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Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, amados amigos y hermanos, y también todos los ministros presentes, y también los que están en otras naciones. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos un pasaje del capítulo 24 de San Mateo, que es un pasaje profético, donde nos dice Cristo en el capítulo 24 de San Mateo, versos 37 en adelante, dice:
“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.
Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.
Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.
Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.
Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.
Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.
¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “¿QUIÉN ES, PUES, EL SIERVO FIEL Y PRUDENTE?”.
En este pasaje nos habla de la Venida del Hijo del Hombre, que será como en los días de Noé; también nos habla que será como en los días de Lot (ya eso está en San Lucas)[1]; y también nos dice que tenemos que velar, ¿velar por qué? Por la Venida del Señor; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que la gente no sabe que ha de venir.
También nos dice o nos pregunta: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su Señor sobre Su Casa para que les dé el alimento a tiempo? De cierto os digo…”. Dice Cristo:
“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así (o sea, el siervo que esté haciendo esa labor en el tiempo de la Venida del Señor será bienaventurado).
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
Para comenzar, tenemos que saber cuál es la Casa del Señor, pues dice que le pondrá sobre Su Casa: “Al cual puso su señor sobre su casa”.
Vamos a ver primero cuál es la Casa del Señor; porque todo esto estará ocurriendo en la Casa del Señor. Hebreos, capítulo 3, tiene la respuesta. Hebreos, capítulo 3, dice, verso 5 en adelante (para no leer mucho), dice:
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.
Y ahora, la Casa del Señor somos nosotros; porque la Casa del Señor es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y en Efesios, capítulo 2, San Pablo nos habla también algo muy importante que no podemos dejar pasar por alto, para tener más luz acerca de este tema que estamos hablando. Dice capítulo 2, verso 19 al 22, en la carta a los Efesios, así dice San Pablo:
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.
Y ahora, aquí la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los creyentes en Cristo es el Templo espiritual de Cristo, es la Casa de Dios, es la Familia de Dios: Casa, Familia, descendencia de Dios, miembros de la Familia de Dios, hijos e hijas de Dios.
Y ahora, también nos dice San Pablo en otros pasajes bíblicos de sus cartas a las diferentes congregaciones o iglesias, como a la iglesia de los corintios, que somos templo de Dios, y también la Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes es un Templo de Dios. Vean aquí, Primera de Corintios, capítulo 3, verso 9 en adelante, dice:
“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”.
Como edificio de Dios: Templo de Dios. Ya el templo de Jerusalén fue destruido y no hay sacrificio allá en Israel; pero hay un Templo que está siendo construido, y es la Iglesia del Señor Jesucristo; y hay un Templo celestial, donde Cristo está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como único y suficiente Salvador. Dice:
“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica”.
Y ahora, como arquitecto, vean ustedes, él estuvo haciendo la labor —de parte de Dios— del diseño que Dios le mostraba para Su Iglesia; por eso dijo: “A unos Dios ha colocado (en Su Iglesia) apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores; y a otros, maestros”[2]; esos son los ministerios en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y vean cómo el apóstol San Pablo, con toda esa revelación que recibió de Dios, pudo poner el fundamento como un perito arquitecto en el campo espiritual. Dice:
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”.
O sea que la Iglesia del Señor está edificada sobre un fundamento seguro, sobre la revelación de Jesucristo, de quién es Jesucristo; Jesucristo es el fundamento.
No puede venir otra persona en ninguna de las etapas de la Iglesia y entrar al cristianismo y decir: “No, Mahoma o Buda es el fundamento”. No, no cabe ahí. Es esa otra religión que funciona aparte, y el fundamento de esa otra religión, si es…, puede ser Buda o puede ser Mahoma o puede ser otra persona. Pero el fundamento del cristianismo es Cristo; por eso se llama cristianismo, porque Cristo es su fundamento.
“Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,
la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”.
Y ahora, ahí podemos ver lo grande que es la Iglesia del Señor Jesucristo delante de Dios; es el Templo de Dios, en donde Dios mora en Espíritu Santo. Y ese Templo, así como el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, que tenían atrio, lugar santo y lugar santísimo; ese Templo que Dios ha estado edificando de etapa en etapa tiene Atrio, Lugar Santo y Lugar Santísimo.
De Adán hasta Cristo: el Atrio.
De Cristo y los apóstoles, o de los apóstoles hasta la séptima etapa o edad de la Iglesia: Lugar Santo; por eso hubo siete mensajeros, que estaban representados en las siete luces que hubo en el candelabro, el candelabro que tenía siete lámparas (cada lámpara representa una etapa de la Iglesia), con una luz en cada lámpara para alumbrar en el lugar santo del templo[3].
Así ha sido en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y por eso Cristo en Apocalipsis, capítulo 1, aparece con las siete estrellas en Su mano[4]: los siete mensajeros que Él ha enviado a Su Iglesia de edad en edad, como envió mensajeros a la Iglesia del Antiguo Testamento, que era el pueblo hebreo bajo la Ley. Para el Nuevo Testamento Él dijo que enviaría también mensajeros, profetas.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo es el Nuevo Templo que está siendo construido, y que ha pasado por diferentes etapas, en donde Dios mora en los creyentes, acá en el alma de los creyentes.
El ser humano también es un templo para Dios morar en él, por eso tiene atrio, lugar santo y lugar santísimo.
El atrio es el cuerpo, el lugar santo es el espíritu y el lugar santísimo es el alma de la persona, que es lo que en realidad es la persona; y por eso es que el alma tiene libre albedrío: para creer a Dios o para ser incrédulo.
Y ahora, el ser humano es lo más importante de la Creación de Dios; y por eso el Mesías-Príncipe cuando apareció era un hombre también; apareció en la corona de la Creación de Dios, que es la raza humana.
Y ahora, por esa causa es que a través de la Escritura leemos, por ejemplo, en palabras de Jesús, que dice: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”. San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28.
También en el Antiguo Testamento dice: “El alma que pecare, esa morirá”[5]. De eso nos habla Ezequiel y también Jeremías.
Dios ha colocado delante del ser humano la vida y la muerte, la bendición y la maldición, y recomienda al ser humano que escoja la vida, para que viva él y su familia. Por lo tanto, el ser humano necesita comprender estos misterios del Reino de Dios, para así hacer la elección correcta: elegir la Vida.
Recuerden, Cristo es la Vida; Él dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por Mí”[6]. La única forma de acercarse a Dios, de allegarse a Dios, es a través de Cristo; no hay otra forma. Porque Cristo, al morir en la Cruz del Calvario, efectuó el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano; ninguna otra persona lo ha efectuado ni lo efectuará.
En el Antiguo Testamento, el sacrificio de expiación que se efectuaba el día diez del mes séptimo de cada año, en donde un macho cabrío por Jehová era sacrificado, y el otro macho cabrío, que era por Azazel, se…; el sumo sacerdote colocaba sus manos sobre la cabeza de ese macho cabrío que estaba vivo, luego de haber sacrificado el que era para expiación, y colocaba sus manos sobre la cabeza del macho cabrío que estaba vivo, confesaba los pecados del pueblo y lo enviaba al desierto por medio de una persona asignada para ese trabajo, llevando lejos los pecados del pueblo[7]. Ambos representan a Cristo: el macho cabrío que es sacrificado y el macho cabrío que es llevado al desierto.
Cristo en Su cuerpo físico fue sacrificado, pero Cristo en Su cuerpo angelical no fue crucificado; porque el cuerpo angelical de Cristo en el Antiguo Testamento es el Ángel del Pacto, ese Ángel que le aparecía a los profetas del Antiguo Testamento; y en Su cuerpo angelical Él fue al infierno y llevó allá los pecados de todos los que lo recibirían como Salvador, y los dejó allá al diablo, que fue el originador del pecado.
La Escritura dice que Cristo descendió a las partes más bajas de la Tierra[8]; y vean, fue con un propósito. Y luego también dice que Él tiene las llaves del infierno y de la muerte[9]; Él cuando fue allá obtuvo las llaves del infierno y de la muerte.
Por cuanto el infierno como también el Paraíso son dimensiones… El infierno o – el infierno es la quinta dimensión, el Paraíso es la sexta dimensión; nosotros vivimos acá en la Tierra en tres dimensiones: luz, tiempo y materia; la séptima dimensión es la dimensión de Dios, donde mora Dios; y la cuarta dimensión es la dimensión de las ondas, a través de las cuales se transmiten los programas de radio, de televisión, comunicaciones, y así por el estilo. Hay siete dimensiones.
Ahora, vean aquí… Por eso también los profetas veían a los ángeles, algunas veces que estaban caminando. Por ejemplo, Eliseo veía el monte lleno de ángeles, carros de fuego con ángeles, y el siervo de Eliseo no veía nada; y entonces oró Eliseo a Dios para que le abriera los ojos, y vio el monte lleno de carros de fuego, y hombres o seres en carros de fuego[10].
Es que hay otra dimensión, y esa dimensión está aquí con nosotros, como la dimensión cuarta (la de las ondas) está aquí con nosotros. ¿Y cómo usted puede probar que está? Tome un radio o un televisor, lo coloca en un canal, en el canal que estén transmitiendo un programa, y usted escucha; estaba ahí, pero nadie la veía; se necesitaba un equipo que tomara esa onda de esa dimensión y la hiciera visible y audible a nosotros.
Así también es la dimensión de los ángeles, la sexta dimensión. Por eso en el Antiguo Testamento aparecen Ángeles hablando con Abraham, comiendo con Abraham[11]; también aparecen a Jacob[12]; también aparecen… aparece a Gedeón el Ángel de Dios[13], y miraba a Gedeón; dice que se puso rojo Gedeón al ver que el Ángel lo miraba y no quitaba la vista de él.
Y también así apareció a Josué también, en el capítulo 5 del libro de Josué, y apareció con una espada, y dijo que era el Príncipe que estaba sobre los Ejércitos de Dios, o sea, el Comandante General de ese Ejército; Ejército que estaba peleando en favor de Israel.
Algunas naciones no saben que de parte de Dios está el Ángel o Arcángel Miguel con Su Ejército, y que lucha a favor de Israel cuando Israel está comportándose bien; cuando se está comportando mal, también el Ángel se coloca en contra de Israel.
Muchas naciones quisieran tener un Ángel como ese, con un Ejército poderoso. Pero no se preocupen, que la Iglesia del Señor Jesucristo también tiene al Ángel del Señor Jesucristo, enviado para dar testimonio de estas cosas en las Iglesias; y está ahí en Apocalipsis, capítulo 1, versos 1 al 3; y Apocalipsis, capítulo 22, verso 6; y Apocalipsis, capítulo 22, verso 16.
Para el pueblo de Dios, vean ustedes, hay ángeles, ángeles ministradores enviados de parte de Dios para los que serán herederos de salvación; eso lo dice San Pablo, conocedor de estos misterios del Reino de Dios. Dice capítulo 1, verso 14, de Hebreos:
“¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?”.
Espíritus ministradores; un espíritu es un cuerpo de otra dimensión. Espíritus ministradores son enviados a la Iglesia del Señor Jesucristo, pues ellos son los herederos de salvación por medio de Cristo, el cual vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. San Lucas, capítulo 19, verso 10.
Y ahora, tenemos también el Ángel que tiene el acceso al Libro de la Verdad, y por consiguiente conoce todas las cosas que han de suceder; el cual le apareció al profeta Daniel, y le habló y le dijo a Daniel: “Yo te mostraré lo que está escrito en el Libro de la Verdad”[14].
Encontramos que ese Ángel le muestra a Daniel las cosas que han de suceder; por eso el libro del profeta Daniel es paralelo al libro del Apocalipsis, juntamente con el libro de Zacarías, y también parte de Ezequiel, donde ven ángeles, seres de otra dimensión trabajando.
Y ahora, el Ángel que le aparece a Daniel es un Ángel que también pelea; dice que estuvo peleando contra el príncipe de Persia. Y luego dice: “Y luego vendrá el príncipe de Grecia”[15]. Y dice: “Nadie me ayudó, sino Miguel vuestro Príncipe”. O sea que tiene que ver con los cambios del reino de los gentiles el Ángel Gabriel, porque tiene que ver con los gentiles el Ángel o Arcángel Gabriel; y es el que tiene acceso al Libro de la Verdad, el Libro que contiene todo lo que ha de suceder en medio de la raza humana.
Ese es el Ángel (por ejemplo) que apareció en una ocasión a un hombre ya anciano, un sacerdote llamado Zacarías (en el capítulo 1 de San Lucas), el cual estaba casado, y su esposa ya estaba avanzada en edad, y no habían tenido niños: era estéril; y había orado a Dios y había esperado, y ya estaban ancianos; pero no dice la Escritura que había dejado de creer.
Luego el Ángel le dice que va a tener un niño, él a través de su esposa Elisabet, y será grande delante de Dios, y será profeta de Dios, y será el que vendrá para convertir el corazón de los padres a los hijos, y vendrá con el poder y el espíritu de Elías[16]; no será Elías literal, sino otro hombre, pero con el mismo ministerio siendo operado por el Espíritu Santo.
Cuando Dios promete la venida de un profeta que ya vino en el pasado, es la venida de ese ministerio operado por el Espíritu Santo en otro hombre. Por eso vean: Elías Tisbita; luego el ministerio de Elías Tisbita pasó a otro hombre: Eliseo, el cual dijo: “Que venga sobre mí una doble porción del espíritu que está en ti”.
Y cuando vino sobre Eliseo, luego de Elías subir al Cielo, y abrió el Jordán como lo había hecho Elías, dijeron los hijos de los profetas: “El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo”[17]. Ahí estaba Elías por segunda vez, el Espíritu Santo en Eliseo operando el mismo ministerio; porque el único que tiene ministerios es el Espíritu Santo.
Y fue el Espíritu Santo el que obró en Elías Tisbita, en Eliseo, y en todos los profetas, en Moisés también; era el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, Cristo en Su cuerpo angelical obrando a través de los profetas y hablando a través de ellos al pueblo de Dios, al pueblo hebreo.
Y ahora, aparece para precursar la Primera Venida de Cristo, naciendo su cuerpo físico a través de unos ancianos ya; un sacerdote, o sea, era del orden sacerdotal de Aarón (porque para ser sacerdote tenía que ser descendiente de Aarón); y el Ángel Gabriel le aparece y le da la buena noticia.
¿Ven? Luego que se hace una oración a Dios, se hace una petición a Dios, luego resta recibir esa petición – esa contestación; pero el tiempo lo va a determinar Dios. Resta entonces creer firmemente que, lo que ha pedido, Dios lo va a conceder; y esperar, porque Él dijo que será concedido.
Y aunque Zacarías estuvo mucho tiempo esperando; y ahora cuando aparentemente ya era imposible obtener la respuesta de parte de Dios; le llega la respuesta a través de un Ángel enviado por Dios: el Ángel Gabriel; y la noticia es buena.
Podía tener muchos hijos, y eso era bueno; pero es mejor tener uno como el que iba a tener: “Y será grande delante de Dios”. Es bueno tener hijos que sean grandes delante de Dios, o sea, que tengan una labor importante ante la presencia de Dios.
Lo más grande que tiene – puede tener una persona, como un hijo, es un hijo profeta; del cual el mismo Cristo dijo: “De los nacidos de mujer, no hubo ninguno mayor que Juan”. Pero vean esto, dice: “Pero el más pequeño del Reino de los Cielos es mayor que Juan”[18].
Por lo tanto, el hijo o hija más grande que una persona puede tener es un hijo que sea un miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo, un hijo o miembro del Reino de los Cielos; esos son los grandes, mayores que Juan el Bautista.
Esos no solamente son personas comunes, sino que son reyes y sacerdotes, y jueces también; porque han sido limpiados con la Sangre de Cristo, han sido redimidos, y han entrado al Reino de Dios al nacer del Agua y del Espíritu.
Ahora, continuando con Juan el Bautista, vean, cuando nació fue colocado el nombre de Juan sobre él, de acuerdo a como el Ángel le ordenó. Y luego el Ángel Gabriel, luego encontramos también que unos seis meses…, cuando Elisabet tenía seis meses de embarazada (en el mismo capítulo 1, verso 30 en adelante, de San Lucas), Dios envía al Ángel Gabriel a la virgen María para darle la noticia que había hallado gracia delante de Dios y que iba a tener un niño, iba a concebir, a tener un niño, y sería llamado Hijo de Dios, y le pondría por nombre Jesús, y Dios le daría el Trono de David Su padre, y reinaría sobre Israel, sobre Jacob, para siempre, y Su Reino no tendría fin.
¿Por qué el Ángel Gabriel sabe todas esas cosas? Porque tiene acceso al Libro de la Verdad, al Libro que contiene todo el Programa Divino de lo que Dios va a llevar a cabo.
Y ahora, nació Jesús seis meses después de Juan. Luego, más adelante, encontramos que comienza Juan su ministerio, y luego comienza Jesús.
Cuando Juan ve a Jesús que viene, dice: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”[19]. O sea, estaba tipificando todo o tomándolo del cordero pascual que fue sacrificado en Egipto, y que después, en la celebración de la Pascua, también lo sacrificaban y comían el cordero pascual[20]. Hasta cierto tiempo después dejaron de celebrar la Pascua comiendo el cordero pascual.
Y también encontramos que Jesús tiene Su ministerio, ángeles le sirven allá en el desierto, cuando estuvo ayunando y terminó Su ayuno[21]; y en todo Su ministerio encontramos ángeles sirviéndole, a Jesús.
Cuando se iba solo a orar, Ángeles venían a Él. Cuando estuvo en el Getsemaní orando, Ángeles le fortalecían[22]. Cuando resucitó, Ángeles estaban allí en la cueva donde Él había estado envuelto en las sábanas que acostumbraban a envolver a las personas[23].
Siempre ángeles de Dios han estado acompañando todo el Programa Divino que se ha ido desarrollando en todos los tiempos. Y así es en la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual es Su Cuerpo Místico de creyentes; y la cual, así como Cristo es el segundo Adán, el postrer Adán, Su Iglesia es la segunda Eva, para tener hijos e hijas por medio de Cristo, hijos e hijas de Dios por medio de Cristo en medio de Su Iglesia produciendo ese nuevo nacimiento. O sea, no son engendrados de carne y sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios, porque ocurre en ellos el nuevo nacimiento.
Se predica la Palabra, el Evangelio de Cristo, en donde se muestra el Programa de Salvación a través de Cristo: nace la fe de Cristo en el alma de las personas, creen en Cristo y dan testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como Salvador, son bautizados en agua en Su Nombre, Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así produce el nuevo nacimiento. Así nacieron del Agua: del Evangelio de Cristo; y del Espíritu: del Espíritu Santo; y entraron por consiguiente al Reino de Dios, como le dijo Cristo a Nicodemo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios”[24].
Todos queremos entrar al Reino, y vean lo sencillo que es.
Y ahora, en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Templo espiritual, Él dijo que estaría todos los días hasta el fin. Él dice que… Él dice: “Donde estén dos o tres reunidos en Mi Nombre, Yo estaré, allí Yo estaré”[25]. Y también dice en San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
Él está con nosotros en este tiempo, en la etapa de la Iglesia correspondiente a este tiempo.
Y ahora, ya hemos visto que la Iglesia del Señor Jesucristo es un Templo espiritual que está siendo construido con piedras vivas, como dice Primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 en adelante:
“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”.
Y el verso 9 dice, y 10, de esta misma carta de San Pedro [Primera de Pedro]:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
Y ahora, no solamente son piedras vivas, sino que forman el Templo espiritual de Cristo; y no solamente son Templo, sino también son sacerdotes, para ministrar, real sacerdocio; son pueblo escogido por Dios, nación santa.
Y ahora, estamos viendo lo que es la Iglesia del Señor Jesucristo: es lo más grande que Dios tiene en la Tierra, es la ayuda idónea del segundo Adán, del Señor Jesucristo; y por esa causa el Espíritu de Cristo descendió el Día de Pentecostés, y ha estado Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia reproduciéndose en hijos e hijas de Dios.
Cuando la persona recibe el Espíritu de Cristo: recibe el nuevo nacimiento, nace de nuevo, nace a una nueva Vida: a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y viene a ser parte de ese Templo espiritual que está siendo construido por Cristo en Espíritu Santo en medio de Su pueblo; y como individuos, son también un templo espiritual, para Dios morar acá en el alma de cada creyente en Cristo.
Y ahora, podemos ver cuál es la Casa de Dios, en donde Dios coloca al siervo fiel y prudente; en la misma forma en que Dios colocó a Su Hijo Jesucristo en Su Casa, como dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3 [verso 6]:
“… pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.
Y ahora, Dios ha colocado a Cristo en Su Casa; Su Casa, Su Familia, Su descendencia, la descendencia de Dios, que son los hijos e hijas de Dios; ahí es donde Dios ha colocado a Cristo como Hijo sobre Su Casa.
Él es la Cabeza de esa Familia, de esa Casa, de esa descendencia de Dios; y esa Casa va creciendo, esa Familia, la Familia de Dios, va creciendo de edad en edad. Es también llamada esa Familia: la Familia de la fe. En Gálatas, capítulo 6, verso… En Gálatas el apóstol Pablo dice, capítulo 6, verso 10:
“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.
La Casa de Dios, la Familia de Dios, la descendencia de Dios; por eso es que llamamos a Dios: Padre nuestro, porque Él es nuestro Padre; si no fuéramos hijos de Dios, no podíamos llamar a Dios: Padre nuestro. Somos simiente de Dios, la buena simiente, los hijos del Reino.
Y así como Jesucristo es el Hijo de Dios, el Primogénito, el Primero, y el Unigénito…; y parece que hay un contraste ahí, hay aparentemente una contradicción, porque si es el Unigénito, entonces el Primogénito no lo puede ser; si es el Unigénito es el único, el primero y el último; pero si es el Primogénito, hay más hermanos.
Pero ¿cómo puede ser que haya más hermanos que vengan a la Familia de Dios, y Jesucristo es el Primogénito y también es el Unigénito? Porque vienen a través del Unigénito, a través de Cristo; por medio del nuevo nacimiento nacen en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Como en una planta de trigo, que viene de un grano de trigo, luego nacen muchos granos de trigo en la planta de trigo; porque la vida del grano de trigo, que fue sembrado y murió, está en la planta de trigo reproduciéndose en muchos granos de trigo.
Y la Vida de Cristo, el cual murió en la Cruz del Calvario, ahora está en Su Iglesia, que es la Planta de trigo, reproduciéndose en muchos hijos e hijas de Dios. Solamente en la Iglesia del Señor Jesucristo es que nacen hijos e hijas de Dios por medio del nuevo nacimiento; porque solamente en una planta de trigo es que nacen granos de trigo. No nacen en una planta de maíz, ni en un árbol de aguacate; nacen en una planta de trigo.
Y ahora, por eso también es que Cristo habla de las ovejas que el Padre le dio, y dice: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. (San Lucas 19, verso 10). Esas son personas, almas de Dios, las ovejas de Dios que le fueron dadas a Cristo para que las busque y les dé vida eterna. Esas personas tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; “inscritos en el Cielo”, como dice San Pablo en Hebreos, capítulo 12, versos 21 al 24.
Y ahora, así como Jesucristo vino de Dios, también cada uno de los creyentes en Cristo nacidos de nuevo ha venido de Dios. Y hay personas que ni saben que han venido de Dios, pero cuando escuchan la predicación del Evangelio de Cristo: nace la fe de Cristo en su alma, ¿y qué sucede? Es que están escuchando la Voz de Cristo, el Buen Pastor, porque Él dijo: “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen, y Yo las conozco, y Yo les doy vida eterna”.
Para eso fue que Él ordenó predicar el Evangelio a toda criatura, y dijo: “(Y) El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Tan simple como eso. Y también habló… Eso fue en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16; y lo de las ovejas está en San Juan, capítulo 10, versos 14 al 30.
Recuerden que todo está – todo ese Programa está en el Libro de la Verdad, del cual el Ángel Gabriel tiene conocimiento. No estamos aquí en la Tierra por mera casualidad, y no está usted aquí escuchando el Evangelio de Cristo por mera casualidad; Dios así lo determinó desde antes de la fundación del mundo. Y por eso también yo estoy aquí, ya eso estaba determinado por Dios desde antes de la fundación.
Y ahora, siendo que ya hemos visto que la Casa de Dios, el Templo de Dios espiritual, es la Iglesia del Señor Jesucristo; hemos visto que Él ha puesto en Su Iglesia, colocado en Su Iglesia, apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, para la Obra del ministerio, para la perfección de los santos. Eso está en Efesios, capítulo 4, verso 11, donde ustedes lo pueden leer; y también en Primera de Corintios, capítulo 12, verso 28. Y también Él dijo que enviaría profetas, dijo Jesús.
Y ahora, en la Casa de Dios Él ha colocado diferentes mensajeros de edad en edad. Para cada edad Él ha colocado un mensajero, para Cristo por medio de Su Espíritu Santo manifestarse a través de ese hombre y traer el alimento espiritual a tiempo para la Casa de Dios, el Mensaje correspondiente a cada etapa de la Iglesia; y son mensajeros bienaventurados al ser colocados en esa posición en la Iglesia.
Aun de los apóstoles Cristo dice que ellos juzgarán a las doce tribus de Israel en el Reino, en Su Reino, o sea, en el Reino Milenial[26]; eso se refiere al Reino Milenial de Cristo. Y el apóstol Pablo dice también que los santos juzgarán al mundo[27]; o sea que tienen un trabajo muy importante. Y de edad en edad Dios ha tenido un instrumento a través del cual se ha manifestado para bendición de Su Iglesia.
En el tiempo de San Pedro, San Pedro era el mensajero para los judíos. Y luego San Pablo, el mensajero para los gentiles. Y así por el estilo, de etapa en etapa en la Iglesia, Dios ha enviado un hombre a través del cual el Espíritu Santo ha estado manifestado alimentando a Su Iglesia, colocando en la Casa de Dios, en la Familia de Dios, el Alimento a tiempo.
El más bienaventurado de todos será aquel que estará en el tiempo final trayendo el Alimento a la Casa de Dios a tiempo, a la Familia de Dios. Por medio del Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino, serán alimentados todos los hijos e hijas de Dios en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Día Postrero; porque no será el alimento físico (alimento físico lo compra usted en el supermercado); pero el Alimento de Dios, la Palabra de Dios para el tiempo en que la persona vive, esa viene de Dios: la da un mensajero correspondiente a la edad en que se está viviendo, él la predica y son alimentados todos los hijos de Dios.
Para este tiempo final la pregunta es: ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente? ¿Quién es ese siervo fiel y prudente que estará en la Casa de Dios alimentando a la Iglesia en el Día Postrero?
A través de la Escritura podemos ver que Cristo dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”[28]. Por lo tanto, lo que habla es Palabra de Dios, Palabra de Cristo; por lo tanto, es alimento espiritual para el alma de las personas.
Para este tiempo final, también, la promesa es, en San Mateo, capítulo 24, verso 14:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”.
Muchas personas no saben lo que es la predicación del Evangelio del Reino. Hemos tenido dos mil años de predicación del Evangelio de la Gracia, en donde se presenta a Cristo como el único y suficiente Salvador.
En los días de Jesús, Juan el Bautista y Jesús predicaban el Evangelio del Reino. (San Mateo, capítulo 4, verso 17; y capítulo 4, verso 23).
Muchos predicadores han tratado de convertir el pueblo hebreo a Cristo, pero el pueblo hebreo como nación no puede ser convertido a Cristo en la Dispensación de la Gracia; es más, si una persona visita algún judío en su hogar o se mete en medio de las comunidades judías a evangelizar: llaman por teléfono a la policía y se lo llevan preso.
Si va a una casa de algún judío a evangelizarlo sin él haber pedido que vaya…; así como se hace entre los gentiles, que se va por las casas, algunas veces, llevando literatura, evangelizando; allá no se puede hacer así. Ahora, si uno tiene una actividad pública y ellos van, ya eso es diferente; pero ir a ellos, a sus casas, a evangelizarlos, o ir por las calles evangelizándolos, eso está prohibido.
Ahora, Israel como nación, vean, no ha recibido el Evangelio de Cristo; aunque muchos judíos sí han recibido a Cristo y han entrado al cristianismo, lo cual está correcto. Pero el pueblo hebreo como nación, no; ellos han permanecido bajo la Ley. Ellos serán llamados con la predicación del Evangelio del Reino, como nación.
Por eso cuando Jesús predicaba, predicaba el Evangelio del Reino; Juan el Bautista también. Y por eso le preguntan a Jesús, en el libro de los Hechos, capítulo 1, antes de subir al Cielo, le preguntan: “Señor, ¿restaurarás Tú el Reino a Israel en este tiempo?”. Él les dice: “No toca a vosotros conocer los tiempos y las sazones que el Padre puso en Su sola potestad”[29].
Para aquel tiempo no era necesario conocer cuándo sería el tiempo, porque si les dice el Señor: “De aquí a dos mil años”… Pero ellos tenían que permanecer con la esperanza de la restauración del Reino; y la restauración del Reino es la restauración del Reino de Dios en la Tierra, del cual Cristo dijo que orando pidieran la Venida del Reino de Dios: “Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, como en el Cielo, también en la Tierra”[30].
¿Y qué es el Reino de Dios en la Tierra? El Reino de David. Por eso se habla, en San Lucas, capítulo 1, el Ángel Gabriel le dice a María que el hijo que va a tener, que se llamará Jesús, dice: “Dios le dará el Trono (¿de quién?) de David Su padre; y reinará sobre la casa de Israel para siempre, y Su Reino no tendrá fin”. Eso será la restauración del Reino de Dios en la Tierra.
En Primera de Crónicas, capítulo 28, versos 4 en adelante; y Crónicas, capítulo 29, versos 21 en adelante; cuando Salomón, el hijo de David, fue coronado, investido como rey, cuando colocaron la investidura sobre Salomón por segunda vez, dice que se sentó en el trono de David su padre; también dice que se sentó en el Trono de Jehová, de Dios, sobre Israel; y también dice que se sentó en el Trono del Reino de Dios.
El Trono de Dios en la Tierra es el Trono de David; el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David. Por eso se habla tanto en las Escrituras del Antiguo Testamento y del Nuevo, de la restauración del Reino de Dios, del Reino de David en la Tierra; y el heredero a ese Reino es el Mesías-Príncipe.
Y ahora, Cristo tenía que morir en Su Primera Venida; la Primera Venida del Mesías tenía que ser de esa forma. Y gracias a Dios que así sucedió, porque se llevó a cabo el Sacrificio de Expiación por el pecado mío y de todos los seres humanos; si no moría, no había sacrificio por el pecado.
Y ahora, tenemos la promesa de la restauración de ese Reino para el Día Postrero. ¿Y qué es el Día Postrero? El séptimo milenio de Adán hacia acá; tan simple como eso; o tercer milenio de Cristo hacia acá.
Los días postreros son los tres milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. El Día Postrero: séptimo milenio, que conforme al calendario gregoriano ya comenzó, y tenemos ya ocho años dentro de ese séptimo milenio, o sea, dentro de ese Día Postrero, contándolo – contando el tiempo con el calendario gregoriano. Si lo contamos con el calendario hebreo, ya hay una variación.
Ahora, en la misma forma en que Dios obró con Cristo, Cristo obrará con el siervo fiel y prudente. Si lo va a sentar o si le va… dice… si le va a poner sobre todos Sus bienes, va a ser (vamos a decir, en términos nuestros) el Primer Ministro de Su Reino, el Administrador; como fue José en Egipto, fue el administrador de Egipto en el tiempo del faraón. Y por consiguiente, va a ser el segundo en el Reino del Mesías.
Cuando Cristo ascendió al Cielo, subió al Cielo: se sentó a la diestra de Dios; Él mismo lo dijo, que así iba a suceder. Y todo poder le fue dado en el Cielo y en la Tierra[31]: Él es el que está administrando todo el Reino de Dios, celestial y terrenal; o sea, todo el Reino de Dios. Todo poder le ha sido dado en el Cielo y en la Tierra. Él es el Administrador de toda la Creación, todas las cosas le fueron dadas a Él.
¿Pero y qué, el Padre se quedó sin nada? No, el Padre está dentro de Él; no hay problema. El Padre a través de Él está llevando a cabo todas esas cosas; así como obró el Padre a través de Jesús aquí en la Tierra, de lo cual Cristo decía: “Yo no hago nada, sino lo que Yo veo hacer al Padre”[32]. Y también decía que Él no era el que obraba, que era el Padre en Él. Y decía: “El Padre mayor es que Yo”[33].
Y ahora, vamos a ver alguna promesa aquí de Cristo. Miren, aquí dice, en Apocalipsis, capítulo 2, versos 26 en adelante, dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones (eso es paralelo a la parábola de las minas, donde dará ciudades para reinar sobre ellas)[34],
y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre”.
Y ahora, Cristo aquí está prometiendo algo igual a como Él lo recibió del Padre: Él recibió del Padre toda autoridad en el Cielo y en la Tierra, y ahora va a dar autoridad en la Tierra al Vencedor.
Luego, en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, dice:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Cristo venció y se sentó con el Padre en Su Trono en el Cielo; y ahora, Cristo promete al Vencedor sentarlo con Él en Su Trono. El Trono del Padre está en el Cielo; el Trono de Jesucristo es en la Tierra: el Trono de David, donde se sentará el Hijo del Hombre para gobernar.
Pero aquí dice que le dará al Vencedor que se siente con Él en Su Trono; en la misma forma en que Cristo se sentó con el Padre en Su Trono, le va a dar autoridad para que se siente con Él en Su Trono; y por eso es que va a recibir esa autoridad el Vencedor, que será el siervo fiel y prudente, recibirá autoridad sobre todas las naciones.
Será el Primer Ministro del Reino con Cristo, será el Administrador, por eso dice que le pondrá sobre todos Sus bienes; y si Él lo dice, así tiene que hacerlo; y no porque humanamente él quiera, sino porque ese es el Programa de Dios, y él lo que hace es cumplir el Programa Divino.
Aquí la bendición grande es: cuando su Señor venga, al que lo hallare – al que hallare así, dice que lo pondrá sobre todos Sus bienes.
Por lo tanto, esa bendición le va a tocar a alguna persona, algún ministro, algún mensajero del cristianismo; y tiene que ser para el último mensajero que Dios tenga en medio del cristianismo, el cual tendrá que ver con la Iglesia y también con el pueblo hebreo.
Y por eso es que también el poder que es visto en Elías y en Moisés, el Espíritu Santo lo va a operar en ese mensajero; porque va a ser colocado sobre todos los bienes del Señor; para lo cual, pues tiene que sentarse en el Trono con Él, en el Trono de David. Está ligado al Reino de David y restauración de ese Reino en la Tierra, y por lo tanto, tiene que trabajar en favor, en pro, de la restauración de ese Reino.
Él tendrá la bendición de que tendrá, conocerá y predicará el Evangelio de la Gracia, y también tendrá y conocerá el Evangelio del Reino, y lo predicará; lo cual ningún mensajero del pasado tuvo ni pudo predicarlo.
Con el Mensaje del Evangelio del Reino es que tendrá el acercamiento con los judíos, porque con el Mensaje del Evangelio de la Gracia los judíos no quieren saber nada de Cristo. Pero él tendrá la revelación divina, el conocimiento de todo el Programa Divino para la restauración de Israel, la restauración del Reino de David; y hará tan bien el trabajo que le corresponde, que Cristo lo sentará con Él en Su Trono. Y cuando estemos allí, vamos a entender mucho mejor lo que les estoy diciendo en esta ocasión.
Es como cuando José decía a sus hermanos allá en la tierra de Israel, le decía a sus hermanos que vio unos mazos de trigo o de cebada, y se inclinaban al de él; y sus hermanos: “¡Este, pues, está colocando todo a su favor!”. Y después vio once estrellas y la luna y el sol inclinándose hacia él también; y ya eso, pues no les gustó a ellos, y ya quisieron salir de él[35].
Pero eso era el Programa Divino que iba a ser llevado a cabo; y los problemas que él tuvo obraron para bien, para ir al lugar donde tenía que ser el segundo en el reino, para que allí se inclinaran a él cuando lo vieran; y fue entre los gentiles que tuvieron que hacer así.
Bueno, el siervo fiel y prudente es el Espíritu Santo obrando de edad en edad en el mensajero de cada edad. Y para el Día Postrero tendrá un mensajero, y a través de ese mensajero obrará todo el Programa Divino correspondiente al Día Postrero, y ese mensajero será colocado con Cristo en Su Trono. Tan simple como eso.
Y cuando estemos allá en ese Reino Milenial de Cristo, lo vamos a comprender mejor. Como comprendieron mejor los hermanos de José aquellos sueños que tenía José; y él también los interpretaba; y el que salía favorecido en los sueños era José, porque así era el Programa; el Programa Divino estaba así diseñado.
Y ahora, “¿QUIÉN ES, PUES, EL SIERVO FIEL Y PRUDENTE?”. Él estará dándole el Alimento a tiempo, del Mensaje correspondiente al Día Postrero, con el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino, a la Iglesia del Señor Jesucristo, y luego al pueblo hebreo.
Él será bien recibido por el pueblo hebreo. Y cuando lo vean siendo aceptado y recibido, y teniendo buena amistad, recuerden: ese es el siervo fiel y prudente, al cual su Señor ha colocado sobre Su Casa, sobre Su Iglesia.
Por lo tanto, estará en medio del cristianismo. Será uno de la Casa de David; porque todos los nacidos en Cristo son nacidos en Belén, porque Cristo nació en Belén y estábamos con Él cuando Él nació, estábamos en Cristo; y todos los que nacen de nuevo: nacen como hijos de Dios por medio de Cristo, por lo tanto, nacen como descendientes de David; por eso es que son reyes, son de la realeza. Y la realeza para Israel, vean, viene de la casa de David. Y son sacerdotes también, y son jueces. Por lo tanto, el privilegio de la Iglesia del Señor Jesucristo es el más grande que pueblo alguno puede tener.
“¿QUIÉN, PUES, ES EL SIERVO FIEL Y PRUDENTE?”. Será el Ángel del Señor Jesucristo, el mensajero del Señor Jesucristo que Él tenga en el Día Postrero en medio de Su Iglesia.
Él estará también con el Mensaje que llama y junta a los escogidos del Día Postrero de entre los gentiles, y luego de entre los hebreos; estará sonando la Trompeta del Evangelio de la Gracia y también la Trompeta del Evangelio del Reino.
Y se completará la Iglesia del Señor Jesucristo en los días de ese mensajero, y Cristo saldrá del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, el Libro de los siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo; ya estará como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Él tiene grandes bendiciones para ustedes y para mí también. Y en Su Reino seremos reyes, estaremos como reyes y como sacerdotes y jueces, disfrutando las bendiciones de ese Reino glorioso que será establecido en este planeta Tierra.
Que Dios les bendiga y les guarde; y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
“¿QUIÉN ES, PUES, EL SIERVO FIEL Y PRUDENTE?”.
[Revisión noviembre 2023 – JC-JR]
[1] San Lucas 17:28-30
[2] Efesios 4:11-12, 1 Corintios 12:28
[3] Éx. 25:31-40, 27:20-21, 37:17-24; Lev. 24:2-4; He. 9:2
[4] Apocalipsis 1:12-16
[5] Ezequiel 18:4, 18:20
[6] San Juan 14:6
[7] Levítico 16:3-34
[8] Efesios 4:8-10
[9] Apocalipsis 1:18
[10] 2 Reyes 6:15-17
[11] Génesis 18:1-8
[12] Génesis 32:22-32
[13] Jueces 6:11-24
[14] Daniel 10:21
[15] Daniel 10:13, 10:20
[16] San Lucas 1:13-17
[17] 2 Reyes 2:9-15
[18] San Mateo 11:11, San Lucas 7:28
[19] San Juan 1:29
[20] Éxodo 12:3-13, 12:21-28
[21] San Mateo 4:1-11, San Marcos 1:12-13
[22] San Lucas 22:39-43
[23] Mt. 28:1-7, Mr. 16:1-8, Lc. 24:1-9, Jn. 20:11-13
[24] San Juan 3:5
[25] San Mateo 18:20
[26] San Mateo 19:27-28, San Lucas 22:28-30
[27] 1 Corintios 6:2
[28] Apocalipsis 22:16
[29] Hechos 1:6-7
[30] San Mateo 6:9-10, San Lucas 11:2
[31] San Mateo 28:18
[32] San Juan 5:19
[33] San Juan 14:28
[34] San Lucas 19:11-27
[35] Génesis 37:5-11