Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y radioyentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.
Para esta noche nuestro tema es: “SIENDO UNIDOS A SU PUEBLO”.
Vamos a ver aquí, en este pasaje, y a través de toda la conferencia de esta ocasión, cómo la persona que sirve a Dios, cuando termina sus días aquí en la Tierra es unido a su pueblo, pues va de esta dimensión terrenal a otra dimensión, donde se encuentra con su pueblo, con sus familiares, con los creyentes en Dios como él.
Tenemos el caso del profeta y patriarca Abraham, en el capítulo 25 del Génesis, versos 7 al 11, donde nos narra la Escritura la partida o muerte física del cuerpo de Abraham. Dice:
“Y estos fueron los días que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años.
Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo.
Y lo sepultaron Isaac e Ismael sus hijos en la cueva de Macpela, en la heredad de Efrón hijo de Zohar heteo, que está enfrente de Mamre,
heredad que compró Abraham de los hijos de Het; allí fue sepultado Abraham, y Sara su mujer.
Y sucedió, después de muerto Abraham, que Dios bendijo a Isaac su hijo; y habitó Isaac junto al pozo del (Dios) Viviente-que-me-ve”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema como les dije es: “SIENDO UNIDOS A SU PUEBLO”.
A través de la Escritura podemos ver que después que terminan los días del ser humano en este cuerpo terrenal, la vida continúa en otra dimensión; solamente termina la vida en esta dimensión, en este cuerpo mortal, pero continúa en otra dimensión.
Por eso es que también encontramos que cuando murió físicamente, su cuerpo físico, de Isaac, dice en el capítulo 35 del Génesis, verso 29:
“Y exhaló Isaac el espíritu, y murió, y fue recogido a su pueblo, viejo y lleno de días; y lo sepultaron Esaú y Jacob sus hijos”.
Y luego cuando Jacob murió en Génesis, capítulo 49, verso 29, nos dice:
“Les mandó luego, y les dijo (esto fue Jacob a sus hijos, les mandó y les dijo): Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo”.
Vean cómo estas personas sabían que al morir su cuerpo físico, ellos iban a ser reunidos con su pueblo en otra dimensión, en otro mundo.
El capítulo 49, verso 33, también nos dice el momento en que murió Jacob; y dice:
“Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres”.
Ahora, podemos ver aquí, que se va, se pasa a otra dimensión, cuando la persona termina sus días aquí en la Tierra.
Ahora, es muy importante comprender algo que nuestro amado Señor Jesucristo nos enseñó en Su Palabra, para que así, cuando terminen los días en este cuerpo terrenal, vayamos a la dimensión de los redimidos de Dios, de los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo. Jesucristo enseñando de lo que es la vida después que la persona muere físicamente, nos dice en San Mateo, capítulo 16, versos 19 en adelante, y también en San Mateo, capítulo 10, verso 28. Vamos a ver capítulo 10, verso 28 primero. Dice:
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.
Ahora vean cómo nos enseña Cristo que debemos temer a Dios, que es el que puede destruir en el infierno el alma y el cuerpo del ser humano que no cree en nuestro amado Señor Jesucristo como su Salvador. Pero temiendo a Dios y creyendo al Evangelio, y creyendo a nuestro Señor Jesucristo como nuestro Salvador, entonces vamos al Paraíso si terminan nuestros días terrenales aquí en la Tierra.
Y ese Paraíso es otra dimensión; en donde hay árboles, hay pajaritos, hay ríos y hay de todo de lo que hay aquí en la Tierra, que ha sido creado por Dios; pero no hay los problemas que tenemos nosotros aquí en la Tierra: problemas económicos, problemas sociales, problemas de gobierno, problemas militares, problemas sociales y de todos los problemas que tenemos aquí en la Tierra, ni problemas de contaminación, ninguno de esos problemas hay en esa sexta dimensión, que es el Paraíso.
Y tampoco los afanes que tenemos aquí, tampoco los hay allá. Es un lugar donde la vida es reposada, y en donde se sirve a Dios y en donde se vive en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que es parecido a nuestro cuerpo físico, pero es de otra dimensión.
Ese es el cuerpo teofánico que la persona recibe cuando cree en Cristo como su Salvador, y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibe el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo: recibe un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; para que así, cuando muera físicamente, vaya a vivir al Paraíso en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Si la persona no ha creído en Cristo como su Salvador, o no tiene ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, por lo tanto, tendrá que ir a otro lugar, al lugar de donde es ese espíritu que tiene la persona en su cuerpo, o sea, la quinta dimensión.
Y ahora, vamos a ver el caso de dos personas que murieron en… y de los cuales Jesucristo habla aquí (ya sea una parábola, o sea algo real). Vean lo que Cristo dice: capítulo 16, versos 19 en adelante, nos habla Cristo de este evento… vamos a ver, nos habla acerca de la vida después de la muerte. Vamos a ver capítulo 16, versos 24 al 27, dice [San Mateo]:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Ahora, podemos ver aquí que esto es muy importante para toda persona; porque se requiere que toda persona se encargue, primeramente, en su vida, se encargue de asegurar su vida eterna, asegurar que su vida después de la muerte será con Cristo por toda la eternidad.
Ahora, podemos ver también en el caso de Lázaro el mendigo, y el rico: donde Cristo mostró que murió el rico, y fue al infierno; y luego murió también Lázaro el mendigo, y fue al Paraíso. Y el rico, estando en el infierno, alzó sus ojos y miró hacia el Paraíso, hacia el Seno de Abraham, y vio a Lázaro en el Seno de Abraham, y vio a Abraham también; y le dice a Abraham: “Padre Abraham, envía a Lázaro con la punta de su dedo mojado en agua, para que la coloque sobre mi boca (o sea, sobre mi lengua), y así yo sea aliviado”. Vamos a ver, está en San Lucas, capítulo 16, este pasaje. San Lucas, capítulo 16, versos 19 al 31, dice:
“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas,
y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham…”.
Cuando murió el mendigo, ¿qué pasó? Los ángeles lo llevaron al Paraíso, al Seno de Abraham.
Vean, cuando el ser humano muere, vienen a buscarlo, vienen a buscar su alma y su espíritu para llevarla a otra dimensión. Y si es una persona que ama a Dios y sirve a Dios, que ha creído en Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido Su Espíritu: vienen ángeles de Dios para llevarlo al Paraíso.
Pero si no es un creyente, ¿qué sucede con esa persona? Vienen ángeles, pero caídos (los ángeles caídos del diablo), y se lo llevan a la quinta dimensión, que es el infierno; y allí permanecerá… Es una cárcel, una dimensión de donde no puede salir, allí continúa viviendo.
La clase de vida que viven en esa dimensión, pues es diferente a la clase de vida que se vive en el Paraíso. Y la persona permanece allí hasta que llegue el momento en que ocurra la segunda resurrección, la cual será después del Reino Milenial de Cristo, para presentarse toda persona ante el Trono Blanco de Cristo, para ser juzgados y allí recibir la sentencia.
Y los que saldrán mal, serán echados al lago de fuego, donde serán destruidos en cuerpo, en espíritu y en alma también. Estarán en el lago de fuego por cierta cantidad de años (dependiendo de la sentencia que Jesucristo dicte sobre ellos).
Pero los hijos e hijas de Dios, que vivieron en esta Tierra sirviendo a Dios, y pertenecen a la Iglesia de Jesucristo: antes de comenzar la gran tribulación, si murieron, serán resucitados en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados. Esto es antes de comenzar la gran tribulación. Y entonces tendremos un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, para vivir con Cristo por toda la eternidad, para ir con Él a la Cena de las Bodas del Cordero; y luego regresar después de tres años y medio, que dura la Cena de las Bodas del Cordero, mientras la Tierra está pasando por la gran tribulación, que también dura tres años y medio, en donde los juicios divinos estarán cayendo sobre la raza humana.
Y luego regresamos a la Tierra para el glorioso Reino Milenial de Cristo, para ser reyes y sacerdotes en ese glorioso Reino de nuestro amado Salvador; donde Él se sentará sobre el Trono de David como Rey, y gobernará, reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Y nosotros con Él reinaremos como reyes y sacerdotes en este planeta Tierra, en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y luego, los que no pertenecen a ese grupo de primogénitos de Dios, de escogidos de Dios, pero que creyeron en Cristo como su Salvador, y vivieron una vida agradable a Dios, y trabajaron en la Obra de Dios, y ayudaron a los escogidos de Dios: aunque no podrán estar en el glorioso Reino Milenial, resucitarán después del Reino Milenial y serán juzgados por Cristo.
Y por cuanto ayudaron a los escogidos de Dios, a los primogénitos de Dios, a los pequeñitos de Cristo, a los hermanos pequeñitos de Cristo, que son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, la promesa de Cristo: “Cualquiera que diere un vaso de agua fría (o fresca) a uno de estos mis pequeñitos, no perderá su recompensa”.
Y su recompensa es vida eterna. Por lo tanto, esas personas que ayudaron a los escogidos de Dios, a esos pequeñitos, hermanos de Jesucristo, que son los miembros de la Iglesia de Jesucristo: saldrán bien, porque recibirán vida eterna después del Reino Milenial, y entrarán a la vida eterna, y vivirán en este planeta Tierra, y vendrán a formar parte de las naciones que existirán en la eternidad.
Ahora, podemos ver que es muy importante estar conscientes de la realidad de que hay una vida después de esta vida terrenal.
El que no comprende estas cosas, se ocupa principalmente de las cosas materiales, pues piensa que todo para el ser humano es lo que viva aquí en la Tierra. Pero no es así: Después de esta vida terrenal hay una vida eterna para todos los que sirven a Dios; y para los que no sirven a Dios, hay un lago de fuego, donde serán echados y serán destruidos para siempre.
Ahora, hemos visto a través de la Escritura que hay vida después de esta vida terrenal, la vida continúa. Y nosotros tenemos que asegurar que la continuación de nuestra vida sea en el Reino de Dios, sea en el Paraíso (si nuestro cuerpo físico muere). Y luego, cuando comience la resurrección de los muertos: seamos resucitados, si nuestro cuerpo físico ha muerto; y si permanecemos vivos, pues que nuestro cuerpo físico sea transformado, y obtengamos así el cuerpo eterno, incorruptible, inmortal y glorificado que Cristo ha prometido para todos los creyentes en Él; y así seamos iguales a Jesucristo, y seamos reyes y sacerdotes para reinar con Cristo por toda la eternidad.
Esto es una realidad bíblica a la cual toda persona debe estar consciente; porque si no está consciente: vivirá en este planeta Tierra ignorando lo más importante; ignorando que ha venido a este planeta Tierra para tener una oportunidad de hacer contacto con la vida eterna, para poder vivir eternamente.
Por eso es que Jesucristo nos dice en Su Palabra, en el capítulo 5 de San Juan, verso 24, dice:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Vean lo importante que es creer en nuestro amado Señor Jesucristo y escuchar Su Voz, escuchar Su Palabra.
También en el capítulo 6, verso 39 al 40, de San Juan, dice Jesucristo:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
¿Cuándo resucitará a los creyentes en Él, que han muerto físicamente? En el Día Postrero que es el séptimo milenio.
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Nuevamente dice: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero”, pues el Día Postrero es el Día del Señor, es el séptimo milenio, en donde Cristo resucitará a todos los que han partido pero que han creído en nuestro amado Señor Jesucristo; y transformará a los que están vivos en este tiempo y permanezcan vivos en el cuerpo físico cuando los muertos en Cristo resuciten, la promesa es que seremos transformados.
Ahora, vean cómo también Cristo en San Juan, capítulo 11, versos 23 en adelante, hablando Marta con Jesús acerca de la muerte de Lázaro…, pues Jesús vino para resucitar a Lázaro. Ahora Jesús le dice a Marta:
“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero”.
Vean, ella sabía que en el Día Postrero se realizaría la resurrección, y que su hermano Lázaro resucitaría en el Día Postrero. Y resucitará en el Día Postrero, que es el séptimo milenio.
Pero Jesucristo quiere mostrar aquí con Lázaro lo que Él hará con todos los creyentes en Él que han muerto físicamente. Y ahora va a tomar a Lázaro como ejemplo, como tipo y figura, de lo que Él hará con los creyentes en Él.
Cualquier persona podría decir: “Jesucristo está prometiendo resucitar a los creyentes en Él en el Día Postrero, ¿y cómo lo va a hacer?”. Pues miren, aquí Él va a mostrar en Lázaro cómo Él va a resucitar a todos los creyentes en Él que han muerto físicamente. Él tiene el poder para resucitar a los creyentes en Él. Dijo… vamos a ver:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”.
Nosotros decimos: “Amén”. ¿Y qué le dijo Marta?
“Le dijo: Sí, Señor (ella también lo creyó); yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo”.
Aquí podemos ver cómo Jesucristo promete la vida eterna para los que viven y creen en Él; dice que no morirán eternamente.
Porque si muere su cuerpo físico: será resucitado en un cuerpo eterno en el Día Postrero, y vivirá por toda la eternidad. Pero si permanece vivo hasta que los muertos en Cristo resuciten, y es un creyente en Cristo que ha nacido de nuevo: será transformado en este Día Postrero, y tendrá el cuerpo eterno, y vivirá por toda la eternidad en un cuerpo físico eterno y glorificado, igual al cuerpo de Jesucristo.
Ahora podemos ver que este asunto de la vida después de esta vida terrenal, es algo muy importante: es lo más importante para el ser humano. No hay cosa más importante que la vida eterna.
Y si el ser humano no aprovecha sus días mientras vive aquí en la Tierra, se le escapa la vida eterna; porque el ser humano no sabe en qué día ha de morir. Por eso es que necesita recibir a Jesucristo como su Salvador, y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibir su Espíritu Santo lo más pronto posible; para que cuando muera su cuerpo físico: vaya al Paraíso.
O sea, sea llevado por los ángeles al Paraíso, para vivir allí en el cuerpo teofánico; y luego, en el Día Postrero, en el momento preciso en donde se complete el Cuerpo Místico de Cristo con los últimos escogidos de Dios, entonces los muertos en Cristo serán resucitados por Jesucristo, y nosotros los que vivimos seremos transformados. Los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos, y nosotros seremos transformados y tendremos un cuerpo eterno también.
Ahora vean la bendición tan grande que hay para los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, si la persona parte o muere su cuerpo físico, es reunida con su pueblo; no hay ningún problema: es reunida con los creyentes en Cristo que ya están allá en el Paraíso, pues ese es su pueblo; porque somos pueblo de Dios, miembros del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia de Jesucristo.
San Pablo, hablando de la Iglesia de Jesucristo en el capítulo 12 y versos 22 en adelante, dice [Hebreos]:
“… sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.
Ahora, podemos ver que nos hemos acercado al Monte de Sion, que es la Iglesia de Jesucristo; y la Iglesia de Jesucristo, Sus miembros, que son los escogidos de Dios, tienen sus nombres escritos (¿dónde?) en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.
Esos son los primogénitos de Dios o predestinados de Dios, los cuales desde antes de la fundación del mundo tienen sus nombres escritos en el Libro de Dios, el Libro de la Vida del Cordero.
Estas son las ovejas de las cuales Cristo nos habla en el capítulo 10 de San Juan, versos 14 en adelante, donde nos dice:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.
Aquí podemos ver que estas ovejas que el Padre le ha dado a Jesús son los hijos e hijas de Dios, los primogénitos de Dios escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo; los cuales vienen a esta Tierra, son manifestados en carne humana en este planeta Tierra, ¿para qué? Para recibir vida eterna por medio de Jesucristo, al cual en la Tierra, por medio de Su manifestación a través de cada ángel mensajero de cada edad, está llamando y juntando a Sus escogidos en cada edad.
Y por medio de cada mensajero es que Él llama y junta a Sus escogidos, coloca Su Palabra en la boca de cada mensajero que Él ha enviado de edad en edad, y por medio de este mensajero llama y junta a Sus escogidos en cada edad.
Para este tiempo final Él ha dicho que enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos: San Mateo, capítulo 24, verso 31. Y también en el capítulo 16, verso 27, Cristo dijo: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre (y entonces, ¿qué dice?) con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Ahora podemos ver que en la Venida del Hijo del Hombre, los Ángeles del Hijo del Hombre (que son los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías), estarán manifestados aquí en la Tierra para llamar y juntar a los escogidos de Dios con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino. Predicando el Evangelio del Reino, son llamados y juntados todos los escogidos de Dios.
Estos ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre son los ministerios de Moisés y Elías, que estarán manifestados en el Ángel de Jesucristo, en donde el Hijo del Hombre estará manifestándose y estará enviando esos ministerios, esos Ángeles, para llamar y juntar a los escogidos de Dios. ¿Con qué? Con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Ahora vean la forma en que los escogidos de Dios en el Día Postrero son llamados y juntados: es por medio del ministerio de los Ángeles del Hijo del Hombre, es por medio del ministerio de Moisés y Elías; es por medio del ministerio de Moisés y Elías con el Mensaje del Evangelio del Reino llamando y juntando a todos los escogidos de Dios en este tiempo final.
Es muy importante entender estas cosas para saber cómo es que Dios nos estaría hablando en este tiempo final, y nos estaría llamando y juntando en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y preparando para ser transformados y raptados en este tiempo final; para, si permanecemos vivos y los muertos en Cristo resucitan en cuerpos eternos, pronto seamos nosotros transformados y seamos reunidos con nuestro pueblo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo que resucitará en cuerpos eternos; y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, y allí disfrutemos esa gran fiesta de tres años y medio, donde Cristo estará repartiendo los galardones a todos Sus hijos que han trabajado en Su Obra en la edad y dispensación que les ha tocado vivir.
Ahora, hemos visto cómo será allá en la Cena de las Bodas del Cordero. También hemos visto cómo es cuando la persona muere, hemos visto a dónde va: va al Paraíso, si sirve a Cristo; pero si no sirve a Cristo, va al infierno, que es la quinta dimensión, donde permanecerá allí hasta después del Reino Milenial. O sea, cuando haya terminado el Reino Milenial, entonces serán resucitados; será resucitados para ser juzgados por Jesucristo en Su Trono Blanco.
En la parábola que nos dio Cristo, en el capítulo 25, nos habla también del Juicio de las Naciones; lo mismo que más adelante sucederá en el Juicio Final. Pero este Juicio de las Naciones también se manifiesta antes de comenzar la gran tribulación, en donde habrá naciones que recibirán la bendición de Dios, pero también habrá naciones que recibirán el juicio divino, no podrán entrar al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y para poder comprender estas cosas que deben estar sucediendo en este tiempo final, en el cual nosotros por la gracia de Dios estamos viviendo; para eso, vean ustedes, Jesús nos dice en el capítulo 4 del Apocalipsis:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
¿A dónde vamos a subir? A la Edad de la Piedra Angular. Y Él nos va a mostrar todas estas cosas que han de suceder después de las que ya han sucedido en estos dos mil años que han transcurrido de Cristo hacia acá.
Y ahora, ¿por medio de quién va a estar Jesucristo manifestado dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto? Será por medio de un profeta llamado el Ángel del Señor Jesucristo. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
No se pueden conocer las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, a menos que sea por medio del Ángel del Señor Jesucristo enviado para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder a la Iglesia del Señor Jesucristo.
También en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, nuevamente Jesucristo da testimonio de Su Ángel y de que Él ha enviado a Su Ángel Mensajero, y dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
¿De qué cosas? De estas cosas que deben suceder pronto.
Ahora, vemos aquí en la Escritura, en el Apocalipsis, que para este tiempo final Dios, Jesucristo, enviará Su Ángel Mensajero para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; y así obtener el conocimiento de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo; y obtener conocimiento de los Ángeles del Hijo del Hombre, que son los ministerios de Jesucristo, de Moisés y Elías, manifestados en Su Ángel Mensajero; esos son los ministerios del Hijo del Hombre: el ministerio de Moisés y el ministerio de Elías.
Ahí tenemos esos tres grandes ministerios que están prometidos para ser manifestados en este tiempo final. Y eso es por medio de Su Ángel Mensajero, al cual Él envía para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Nadie podrá ver, entender, todas estas cosas que deben suceder pronto, excepto aquellos que estarán escuchando y recibiendo al Ángel del Señor Jesucristo; y por consiguiente, obteniendo la revelación de la Palabra de Dios que Él le trae a la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final.
Y así es como también sabemos el misterio de lo que sucede después que la persona físicamente muere en esta Tierra: O va a la quinta dimensión, si no es un creyente en Cristo va a la quinta dimensión, que es el infierno; o si es un creyente en Cristo va a la sexta dimensión, que es el Paraíso, y luego en el Día Postrero resucitará en un cuerpo eterno, si es un creyente en Cristo nacido de nuevo.
Ahora, hemos visto este misterio de lo que es después de la muerte, y de cómo son reunidos con su pueblo después que mueren estas personas.
“SIENDO UNIDOS A SU PUEBLO”.
Vimos a Abraham, vimos a Isaac, vimos a Jacob; y así por el estilo, hemos visto a los santos que han partido, los cuales han sido reunidos con su pueblo.
En cada edad, los escogidos de Dios al morir físicamente, en sus cuerpos físicos, han sido reunidos con su pueblo, o sea, con los miembros de la Iglesia de Jesucristo que ya están en el Paraíso, porque también han partido.
Y para el Día Postrero regresarán a la Tierra, y vendrán a estar con su pueblo: los escogidos de Dios de este Día Postrero que vivimos; y nosotros seremos transformados.
Y todos unidos los unos con los otros, unidos los que vivimos con nuestro pueblo, los que resucitarán en cuerpos eternos, luego nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a esa gran fiesta celestial, en la Casa y a la Casa de nuestro Padre celestial.
Es muy importante asegurar nuestra vida con Cristo; ese es el único seguro que es para toda la eternidad, y sus beneficios son para toda la eternidad. Y ese es el seguro que toda persona necesita tener para estar asegurado con vida eterna; y aunque su cuerpo físico muera: continuar viviendo en el Paraíso, en un cuerpo eterno y glorificado, un cuerpo de la sexta dimensión, un cuerpo teofánico.
Y luego, para el Día Postrero, recibirá un cuerpo eterno físico y glorificado, si ha partido, si ha muerto su cuerpo físico; y si no ha muerto, pues será transformado, y obtendrá así también el cuerpo eterno.
Vean la importancia de tener el seguro que Cristo nos ofrece. Ese es el seguro de la vida eterna para ser reunidos con nuestro pueblo cuando terminen nuestros días terrenales aquí.
“SIENDO UNIDOS A SU PUEBLO”.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “SIENDO UNIDOS A SU PUEBLO”.
Ahora, hay algo que creo que ustedes desean saber. ¿Cuántas dimensiones hay? Hay 7 dimensiones: luz, tiempo, materia, ondas, la quinta dimensión (el infierno), la sexta dimensión (el Paraíso) y la séptima dimensión (Dios). ¿Ve?
Primera dimensión: luz. Segunda dimensión: tiempo. Tercera dimensión: materia. Cuarta dimensión: las ondas, donde trabaja la radio y la televisión.
Es a través de las ondas… Usted mira y no ve nada, pero si tiene un radio o un televisor, lo enciende, lo sintoniza, y puede ver esas imágenes que están pasando por la cuarta dimensión, que es la dimensión de las ondas; y entonces puede ver lo que están transmitiendo desde los lugares donde tienen esos equipos de transmisiones. Y así usted puede ver, en esa cuarta dimensión, las cosas que están siendo transmitidas por esos canales.
Así también es en otras dimensiones. Pero vean ustedes, las personas algunas veces ven en esas otras dimensiones, ya sea en sueños o en visiones, y también cuando parten de esta Tierra, cuando terminan sus días terrenales aquí.
Ahora, es muy importante estar preparados para ir a la sexta dimensión cuando terminen nuestros días, si es que nuestro cuerpo físico muere; y si no muere nuestro cuerpo físico, pues entonces será transformado. Y luego iremos a la Casa de nuestro Padre celestial.
Es muy importante estar preparados para ir a la Casa de nuestro Padre celestial; el que no esté preparado, no puede ir a la Casa de nuestro Padre celestial.
Hemos visto las dimensiones, para que las tengan también y sepan que hay siete dimensiones.
Bueno, ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión dándoles testimonio de nuestro tema: “SIENDO UNIDOS A SU PUEBLO”.
En estos momentos pasaré al reverendo Jaime para que les dé teléfonos y direcciones, y el lugar donde ustedes también pueden ver conferencias en videos iguales a esta, para obtener mayor conocimiento de todas estas cosas, de todos estos misterios de estas dimensiones, para así recibir las bendiciones de Dios y estar preparados para ir a vivir con Cristo por el Milenio y por toda la eternidad. Dios tiene un Programa, hay que entrar por ese Programa para obtener esas bendiciones.
Nuevamente vamos a tener al reverendo Jaime con nosotros.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes y radioyentes; y que Dios les continúe bendiciendo a todos.
Con nosotros el reverendo Jaime, para continuar.
“SIENDO UNIDOS A SU PUEBLO”.
[Revisión octubre 2021]