Muy buenas noches, amables amigos presentes y todos los que están en diferentes naciones a través del satélite Amazonas o internet; y a todos los ministros presentes y también los que están en otras naciones. Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos en el Evangelio según San Lucas, capítulo 21, versos 25 al 36; y dice Jesucristo de la siguiente manera:
“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;
desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.
Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“TIEMPO DE EXPECTACIÓN PARA SALVACIÓN O PARA JUICIO”, o sea, tiempo de expectación para salvación o para condenación.
En este pasaje que hemos leído encontramos una profecía correspondiente al tiempo final, es un pasaje profético que estará cumpliéndose en el tiempo final. Y nosotros ya hemos estado viendo terremotos en diferentes lugares, maremotos, tsunamis y grande expectación en la Tierra, desfalleciendo las personas por el temor de la expectación de lo que esperan; están a la expectativa esperando cosas terribles que van a ocurrir, al ver que maremotos, tsunamis, terremotos y todas estas cosas están sucediendo, y el calentamiento global causando los problemas del derretimiento de los hielos polares, lo cual aumenta el nivel de los mares, y por consiguiente traerá problemas a las costas de todas las naciones. Muchas costas van a desaparecer, con sus habitantes, a causa de estos problemas del calentamiento global.
Cada día va en aumento cada uno de esos problemas que están surgiendo a causa del calentamiento global; y no solamente han estado ocurriendo problemas en la naturaleza, sino también en el cielo; no solamente la naturaleza del planeta Tierra, sino en el cielo también: en los planetas, en las galaxias. Todas estas cosas tienen a las personas en una situación difícil, con angustia.
Y viendo que cada día se hace más claro que lo que llaman platillos voladores, ovnis u otras cosas (carros de fuego), son seres de otra dimensión, los cuales tienen cuerpos de otra dimensión; y esto era común allá en el tiempo de los profetas, de los jueces. Para el pueblo hebreo esto es común, porque a través de toda la Biblia encontramos ángeles, querubines, serafines, arcángeles, encontramos carros de fuego (en un carro de fuego se fue el profeta Elías)[1]; la Ley para el pueblo hebreo en el monte Sinaí fue dada por comisión de ángeles[2]. ¿Ve? Todo esto es algo normal para el pueblo hebreo, pero para los gentiles es quizás algo nuevo; pero es algo bíblico.
Hay diferentes DIMENSIONES; y nosotros estamos viviendo, ocupando esta dimensión terrenal en la cual estamos viviendo.
- Están las dimensiones de luz, tiempo y materia (en estas tres dimensiones nosotros existimos).
- Pero está la cuarta dimensión, que es la dimensión de las ondas, donde están las ondas de las radioemisoras, de la televisión y así por el estilo; y también de las comunicaciones, comunicaciones por satélite; y todas estas comunicaciones se mueven en esa cuarta dimensión, que apenas está siendo descubierta por el ser humano. ¿Cómo será cuando se conozca bien esa cuarta dimensión, la dimensión de las ondas?
- También hay otra dimensión: la quinta dimensión, a la cual nadie quisiera ir; es la dimensión donde van las personas que no tienen a Cristo. Los pecadores cuando mueren van a otro mundo, a otra dimensión; no van con su cuerpo físico, porque el cuerpo físico es el que muere; pero por cuanto el ser humano es alma, espíritu y cuerpo, pues perdió el cuerpo pero sigue viviendo, existiendo, en alma y espíritu; y en alma y espíritu va a la quinta dimensión si no es un creyente. (Luego…). Esa dimensión es llamada también el infierno.
¿Recuerdan la parábola que dio Cristo acerca del hombre rico y Lázaro?[3]. El hombre rico fue al infierno y Lázaro fue al Paraíso, al Seno de Abraham (que era llamado Paraíso en aquel tiempo o Seno de Abraham). Desde la muerte de Cristo y resurrección, Él sacó de allí a todos los creyentes que estaban allá: Abraham, Isaac, Jacob y los profetas, todos los creyentes del Antiguo Testamento, y los llevó al Cielo. Y ahora, los resucitó. Por eso dice la Escritura que cuando Cristo resucitó aparecieron con Él en la Tierra, y aparecieron a muchas personas en Jerusalén[4]; luego se fueron con Cristo al Cielo, y están en el Cielo ya resucitados con cuerpos glorificados.
Pero falta un grupo de personas que tienen esa promesa: de una resurrección en cuerpos eternos y glorificados si son creyentes en Cristo nacidos de nuevo, los cuales forman la Iglesia del Señor Jesucristo; y los que estén vivos en ese tiempo que ocurra la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, los que estén vivos, creyentes en Cristo, serán transformados. Y luego todos tendrán cuerpos eternos y glorificados iguales al cuerpo glorificado de Jesucristo, y joven para toda la eternidad.
Son promesas para los creyentes en Cristo exclusivamente; no son promesas para los incrédulos. Para los incrédulos hay una promesa de una resurrección en cuerpos otra vez, para ser juzgados en el Juicio Final; esa es la promesa que hay para los incrédulos, para los que no creen[5].
- Y ahora, los creyentes en Cristo, si mueren físicamente: en espíritu y alma van al Paraíso, otra dimensión, la dimensión de los ángeles, una dimensión donde no están ni trabajando, ni se cansan, ni tienen el problema de que tengan que madrugar para ir al trabajo en la mañana y tomar el tráfico tan pesado que hay todas las mañanas en todos los países, y el tráfico tan pesado que hay en las tardes cuando regresan del trabajo en todos los países, y sobre todo en cada capital de cada país; pero descansan de sus trabajos cuando van al Paraíso los creyentes en Cristo; están viviendo en cuerpos angelicales; porque un espíritu es un cuerpo de otra dimensión.
Y ahora, encontramos que está también… Esa es la sexta dimensión.
- La séptima dimensión es la dimensión de Dios, donde Dios habita; esa es la dimensión donde está Cristo sentado en el Trono de Dios.
Recuerden que Jesucristo dijo en San Lucas, capítulo 19, versos 11 en adelante:
“Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.
Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver”.
Cristo es descendiente del rey David, es un hombre noble, es de la realeza, de la monarquía de David.
Y ahora, de la dinastía de David es Jesucristo, porque María es descendiente del rey David, y José (Su padre adoptivo) es descendiente también del rey David; por lo tanto, Jesús es descendiente del rey David según la carne. Por eso le llamaban en muchas ocasiones: “¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí!”[6].
Como Hijo de David Él es Rey, Él es el Príncipe heredero al Trono de David; eso fue lo que le dijo el Ángel Gabriel a la virgen María en San Lucas, capítulo 1, versos 30 al 36.
Y para que lo tengan claro podemos leerlo, para que tengamos un cuadro claro del tiempo en que vivimos y de quién es Jesucristo. Dice el capítulo 1, versos 30 en adelante, hablando de este evento de la aparición del Ángel a la virgen María, dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Y ahora, ¿aquí quién es el heredero al Trono de David? Aquí lo dice el Ángel Gabriel, dice:
“… y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre…”.
¿Quién es el heredero al Trono de David? El Príncipe Jesús.
Y ahora, Él se sentará en el Trono de David y reinará para siempre.
Ahora, Él se fue al Cielo para recibir un Reino. ¿Qué Reino iba a recibir en el Cielo? El Reino de los Cielos y de la Tierra. Como Hijo de Dios Él es el heredero al Reino de Dios, Él es el heredero a los Cielos y a la Tierra; por eso es que en Apocalipsis, capítulo 3, verso 20 y 21, dice:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Aquí Cristo dice que se ha sentado con el Padre en el Trono de Dios, en el Trono del Padre celestial, el Trono del Cielo; es el Trono de Dios que gobierna sobre toda la Creación.
En ese Trono es que Cristo se sentó, y por esa causa Cristo dijo en San Mateo, capítulo 28, verso 16 al 20: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra”. Eso fue cuando ya había resucitado y le apareció a Sus discípulos en diferentes ocasiones. Y también dijo: “He aquí yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. ¿Cómo estaría? En Espíritu Santo. El Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, estaría en medio de Su Iglesia todo el tiempo, hasta el fin del mundo; por lo tanto Él está con nosotros en nuestro tiempo. Él mismo dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días”. También dice: “Donde estén dos o tres reunidos en mi Nombre, allí yo estaré”[7].
Por lo tanto, Jesucristo en Su cuerpo físico glorificado subió al Cielo y se sentó en el Trono celestial de Dios. Él es el heredero a ese Trono celestial, ya se sentó en Él; ahora falta que se siente en el Trono de David, el trono terrenal; y por eso dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en Su Trono”[8].
Cristo reclamará el trono terrenal, el Trono de David, porque le pertenece, Él es el heredero; y Él restaurará el Reino de David y traerá la paz para Israel, para Jerusalén, y desde Jerusalén saldrá para todo Israel y para todas las naciones; porque Él es el Príncipe de Paz, según Isaías, capítulo 9, versos 5 al 7. Él es el Príncipe de Paz y traerá la paz a Israel, traerá la paz a Jerusalén, traerá la paz al Medio Oriente; en Él está la esperanza de la humanidad para obtener la paz la familia humana. Porque no hay otro Príncipe de Paz, solamente hay Uno, y Su nombre es: Señor Jesucristo; Él es el Mesías-Príncipe.
Por lo tanto, no hay forma en que la humanidad obtenga la paz permanente, excepto a través de Jesucristo, el Príncipe de Paz.
La humanidad puede, por medio de tratados, convenios entre naciones, obtener una paz temporera; pero luego, por algunos problemas, se rompen esos pactos y vuelven a estar en problemas. Aún más, la Escritura nos dice que “cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá destrucción repentina”. Eso está en el capítulo 5 de Primera de Tesalonicenses. Pero el apóstol Pablo dice: “Pero ustedes no están en tinieblas, para que aquel día os sobrecoja como ladrón”.
Esa situación que vendrá sobre la raza humana, de destrucción repentina, no va a tomar a los hijos de Dios, a los miembros de la Iglesia de Jesucristo aquí en la Tierra, porque van a ser transformados antes, y van a ser llevados en lo que comúnmente se conoce en medio del cristianismo como el rapto o arrebatamiento de la Iglesia, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por eso es que en San Lucas, Cristo dice que cuando veamos que suceden todas estas cosas, esas señales en el cielo, en las estrellas, en la luna, en el sol, y en la Tierra angustia de los hombres por causa del temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán sobre la Tierra, con temor al sonido de las olas y del mar, con temor a todos esos problemas: maremotos, terremotos, tsunamis y así por el estilo…; porque cada día los problemas en la Tierra van aumentando; y más, siendo que ya científicamente se ha probado que viene un terremoto gigante, grande, que va a causar graves daños en todas las costas, y sobre todo las costas de todo el continente americano; y, por supuesto, las costas también de Japón, de China, de Rusia, de todos esos problemas, porque el problema va a ser muy grande para el Pacífico.
El mar Pacífico va a estar revuelto, y van a surgir muchos tsunamis en el mar Pacífico que van a arropar las costas del continente americano, desde la parte norte hasta la parte sur; y también, por supuesto, de Japón, de China, de Rusia, de todos esos países.
También están los problemas de las plantas nucleares para producir energía eléctrica; y también está el problema de las bombas atómicas, bombas nucleares, las cuales por el calentamiento global pueden tener graves problemas; y también por el calentamiento de naciones contra naciones: las guerras. Porque las hicieron ¿para qué? Para usarlas en caso de una guerra en la cual tengan necesidad de usarlas; y tienen muchas.
Pero no se preocupen, eso dará cumplimiento a la profecía que dice: “He aquí, viene el día ardiente como un horno (el Día del Señor ardiente como un horno), y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; y aquel día que vendrá los abrasará (los quemará), ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”. (Malaquías, capítulo 4, verso 1 en adelante). Pero dice: “Mas a vosotros los que teméis mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia”; nacer el Sol de Justicia es la Venida del Señor, porque Él viene como el Sol de Justicia.
Y ahora, tenemos la promesa de bendición para los creyentes en Cristo y también promesa de bendición para el pueblo hebreo, aunque va a pasar por una etapa muy pero que muy difícil.
Este es un tiempo de expectación, de espera, de estar atentos para salvación; no solamente para cuando se llama al frente para recibir a Cristo, sino también para la parte de salvación de nuestra transformación; esa es una parte muy importante, en donde va a surgir una transformación en los cuerpos de los creyentes vivos cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos glorificados. Y entonces todos serán iguales a Jesucristo: inmortales, jóvenes para toda la eternidad. Nunca más tendrán el problema de que sus cuerpos se pongan viejos; nunca más tendrán el problema o las preocupaciones que se tienen en estos tiempos.
Por lo tanto, esas personas vendrán a ser el Gabinete – del Gabinete del Mesías, del Gabinete del Reino del Mesías, del Orden de la Realeza del Reino. Son reyes, tienen la categoría más alta del Reino juntamente con el Señor, porque Él es el Rey de reyes.
Y en cuanto a que Cristo es el Sumo Sacerdote que está haciendo Intercesión en el Cielo, en el Templo celestial, según el Orden de Melquisedec…; porque Él es Melquisedec, que se hizo carne, se hizo hombre en medio de la raza humana. Antes aparecía en la forma de un ángel, porque es un cuerpo angelical, pero luego se vistió de carne humana y fue conocido por el nombre de Jesús. Por eso oraba a Dios, pedía a Dios y Dios le respondía: porque es el Sumo Sacerdote del Templo celestial. Por eso Él podía decir: “Antes que Abraham fuese, yo soy”. (San Juan, capítulo 8, versos 56 al 58).
Él está vivo, está sentado en el Trono de Dios en el Cielo; todo poder le ha sido dado en el Cielo y en la Tierra; a través de Él Dios gobierna toda la Creación. Él es Creador y Sustentador de toda la Creación.
Por eso es que dice la Escritura: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la Vida, y la Vida era la luz de los hombres. La Luz en las tinieblas resplandece, pero las tinieblas no la comprendieron. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino para dar testimonio, vino dando testimonio de la Luz, pero no era él la Luz”. Todo eso lo habla San Juan, capítulo 1, versos 1 al 14.
Y dice: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. Y en el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho; pero el mundo no le conoció”. (San Juan, capítulo 1, verso 9).
Y luego dice: “A lo Suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los Suyos no le recibieron. Mas a los que le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de carne y sangre, ni de varón, sino de Dios (por medio del Espíritu Santo que produce en esas personas el nuevo nacimiento)”.
Y luego sigue diciendo: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. (San Juan, capítulo 1, verso 14).
Así que vean quién es Jesucristo: es el Verbo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo hecho carne en medio de la raza humana, vestido de un cuerpo de carne que se creó en el vientre de la virgen María. Tan sencillo como eso, para que todos lo puedan entender.
Y ahora, es Jesucristo el que ha hecho grandes promesas de grandes bendiciones. Por ejemplo, Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, pues será condenado”. (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Por lo tanto, hay una bendición grande para los seres humanos la cual se proclama, se da a conocer a través de la predicación del Evangelio de Cristo, en donde se muestra a la humanidad que hay un Redentor, un Salvador, que murió por nosotros en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados.
Él se hizo pecado por nosotros; Él no podía morir porque no tenía pecado, pero al tomar nuestros pecados se hizo pecado por nosotros y murió como pecador, diciendo: “Padre, Padre – Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”[9]. Así mueren los pecadores: desamparados. Y por consiguiente tuvo que ir al infierno.
Así sucede con los pecadores, tienen que ir a ese lugar.
Y predicó a las almas que estaban allá en sus cuerpos espirituales, que fueron desobedientes en el tiempo de Noé[10]; allá les predicó; no para salvación, sino como testimonio de que Noé estaba correcto en lo que estaba diciéndole a la humanidad: que iba a venir el fin de la humanidad, iba a venir un diluvio que destruiría la raza humana, pero que hubo una forma de escapar de ese juicio y de los efectos de ese juicio, y era el arca de Noé[11].
Siempre Dios da una salida en tiempos de juicio; y esa era la única salida que tenía la humanidad: entrar al arca que Noé estaba construyendo.
Y ahora, Cristo dice que “como fue en los días de Noé, así será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará, se revelará”[12]. Por lo tanto, así como aquella gente antediluviana estaba en los días de Noé, al final, al final del tiempo; había llegado el fin del tiempo para ellos y ellos no lo sabían; pero Noé sí lo sabía y lo estaba dando a conocer.
Así también es este tiempo: la humanidad, el reino de los gentiles y todas las naciones han llegado al final, al final de la carrera de todas las naciones; por eso tantos problemas en el campo financiero, campo económico, de todas las naciones. Si una nación se va a la quiebra completamente, afecta a las demás naciones.
Así ha estado sucediendo los últimos dos o tres años, y continuará sucediendo, porque el problema no se puede arreglar; es tan difícil que no puede ser resuelto ese problema, por lo cual va a venir una Tercera Guerra Mundial. Porque siempre que hay graves problemas económicos, luego viene una guerra; y una guerra es una plaga, un juicio divino que cae sobre la humanidad.
Esas Plagas están en las Copas, en las Siete Copas; y esas plagas se van a repetir en este tiempo final, como las plagas que vinieron sobre Egipto en el tiempo de Moisés.
Por eso es que el ministerio de Moisés estará nuevamente en la Tierra en este tiempo final, conforme a Malaquías, capítulo 4, y conforme a Zacarías, capítulo 4. Son los ministerios de los Dos Olivos, de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero, del cual también habla Apocalipsis, capítulo 11, versos 1 al 14. Y para ese tiempo y al final del ministerio de los Dos Olivos la Tierra habrá pasado por todos esos juicios divinos, y será preparada para el glorioso Reino del Mesías.
Encontramos que luego del ministerio de Elías Tisbita, al cual le había dicho Dios en el monte Sinaí que regresara por el mismo camino que había venido al monte Sinaí, que regresara y él ungiera a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel y a Eliseo por profeta en lugar suyo, o sea, como sucesor[13].
Y luego, cuando Elías se está regresando por el camino donde había ido para el monte Sinaí, se encuentra con Eliseo, que estaba trabajando en la agricultura, arando en el campo; echa su manto sobre él; y Eliseo le dice: “Espera que yo vaya y me despida de la familia para seguirte”. Y Elías le dice: “Pero ¿qué yo te he hecho?”[14].
De los tres, al primero que encuentra es al último del cual Dios le habló.
Y luego Eliseo mata los bueyes con los cuales estaba arando; y con el arado, la leña del arado, los prepara, hace una…, digamos una comida de despedida, y se va. No dejó nada para regresar, no dejó las herramientas de trabajo, porque él no volvería para trabajar con bueyes sino que seguiría al profeta Elías; aunque él no sabía que él era el sucesor de Elías.
Y llegó el tiempo en que Elías tenía que irse al Cielo, y Dios le dice a Elías que vaya a cierto lugar, y Elías le dice a Eliseo: “Quédate aquí, porque yo voy para otro lugar”. Eliseo le dice: “Yo no te dejaré; dondequiera que tú vayas, yo voy a ir contigo”.
Los hijos de los profetas le decían a Eliseo: “¿Sabes que hoy el Señor se va a llevar a tu señor, a Elías?”. Y Eliseo les decía a los hijos de los profetas: “Sí, lo sé. ¡Callen!, ¡callen!, yo sé eso”.
Luego, cuando está en Jericó, le dice Elías a Eliseo: “Dios me manda para pasar al otro lado del Jordán, para el Jordán, pasar al otro lado; quédate aquí con los hijos de los profetas”; o sea, iba a estar bien, lo iban a tratar bien. Eliseo le dice: “No, yo no te dejaré”.
Y entonces sigue a Elías, Elías toma su manto, hiere las aguas del Jordán, se abren, y pasa Elías y Eliseo en seco. Y cuando pasan, Elías le dice a Eliseo: “Pídeme, pide lo que tú quieras recibir. Lo que tú quieras que yo haga por ti: pídeme”. Ya sabía que tenía que irse y Eliseo también sabía que su señor se iba.
Eliseo le dice: “Yo lo que quiero es una doble porción del espíritu que está en ti”. Elías le dice: “Cosa difícil tú has pedido”[15]. ¿Por qué es difícil? Porque los profetas no vienen a ser profetas porque dicen: “Yo quiero ser profeta”. Ya eso está designado desde antes de la fundación del mundo por Dios. No surge un profeta a la escena porque estudió mucho, o porque dijo: “Yo quiero ser profeta”, sino porque está escrito en el Libro de Dios, el Libro de la Vida, que para tal tiempo Dios enviará un profeta a la Tierra, un hombre con las dos consciencias juntas, al cual llegará la Palabra de Dios para ese tiempo. “Porque no hará nada el Señor, sin que antes revele Sus secretos (¿a quién?) a Sus siervos Sus profetas”[16].
Esa es la forma en que viene siempre la Palabra de Dios para el pueblo, esa es la forma en que los pensamientos divinos son comunicados a la raza humana: a través de los profetas, porque esos pensamientos divinos pasan a la mente y al corazón del hombre, profeta, que Dios envía a la Tierra; y luego él los capta y los habla, y eso viene a ser la Palabra de Dios. Viene a ser la Palabra cuando son hablados por un profeta; mientras tanto son solo el pensamiento de Dios.
Hay un proceso para que el pensamiento de Dios se haga realidad: tiene que ser hablado.
Ahora, Elías le dice: “Bueno, si tú me ves cuando yo sea quitado de en medio de ti, te será concedido; si no, no”. Y ahora menos lo va a dejar Eliseo, menos va a dejar a Elías.
Y cuando van hablando de estas cosas, un carro de fuego (ovni o platillo volador, como le quieran llamar) arrebató a Elías; y cayó su manto, Eliseo lo tomó, y Eliseo clama: “¡Padre mío, Padre mío, carros de Israel se han llevado a mi señor!”. Se fue muy triste, se quedó muy triste, pero ya él sabía que se tenía que ir Elías.
Y como todavía no dice la Escritura que Elías le había dicho que iba a ser profeta en su lugar, pero al pedir la doble porción ya Eliseo sabe lo que quiere; y Elías sabe lo que le tiene que decir a Eliseo, porque ya Elías sabía que ese iba a ser su sucesor. Así que fue bien entrenado; tenía un buen profesor, un buen maestro.
Y cuando toma el manto de Elías que se le había caído, se para frente al Jordán y dice: “¿Dónde está el Dios de Elías?”. Hiere el Jordán, y se abrieron las aguas de nuevo. Los hijos de los profetas que estaban al otro lado, allá en Jericó mirando, dicen: “El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo”.
O sea que el Espíritu de Dios que estaba en Elías no lo perdieron de vista los hijos de los profetas; ahora saben a dónde se movió el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto. El Espíritu de Elías, que es el Espíritu Santo que estaba en Elías, ahora se movió a Eliseo.
Eso es bien importante: conocer la trayectoria del Ángel del Pacto, del Espíritu Santo. Conocer la trayectoria de Elías, del ministerio de Elías, es muy importante, porque cada cierto tiempo el ministerio de Elías se repite en la Tierra; y está ligado a asuntos religiosos y también a asuntos políticos.
Luego podemos ver que Eliseo viene a ser el sucesor de Elías, el segundo Elías, porque es el ministerio de Elías que pasó a Eliseo.
Y luego que termina su trayectoria Eliseo, el espíritu de Elías no lo vemos hasta que aparece Juan el Bautista, en donde encontramos que el Ángel Gabriel le habla a Zacarías el sacerdote, esposo de Elisabet, una hija o una descendiente de Aarón; y le dice que va él —a través de su esposa Elisabet— a tener un hijo, y que le ponga por nombre Juan, y que vendrá con el espíritu y virtud de Elías; le da los detalles; y le dice que no tome ni vino ni sidra, que no tome vino ni sidra el niño (la forma de criarlo).
Zacarías, siendo que estaba ya avanzado en edad y su esposa también (ya eran personas grandes, muy mayores), él pregunta: “¿Cómo puede ser esto?, si somos ya avanzados en edad”. Se le olvidó leer la Escritura que dice que Abraham cuando tenía 100 años recibió al hijo que Dios le había prometido[17], y Sara con 90 años; porque no hay ninguna cosa imposible para Dios[18].
El Ángel le dice: “Yo soy Gabriel, que estoy delante de la presencia de Dios; y por cuanto no creíste lo que te hablé, quedarás mudo hasta que se cumpla lo que te hablé”[19]. Y cuando se cumplió, entonces habló[20].
Podemos ver que el Ángel le dice al sacerdote Zacarías que ese hijo que va a tener le ponga por nombre Juan, y que el espíritu de Elías va – que va a venir en el espíritu y virtud de Elías; ahí tenemos el ministerio de Elías por tercera ocasión. El mismo Jesucristo dice que Juan el Bautista es aquel Elías que había de venir (San Mateo, capítulo 11, versos 11 en adelante). Y dice que de los nacidos de mujer no hubo ninguno mayor que Juan.
Y ahora, cuando baja Cristo del Monte de la Transfiguración, en el capítulo 17, versos 10 al 13, de San Mateo, le preguntan Sus discípulos: “Señor, ¿por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga? ¿Por qué dicen que es necesario que Elías venga primero?”. Cristo dice: “A la verdad Elías vendrá y restaurará todas las cosas (viene para restaurar). Pero ya Elías vino y no lo conocieron (ya el Elías que tenía que venir en esos días vino)”; y entonces entendieron que era Juan el Bautista. Esa es la tercera ocasión en que el ministerio de Elías es manifestado; y luego desaparece de la vista y de la historia el ministerio de Elías, cuando Juan el Bautista es decapitado[21].
Pero Juan el Bautista cuando señaló a Cristo, cuando vio a Cristo, dijo: “Este es aquel del cual yo les dije que vendría después de mí uno mayor que yo; Él es el que les bautizará con Espíritu Santo y Fuego. Yo solamente les bautizo en agua para arrepentimiento”[22].
Y les dijo…, cuando le dicen: “Mira aquel del cual tú diste testimonio allá, cuando bautizabas allá en el Jordán, del cual tú diste testimonio, ahora vienen más personas a Él que a ti y bautiza más personas que tú” (aunque Jesús no bautizaba, sino los discípulos del Señor Jesucristo); Juan dice: “A Él le conviene crecer. No puede el hombre hacer nada, ese hombre no puede hacer nada si no le fuere dado de arriba, de Dios; por lo tanto, a Él le conviene crecer, y a mí menguar”[23].
Al precursor le convenía menguar; al precursado, al que vendría después de él, le convenía crecer. Por eso es que usted encuentra en la historia del Evangelio poco hablado acerca de Juan, y de Jesús encontramos todo el Nuevo Testamento; porque el que tenía que crecer era el que vendría después de Juan: el Mesías.
Y ahora, desaparece el ministerio de Elías allá en Israel introduciendo al Mesías, a Jesús (que era físicamente su primo); y luego, bajo el Nuevo Pacto aparece el ministerio de Elías nuevamente en medio del cristianismo: en Norteamérica, en la séptima etapa de la Iglesia entre los gentiles, y su nombre es William Marrion Branham.
Ese fue el Elías precursor de la Segunda Venida de Cristo, como le dijo el Ángel a él en el año 33 cuando bautizaba a la persona número 17 allá en el río, allá en Jeffersonville, Indiana[24].
Y él dijo lo mismo que Juan; cuando habla del Séptimo Sello y del cumplimiento para el Séptimo Sello, dice que el que vendrá, a él le conviene crecer, y a él (al precursor) menguar. Por eso él dice: “Ustedes van a ver, no un crecimiento, sino un decaimiento del ministerio (del ministerio que él tenía)”[25].
Ahora, en él estuvo la cuarta ocasión, el ministerio de Elías en su cuarta ocasión, pero está prometido que estará una quinta ocasión. Ese ministerio vendrá acompañado también con el ministerio de Elías [Moisés], porque son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los Dos Candeleros que están delante de la presencia de Dios, conforme a Zacarías, capítulo 4, y Apocalipsis, capítulo 11, de lo cual también el reverendo William Branham habló.
Él, antes de saber que el ministerio de Elías se manifestaría cinco veces, él pensó que eran solamente cuatro, y por consiguiente la ocasión en que estaba manifestado ese ministerio en él era la última ocasión, y por eso él pensaba que él tenía que ir a Israel. Pero el Ángel le dijo que no fuera, que no era el tiempo; y más adelante él comprende, porque le es dicho: “Tiene que ser conforme a la Escritura”[26]. Y conforme a la Escritura el ministerio de Elías yendo a Israel es en la quinta ocasión, con Moisés (como uno de Dos Olivos).
Ahí podemos ver por qué no le fue permitido ir a Jerusalén, a Israel, al reverendo William Branham; aunque tenía el ministerio de Elías, pero en su cuarta manifestación, y para eso tiene que ser en la quinta manifestación de Elías.
Está prometido que los gentiles llevarán el Evangelio a los judíos[27], así como los judíos lo trajeron a los gentiles; lo trajeron a los gentiles por medio del ministerio del Espíritu Santo a través de San Pedro y de San Pablo; por lo tanto, los ministerios de San Pedro y San Pablo son tipo y figura de los ministerios de Moisés y de Elías.
Ahora, los gentiles llevando el Evangelio a los judíos, ¿cómo lo van a hacer? Eso es importante, y ese es uno de los misterios grandes para el Día Postrero. Por lo tanto, no vamos a tocar mucho. No perdamos la trayectoria del ministerio de Elías, porque va a ser manifestado en el Día Postrero por quinta ocasión, y entonces vamos a ver también el ministerio de Moisés.
Recuerden que se está viviendo en un Nuevo Pacto, Dios está tratando bajo un Nuevo Pacto, y por eso está tratando con Su Iglesia bajo el Nuevo Pacto; y la Sangre del Nuevo Pacto es la Sangre de Jesucristo. Fuera del Nuevo Pacto no hay otro pacto vigente.
Ahora, Dios volverá a tratar con el pueblo hebreo en el tiempo de los tres años y medio que le faltan a la semana número setenta, y tratará bajo el ministerio de Moisés y de Elías. Hay un misterio ahí: cómo va a ser todo eso que va a suceder, pero vamos a dejarlo quieto.
El reverendo William Branham dice que algo grande va a suceder con Israel, y él dice: “Y yo sé, yo creo, que es un profeta que se va a parar allá con Israel – en Israel”.
Es que la señal de Dios más grande para la humanidad es un profeta siempre. La señal más grande para la destrucción del mundo antediluviano era un profeta: Noé; la señal más grande para Egipto, de la destrucción de Egipto, de las plagas, y la liberación para el pueblo hebreo, era un profeta: Moisés; y así por el estilo.
Y para los cambios dispensacionales la señal más grande es un profeta dispensacional: Moisés, Jesús; y para el Día Postrero tiene que aparecer otro para introducir la Dispensación del Reino.
Y ahora, vigilemos, porque el ministerio de Moisés se repetirá juntamente con el ministerio de Elías por quinta ocasión; es una promesa. Y el ministerio de Jesús, de Jesucristo, se repetirá nuevamente en este tiempo final.
Todo eso está ligado a una visión grande que le fue mostrada al reverendo William Branham, la visión llamada la Visión de la Carpa; donde la Tercera Etapa, la manifestación plena de Dios, va a ser hecha una realidad en medio del cristianismo en el Día Postrero.
Él quiso hacer realidad esa Visión, así como quiso hacer realidad la ida a Israel para predicarle; pero ninguna de las dos cosas le fue permitida porque eso es para este tiempo final.
Lo mismo que Cristo cuando leyó Isaías, capítulo 61, se detuvo donde dice: “Para predicar el año de la buena voluntad del Señor”, y ahí se detuvo; no continuó la lectura, que decía: “Y el día de venganza del Dios nuestro”, porque eso es para la Segunda Venida del Señor, en donde será proclamado el día de venganza de Dios, en donde el juicio divino va a ser anunciado y va a venir sobre la raza humana.
Y siendo que la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero será como en los días de Noé y como en los días de Lot: los días de Noé eran días para caer el juicio divino sobre la humanidad, porque el tiempo se les había terminado; y en el tiempo de Sodoma y Gomorra, en el tiempo de Lot, el tiempo también se le había terminado a los habitantes de Sodoma y Gomorra y ciudades cercanas, y era tiempo para destrucción, para caer fuego del cielo, fuego y azufre, y destruir a los habitantes de Sodoma y Gomorra, todas esas ciudades cercanas también[28].
Por lo tanto, la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero será en un tiempo en que la humanidad habrá llegado al fin, es para el tiempo del fin.
Para el tiempo del fin muchas promesas buenas para los creyentes en Cristo están señaladas, pero también los juicios divinos para la raza humana; las plagas se repetirán en este tiempo final.
Pasen todos muy buenas noches.
“TIEMPO DE EXPECTACIÓN PARA SALVACIÓN O PARA JUICIO”.
[Revisión mayo 2024]
[1] 2 Reyes 2:11
[2] Hechos 7:53
[3] San Lucas 16:19-31
[4] San Mateo 27:51-53
[5] Apocalipsis 20:5-15
[6] Mt. 9:27-31, 15:21-28, 20:29-34; Mr. 10:46-52; Lc. 18:35-43
[7] San Mateo 18:20
[8] Apocalipsis 3:21
[9] San Mateo 27:46, San Marcos 15:34
[10] 1 Pedro 3:18-20
[11] Génesis 6:1-22
[12] San Mateo 24:37-39, San Lucas 17:26-27
[13] 1 Reyes 19:15-18
[14] 1 Reyes 19:19-21
[15] 2 Reyes 2:1-10
[16] Amós 3:7
[17] Génesis 21:5
[18] Génesis 18:14, San Lucas 1:37
[19] San Lucas 1:5-20
[20] San Lucas 1:63-64
[21] San Mateo 14:1-12, San Marcos 6:14-29
[22] Mt. 3:11; Mr. 1:7-8; Lc. 3:16; Jn. 1:26-27, 1:29-31
[23] San Juan 3:25-30
[24] Citas, pág. 80, párr. 683; pág. 81, párr. 687; pág. 119, párr. 1058
[25] Citas, pág. 119, párr. 1057
[26] Las Setenta Semanas de Daniel, pág. 41, párrs. 159-164 (LGCC)
[27] Las Edades, pág. 30, párr. 109
[28] Génesis 19:1-25