuos que creen en Cristo como su Salvador y lavan sus pecados en la Sangre de Jesucristo y reciben Su Espíritu Santo. O sea que de entre los gentiles Dios no tiene ninguna nación que pueda decir que es una nación de Dios creada por Dios. La única nación creada por Dios es la nación hebrea; ella es la nación que tiene la Bendición de la Primogenitura como nación.

Ahora, el Israel celestial, que es la nación celestial, formada por los redimidos por la Sangre de Cristo, que vienen por medio de la Iglesia de Jesucristo (representada en Sara y también representada en la virgen María), vean ustedes, son ciudadanos celestiales, porque han nacido del Cielo. ¿Y sus almas han venido de dónde? Del Cielo también. Por eso han obtenido un cuerpo celestial, un cuerpo teofánico, llamado el Ángel de Jehová, que acampa en derredor de los que le temen y los defiende10.

Y cuando la persona parte de esta Tierra, muere su cuerpo físico, va a vivir al Paraíso con y en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y espera en esa dimensión, donde hay árboles, hay animales, hay pajaritos, hay ríos; y todas las cosas bonitas y buenas que usted ve aquí, como árboles, animales, flores, ríos y así por el estilo, las hay allí también, pero de otra dimensión; y para poder disfrutar de ellas hay que estar en un cuerpo de esa dimensión, como para disfrutar de las cosas buenas que hay aquí tenemos que estar en un cuerpo de esta dimensión.

Y ahora, vean ustedes cómo todos los que han sido redimidos por la Sangre de Cristo tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.

No importa el nombre que sus padres terrenales le hayan puesto aquí en la Tierra, Dios le ha colocado un nombre a cada uno de Sus hijos desde antes de la fundación del mundo; y ese es el nombre con el cual cada hijo de Dios vivirá en el nuevo cuerpo por toda la eternidad.

Ahora, vean ustedes, son los padres los que les colocan el nombre a sus hijos; y nuestros padres terrenales nos han colocado el nombre que ellos han sentido que es el mejor para nosotros. Pero nuestro Padre celestial nos ha colocado el nombre que Él vio para nosotros mejor; y ese nombre fue primero que el nombre que nuestros padres nos colocaron.

Ahora, podemos ver que también, desde antes de la fundación del mundo ya Dios diseñó y predestinó para todos nosotros la clase de cuerpo físico que hemos de tener: un nuevo cuerpo eterno, jovencito, inmortal e incorruptible, el cual no se enfermará y no morirá.

En este cuerpo mortal, pues nos toca vivir una temporada nada más, pero nuestros padres terrenales no pudieron darnos un cuerpo eterno; pero nuestro Dios, nuestro Padre celestial, sí nos ha prometido un cuerpo eterno. Por eso es que se requiere que la persona nazca de Dios: nazca del Agua y del Espíritu, como ha dicho Jesucristo, para poder vivir eternamente; porque con lo que nuestros padres terrenales nos han dado solamente podemos vivir una temporada aquí en la Tierra; pero mucho hicieron ellos por nosotros.

Gracias a Dios por nuestros padres terrenales. Honremos a nuestros padres terrenales y ayudemos a nuestros padres terrenales siempre; y oremos por ellos, para que ellos también puedan vivir eternamente y puedan así tener un cuerpo eterno, como Cristo ha prometido para todos los creyentes en Él. Que tenga Dios misericordia de nuestros padres terrenales.

Así como ellos han deseado lo mejor para nosotros, nosotros deseamos lo mejor para ellos también: la vida eterna, la cual será con un cuerpo eterno.

Y todos seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, con un cuerpo eterno y glorificado, e inmortal, el cual ni los años que le pasen por encima se notarán.

Cuando usted reciba ese nuevo cuerpo, se podrá ver en el espejo, y verá que es un cuerpo tan jovencito que representará de 18 a 21 años de edad; y se podrá ver mil años después y notará que no se ha puesto viejo. Seguirá representando de 18 a 21 años de edad. Después se podrá mirar un millón de años después y notará que se ve igualito a como se veía cuando usted lo recibió la primera vez. ¿Por qué? Porque es un cuerpo eterno y glorificado, un cuerpo inmortal, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Y estando en ese cuerpo es que nosotros reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

Ahora vean que los que reinarán con Cristo son los hijos de la Jerusalén celestial, representados en Isaac, el hijo de Abraham por medio de Sara. Por eso es que somos hijos e hijas de Abraham por medio de nuestro amado Señor Jesucristo.

Vean cómo nos dice San Pablo (ya estamos llegando al final, aquí en lo que corresponde para esta ocasión); dice San Pablo en el capítulo 3, verso 26 al 29, de su carta a los Gálatas:

“… pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;

porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”.

Linaje de Abraham por medio de la Iglesia de Jesucristo, representada en Sara.

Ahora vean cómo Cristo ha producido ese nuevo nacimiento en nosotros, y hemos nacido por medio del Agua y del Espíritu de Cristo, y hemos nacido en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, ese ha sido un nacimiento celestial. Por eso es que tiene un cuerpo celestial: el cuerpo teofánico de la sexta dimensión que ha recibido cuando creyó en Cristo como su Salvador, lavó sus pecados en la Sangre de Cristo y recibió Su Espíritu Santo; y pronto tendrá un cuerpo físico glorificado y eterno, como el de nuestro amado Señor Jesucristo.

Pero ya hemos recibido el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que es un cuerpo como el cuerpo del Señor Jesucristo de la sexta dimensión; un cuerpo como el que le apareció a Abraham y también a Jacob, llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto.

Ese es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión: de la sexta dimensión; y esa es la clase de cuerpo que hemos recibido cuando hemos creído en Cristo como nuestro Salvador y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo y hemos recibido Su Espíritu Santo: hemos obtenido un nuevo nacimiento; hemos nacido de nuevo y hemos nacido en otra dimensión.

Un cuerpo ha nacido para nosotros en otra dimensión, por creación divina; y ahora solamente falta que Él nos dé por creación divina el nuevo cuerpo físico eterno y glorificado; y con el cuerpo teofánico entraremos al cuerpo físico, y viviremos ahí por toda la eternidad.

Ahora, hemos visto este misterio de los hijos de Dios, del Cielo, que son el Israel celestial, y por consiguiente son linaje de Abraham por medio de Cristo; y Cristo es el Hijo prometido, la Simiente prometida a Abraham, que fue representada en Isaac.

Isaac es el hijo prometido según la carne, pero ahora Cristo es el Hijo prometido del Cielo, que vendría por medio de la descendencia de Abraham; y por eso tuvo que venir en medio del pueblo hebreo en Su Primera Venida.

Y para este tiempo final la Iglesia de Jesucristo es la que ha tenido la promesa de la Segunda Venida de Cristo. Por lo tanto, para Su Segunda Venida, Él vendrá por medio del Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y dos mil años atrás, aunque… siendo el Rey de Israel… porque es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el mismo Dios, el cual reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todo el planeta Tierra, porque Él es el Rey de los Cielos y de la Tierra; en Su Primera Venida Él vino para llevar a cabo la Obra de Redención.

Para Su Segunda Venida el Ángel del Pacto viene conforme a Apocalipsis, capítulo 19, que es la Venida del Verbo, la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; y tiene escrito este nombre en Su muslo y en Su vestidura: Rey de reyes y Señor de señores. Él viene como Rey en el Día Postrero, por medio de la Sara espiritual, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, vean ustedes cómo Cristo, el Ángel del Pacto, para el tiempo final estará manifestado en medio de Su Iglesia, y después se revelará al pueblo hebreo.

Ahora, el glorioso Reino Milenial de Cristo, el cual es el Reino de David, con el Trono de David siendo ocupado por Cristo, el Ángel del Pacto…

Vean ustedes, para esta manifestación final, en el tiempo final, Su Venida tiene que ser por medio de un hijo de la Sara espiritual, tiene que venir manifestado en un hijo de Abraham, del Cielo; o sea que tiene que venir conforme al Programa que corresponde a este tiempo final.

Luego, cuando estemos transformados nosotros, veremos a Jesucristo en Su cuerpo eterno, Su cuerpo glorificado; y estaremos con Él por el Milenio y por toda la eternidad con un cuerpo igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, para este tiempo final el Ángel del Pacto vendrá manifestado en carne humana en medio de Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular, en el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular, que también es el Ángel Mensajero, el profeta mensajero de la Dispensación del Reino.

O sea que el Ángel del Pacto no podrá manifestarse en este tiempo final por medio de la esclava, sino por medio de la libre, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. O sea que ningún político del pueblo hebreo podrá sentarse en el Trono de David como rey para reinar sobre el pueblo hebreo.

Cristo ha hecho una promesa en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, que dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en Su Trono”. El Trono de Cristo es el Trono de David.

El Arcángel Gabriel le dijo a la virgen María, hablándole de ese Trono, le dijo de la siguiente manera: “Y ahora…”.  Capítulo 1, verso 30, de San Lucas, dice:

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.

¿Quién es el heredero al Reino y quién es el heredero al Trono de David? Cristo, el que nació por medio de la virgen María.

Y ahora, Él para el tiempo final dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. ¿En qué trono? En el Trono del Cielo, cuando Cristo venció y ascendió al Cielo.

Y ahora, Cristo se sentará en el Trono de David y con Él se sentará el Vencedor; esa es la promesa que Cristo ha hecho.

Eso es lo mismo que querían Jacobo y Juan cuando fueron con su madre donde Jesús para pedirle que en el Reino de Cristo el uno estuviera a Su derecha y el otro a Su izquierda; pero Cristo le dijo que eso no era de Él darlo, sino a aquellos a quienes estaba ordenado por Dios11. Esto es para el Día Postrero, para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra.

Y cuando fue mostrado en la visión del Monte de la Transfiguración, allí estaban Moisés y Elías, uno a cada lado de Cristo12. O sea que nos habla de los ministerios de Moisés y Elías siendo manifestados en la Dispensación del Reino; y donde esté Cristo, ahí estarán Moisés y Elías.

Esos ministerios de Moisés y Elías estarán donde esté el ministerio de Jesucristo en el Día Postrero. Donde esté el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto (que es Jesucristo en Su cuerpo teofánico), donde Él esté manifestado estarán manifestados también los ministerios de Moisés y de Elías. Es un misterio grande, pero es lo que está prometido para este tiempo final.

Ahora, el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo; él solamente es el instrumento de Cristo para este tiempo final, a través del cual Cristo estará manifestado y estará cumpliendo todas estas promesas hechas para este tiempo final.

Y estará manifestado Cristo en Su Ángel Mensajero, en medio de Su Iglesia primeramente, dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así estará llamando y juntando a todos Sus escogidos con esa Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, revelándoles el misterio de la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová en el Día Postrero, en carne humana en Su Ángel Mensajero; y luego seremos transformados, cuando los muertos en Cristo resuciten; y ya con el cuerpo nuevo, entonces iremos a la Cena de las Bodas del Cordero.

Estando en el cuerpo nuevo veremos también a Jesucristo nuestro Salvador en Su cuerpo glorificado, porque tendremos cuerpos glorificados como el cuerpo del Señor Jesucristo; y estando en ese nuevo cuerpo es que reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

Ahora, no heredará el hijo de la sierva, no heredará ningún hijo de la sierva, con el hijo de la libre.

Cristo estará reinando por mil años y luego por toda la eternidad, pero ninguna persona estará reinando bajo la Ley, porque será una nueva dispensación, la Dispensación del Reino. Los que reinarán con Cristo estarán bajo la Dispensación del Reino durante el Reino Milenial. Así que podemos ver este orden para el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.

Los que reinarán con Cristo, ¿son los hijos de quién? De la libre, los cuales son reyes y sacerdotes con nuestro amado Señor Jesucristo. Y al Ángel Mensajero vencedor, que estará en el Día Postrero, Cristo ha dicho: “Se sentará conmigo en mi Trono”. Ese es el siervo fiel y prudente13 que estará en el Día Postrero, y estará dándoles el Alimento a tiempo a todos los hijos e hijas de Dios, en medio del Israel celestial, que es la Iglesia de Jesucristo.

Ahora podemos ver este misterio, y podemos ver que NO HEREDARÁ EL HIJO DE LA SIERVA CON EL HIJO DE LA LIBRE.

Los hijos de la sierva están bajo la Ley, pero los hijos de la libre están bajo el Nuevo Pacto de la Sangre de Jesucristo.

Son los que están bajo el Nuevo Pacto de Cristo los que reinarán con Él por mil años y luego por toda la eternidad como reyes y sacerdotes; porque NO HEREDARÁ EL HIJO DE LA SIERVA CON EL HIJO DE LA LIBRE.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche dándoles testimonio de nuestro tema de esta noche: “NO HEREDARÁ EL HIJO DE LA SIERVA CON EL HIJO DE LA LIBRE”.

A través de otras conferencias, que ya están grabadas, podrán obtener más conocimiento acerca de este misterio; porque para dar todo lo que conlleva la revelación contenida en estas palabras se requiere suficiente tiempo, porque tiene muchos ángulos, muchos detalles muy importantes, y todos de bendición para todos ustedes y para mí también; porque no somos hijos de la esclava, sino de la libre: de la Jerusalén celestial, de la Iglesia del Señor Jesucristo; porque por medio de Su Iglesia es que Cristo ha estado trayendo hijos e hijas de Dios.

Algunas personas dicen: “Qué bueno hubiese sido, hubiera sido que Jesucristo hubiera tenido hijos”. Pues miren, el hombre que más hijos ha tenido es nuestro amado Señor Jesucristo, por medio de creación divina, produciendo el nuevo nacimiento en millones de seres humanos.

Él es el segundo Adán, y por medio del segundo Adán somos hijos de la promesa; somos descendientes, simiente de Abraham por medio de Jesucristo el Hijo de Abraham.

Es por medio de Jesucristo el Hijo de Abraham, la Simiente de Abraham, que todas las naciones serían benditas, bendecidas. Por eso pasó la bendición de Abraham a los gentiles, para llamar de entre los gentiles un pueblo para Su nombre.

Ahora vean cómo la descendencia de Abraham es como las estrellas del cielo también. ¿Por qué? Porque representa al Israel celestial, a los hijos e hijas de Dios por medio de Jesucristo, produciendo el nuevo nacimiento y naciendo todos nosotros espiritualmente en la Iglesia de Jesucristo.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche, dándole gracias a Cristo nuestro Salvador por Sus bendiciones.

Pasen todos muy buenas noches, y con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín; y muchas gracias por vuestra amable atención.

“NO HEREDARÁ EL HIJO DE LA SIERVA CON EL HIJO DE LA LIBRE”.

[Revisión septiembre 2019]

1 San Mateo 16:17

2 Hechos 9:3-5

3 Hechos 9:6-19

4 San Marcos 3:17 – Boanerges

5 Hebreos 7:1-3

6 Génesis 12:11-13

7 Génesis 20

8 Salmos 118:22, S. Mateo 21:42, S. Marcos 12:10, S. Lucas 20:17, 1 Pedro 2:7

9 Gálatas 2:20

10 Salmos 34:7

11 San Mateo 20:20-23, San Marcos 10:35-40

12 San Mateo 17:1-3, San Marcos 9:1-4, San Lucas 9:28-30

13 San Mateo 24:45-47

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