Trabajando bajo el Séptimo Sello

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes. Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final; para lo cual quiero leer en Apocalipsis, capítulo 8, verso 1 en adelante, para así colocar el verso o escrituras que usaremos para esta conferencia que está siendo transmitida a diferentes lugares de la República de Chile.

Vamos a leer Apocalipsis, capítulo 8, verso 1 al 5, donde dice:

“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.

Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.

Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.

Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Este sello misterioso, el Séptimo Sello, contiene el misterio más grande de los Cielos y de la Tierra, que es el misterio de la Segunda Venida de Cristo; del cual habló Cristo en San Mateo, capítulo 24, cuando le preguntaron Sus discípulos en San Mateo, capítulo 24, versos 1 al 3, cuando Jesús salió del templo; dice:

“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.

Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.

Luego Jesucristo comienza a enumerar todas estas cosas que sucederán y la señal que habrá para la destrucción de Jerusalén. Él les enseña que cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos ha llegado el tiempo para la destrucción de Jerusalén.

Y también les enseña acerca de la señal de Su Venida y del fin del mundo, les enseña lo siguiente… vean ustedes, aquí nos habla acerca de la Venida del Hijo del Hombre, en el capítulo 24, verso 27, dice:

“Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.

Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.

Aquí nos habla Jesucristo de la señal de la Venida del Hijo del Hombre; esa es la señal del Hijo del Hombre siendo mostrada en el cielo, la cual da testimonio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. También nos habla de los Ángeles del Hijo del Hombre siendo enviados con Gran Voz de Trompeta para llamar y juntar a todos los escogidos de Dios.

En la parábola del trigo y de la cizaña, Jesucristo en el evangelio según San Mateo, cuando nos habla acerca del fin del siglo, nos dice en San Mateo, capítulo 13, verso 30, y luego capítulo 13, verso 36 al 43 de San Mateo… Capítulo 13, verso 30, dice:

“Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro (o sea, el trigo y la cizaña juntos) hasta la siega (o sea, hasta el tiempo de la cosecha); y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.

Vean que en el tiempo de la cosecha, de la siega, es el tiempo para el recogimiento del trigo, y también para la cizaña ser recogida y atada en manojos para ser echada en el fuego de la gran tribulación, donde será quemada la cizaña; pues el profeta Malaquías, hablándonos de esa destrucción que viene para la cizaña y quién es la cizaña…

Cristo dijo que la cizaña son los hijos ¿de quién? Del malo, los hijos del diablo, dice Jesucristo. Ahora, Malaquías dice en el capítulo 4, verso 1:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.

La cizaña son estas personas de las cuales habla aquí el profeta Malaquías en el capítulo 4, verso 1.

¿Y qué será del trigo en este tiempo, en donde vendrá ese fuego atómico sobre la raza humana en una guerra que vendrá, la cual será atómica?, donde causará que se desate la radioactividad que está almacenada tanto en equipos de guerra (como bombas y como reactores atómicos) y en otras formas en que está colocada esa radioactividad.

Ahora, ¿qué será de los escogidos de Dios, del trigo? Dice en el verso 2 de este mismo capítulo 4 de Malaquías:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia…”.

Eso es la Segunda Venida de Cristo, Cristo viniendo con Su rostro como el sol; como apareció en Apocalipsis, capítulo 1, versos 12 al 18; y como también aparece en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo envuelto en una nube y con Su rostro como el sol.

El sol es el astro rey, y la Segunda Venida de Cristo es como Rey de reyes y Señor de señores; por eso está representado Cristo en Su Segunda Venida en el sol naciente; también está representado en el León de la tribu de Judá, porque el león es el rey de los animales, y Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores.

Para Su Primera Venida estaba representado en el cordero pascual, porque Él vino como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo. Y ahora para Su Segunda Venida está representado en el León de la tribu de Judá y también está representado en el sol naciente.

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.

Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies…”.

Porque serán quemados con ese fuego de ese “día ardiente como un horno” que se desatará durante el tiempo de la gran tribulación, que durará tres años y medio.

Eso corresponde a la segunda parte de la semana número setenta de la profecía de Daniel; porque ya la primera parte de la semana número setenta se cumplió bajo el ministerio de Jesucristo en medio del pueblo hebreo; y le falta al pueblo hebreo tres años y medio de trato de Dios con el pueblo hebreo, lo cual ocurrirá durante la gran tribulación, en donde Dios estará tratando ya no con los gentiles sino con el pueblo hebreo.

Y ese tiempo es la gran tribulación para la raza humana, en donde los juicios divinos estarán cayendo sobre el reino de la bestia, y las plagas estarán azotando los gentiles en el tiempo final, en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, en donde “el día ardiente como un horno” se convertirá en una realidad.

Pero antes que comience el día ardiente como un horno: “A los que temen el Nombre del Señor, nacerá el Sol de Justicia”, o sea, se cumplirá la Segunda Venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Por eso es que en Apocalipsis, vean ustedes, capítulo 1, encontramos a Cristo en el Día del Señor, o sea, en el séptimo milenio: capítulo 1, verso 12 en adelante, dice:

“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”.

Aquí podemos ver el Alfa y Omega, el primero y el último, que es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual habla con esa Gran Voz de Trompeta en el Día del Señor, apareciéndole a Juan con Su rostro como el sol; o sea, apareciéndole a Juan en Su Segunda Venida en el Día del Señor. Ahí él está viendo la Segunda Venida de Cristo como Juez de toda la Tierra y como Rey de reyes y Señor de señores, con Su rostro como el sol.

También encontramos en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, la Venida de Cristo, y dice:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”.

Aquí tenemos la Segunda Venida de Cristo como el Ángel Fuerte que desciende del Cielo envuelto en una nube y con Su rostro como el sol, y trae en Su mano un Librito abierto.

Aquí, veamos lo que dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo con relación a este capítulo 10 de Apocalipsis, donde aparece este Ángel Fuerte que desciende del Cielo. Dice página 57 del libro de Los Sellos en español:

‘Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza…’.

17. Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los judíos porque la Iglesia ha llegado a su fin. Bien, ahora continuando:

… y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’.

18. ¿Recuerdan el Ángel de Apocalipsis capítulo 1? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel. ¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia. Ahora fíjese bien:

Y tenía en su mano un librito abierto…’.

19. Ahora, acá estaba cerrado y sellado…”.

O sea, en Apocalipsis, capítulo 5, estaba cerrado y sellado en la diestra del que está sentado en el Trono; pero ahora, cuando desciende el Ángel Fuerte del Cielo, lo trae en Su mano abierto. Dice:

19. Ahora, acá estaba cerrado y sellado, pero ahora está abierto (ahora cuando desciende del Cielo este Ángel Fuerte, lo trae abierto en Su mano). Ya ha sido abierto desde que fue sellado. Entraremos en eso a la noche. Pero ahora el Libro está abierto”.

Ahora, vean ustedes lo que es la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10. Es la Venida del Ángel del Pacto, del mensajero a Israel, el cual está siendo esperado por el pueblo hebreo. ¿Y a qué mensajero está esperando el pueblo hebreo? Él está esperando el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que venga en carne humana manifestado en medio del pueblo hebreo para llamar y juntar a los escogidos del pueblo hebreo.

Y aquí desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, con el Librito abierto en Su mano, clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces. Viene revelando el misterio de Su Venida, viene revelando el misterio del Séptimo Sello, que es el misterio de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; viene revelando el misterio de Su Venida con Su rostro como el sol, o sea, Su Venida como Rey de reyes y Señor de señores.

Ahora, encontramos también en Apocalipsis, capítulo 19, versos 11 al 21, la Venida de Cristo también para el Día Postrero, y aquí lo encontramos viniendo en un caballo blanco como la nieve. Es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel del Jehová viniendo en el Día Postrero.

Y el precursor de la Segunda Venida de Cristo cuando habló de la Venida de este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, dijo que ese Jinete era el Espíritu Santo; porque ese Jinete es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que viene en el Día Postrero en el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo.

¿Qué fue la Primera Venida de Cristo? Fue la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová vestido de carne humana en aquel velo de carne sencillo, llamado Jesús de Nazaret. Aquel joven carpintero de Nazaret fue el velo de carne donde estuvo el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová manifestado en carne humana.

Encontramos que eso es conforme a la promesa de Malaquías, capítulo 3, donde dice de la siguiente manera, y quiero leerles este pasaje para que tengan un claro entendimiento de lo que fue la Venida de Cristo dos mil años atrás. Dice en Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (ese fue el precursor de la Primera Venida de Cristo, al cual llamamos o conocemos por el nombre de Juan el Bautista; y luego, dice); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis (¿quién vendría? El Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob), y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros…”.

¿Vendría quién? El Señor, el Ángel del Pacto, aquel que le dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. ¿Y quién era ese Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob? El Ángel de Jehová, que es el mismo Jehová en Su cuerpo teofánico, el cual vendría luego en medio del pueblo hebreo. Dice:

“… y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

La Primera Venida de Cristo fue la Venida del Señor, del Ángel del Pacto, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en un velo de carne nacido en Belén de Judea a través de la virgen María, llamado Jesús.

Aquel joven carpintero de Nazaret, Jesús, fue el instrumento, el velo de carne, en donde estuvo manifestado en carne humana el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Él es el Verbo, el cual vino en un velo de carne [San Juan 1:1-4]:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

¿Dónde estaba la Vida? En Él, en el Verbo.

De ahí surgió la vida de toda la Creación, porque por Él fueron hechas todas las cosas; o sea que Dios estando en Su cuerpo teofánico creó todas las cosas.

El cuerpo teofánico de Dios es ese cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, en el cual le apareció a los profetas del Antiguo Testamento, y ellos lo vieron en algunas ocasiones en un cuerpo de ángel, un varón, un hombre pero de otra dimensión. Y ese cuerpo de otra dimensión, cuando es visto en la forma de un varón, de un ángel, es visto como un cuerpo de los nuestros pero de otra dimensión.

Y estando Dios en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión fue que creó todas las cosas. Eso nos deja saber que el Creador de los Cielos y de la Tierra fue nuestro amado Señor Jesucristo estando en ese cuerpo teofánico; porque Él es el Dios encarnado.

El Dios Todopoderoso se hizo carne y habitó entre los seres humanos en aquel cuerpo de carne llamado Jesús. Dios se vistió de hombre, de ser humano, en y con ese cuerpo llamado Jesús, pero es el Creador de los Cielos y de la Tierra.

Por eso Jesús dijo a los hebreos: “Antes que Abraham fuera, yo soy. Y Abraham deseó ver mi día, lo vio y se gozó”1.

Encontramos a Abraham viendo la Venida del Dios suyo y Creador de los Cielos y de la Tierra, viniendo en forma visible el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Abraham le preparó un ternero o una ternera, un becerrito tierno, y Dios comió; y con Él estaban los Arcángeles Gabriel y Miguel en forma visible también2. Abraham vio el Día del Señor y se gozó.

Y ahora, también encontramos que Abraham había visto a Dios manifestado como Melquisedec, o sea, Dios en Su cuerpo teofánico también; el cual le dio pan y vino a Abraham, y Abraham pagó a Él los diezmos de todo3.

Encontramos que Abraham pudo ver a Dios vestido de Su cuerpo teofánico miles de años antes de venir Dios en Su cuerpo de carne llamado Jesús. Antes vino manifestado en Su cuerpo teofánico, en el cual Dios ha estado manifestado desde antes de la creación del universo; porque estando en Su cuerpo teofánico fue que Dios creó el universo. Y estando en Su cuerpo teofánico, Dios aparece como un hombre de otra dimensión, de la sexta dimensión.

Y luego, estando en Su cuerpo de carne llamado Jesús, aparece como un hombre de esta dimensión y aparece como un hombre común, un sencillo carpintero de Nazaret; pero era nada menos que el Creador de los Cielos y de la Tierra dentro de aquel cuerpo humano llamado Jesús; creado por Dios ese cuerpo para llevar a cabo la Redención llevando nuestros pecados y muriendo en la Cruz del Calvario para redimirnos a nosotros; y lavando así a cada hijo e hija de Dios de todo pecado, limpiándonos así de todo pecado.

Lo cual se hace efectivo en la persona cuando recibe a Cristo como su Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibe entonces el Espíritu de Cristo, y así recibe un cuerpo teofánico como el cuerpo teofánico del Señor Jesucristo; para luego, en el Día Postrero, recibir un cuerpo eterno y glorificado, y ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, para vivir por toda la eternidad con un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, un cuerpo inmortal, y reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

Ahora, vean ustedes quién es nuestro amado Señor Jesucristo; por eso es que San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, dice: “Grande es el misterio de la piedad” o “sin contradicción, grande es el misterio de la piedad, Dios ha sido manifestado en carne”.

Dios ha sido manifestado en carne, en aquel velo de carne llamado Jesús, en aquel joven carpintero de Nazaret. Dios ha sido manifestado en carne. El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el mismo Dios con Su cuerpo teofánico, ha sido manifestado en carne: en la persona de Jesús de Nazaret, y llevó a cabo la Redención en la Cruz del Calvario.

Y ha estado intercediendo en el Cielo como Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo; porque Él es el Melquisedec, el Rey y Sacerdote del Templo que está en el Cielo. Y ha estado intercediendo con Su propia Sangre ofrecida en la Cruz del Calvario; ha llevado Su propia Sangre al Templo que está en el Cielo y la ha colocado en el Lugar Santísimo, allí sobre el Propiciatorio, o sea, sobre el asiento de misericordia, y ha estado haciendo intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero.

Y cuando entre hasta el último de los escogidos que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, pues entonces terminará Su Obra de Intercesión en el Cielo y saldrá del Cielo, saldrá del lugar de Intercesión, y toma el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo abre en el Cielo, hace Su Reclamo, y ahí viene la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Y de ahí en adelante ya viviremos en un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, a imagen y semejanza de nuestro Señor Jesucristo; y estaremos como reyes y sacerdotes con Cristo heredando todas las cosas; porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro. Así nos dice San Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 8, verso 14 al 17.

Y luego, del 18 al 35, nos habla de la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, la cual está esperando toda la Creación y por la cual está gimiendo toda la Creación, y nosotros también. Porque estamos esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios en cuerpos eternos; esto es la adopción, o sea, la redención de nuestro cuerpo.

Redimir es volver otra vez al lugar original o de origen. Y los hijos e hijas de Dios volverán a tener cuerpos eternos; bendición que perdió Adán con la caída, pero será restaurada esa bendición en este tiempo final.

Y entonces tendremos un cuerpo eterno como el de nuestro amado Señor Jesucristo, y esa es la adopción de los hijos e hijas de Dios, también llamada: la manifestación gloriosa de los hijos e hijas de Dios; lo cual se cumplirá con la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos y transformación de nosotros los que vivimos.

Y así estaremos todos aquí en la Tierra con un cuerpo eterno y glorioso y joven para toda la eternidad. Y estaremos aquí en la Tierra de 30 a 40 días, y luego nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, mientras el planeta Tierra con sus habitantes estará pasando por “el día ardiente como un horno” de la gran tribulación, en donde el juicio divino será derramado sobre el reino del anticristo, el cual será quitado para dar paso al glorioso Reino del Señor Jesucristo, para dar paso al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Salvador Jesucristo; en donde Cristo estará como Rey, sentado en el Trono de David, reinando sobre el pueblo hebreo y sobre todos los seres humanos, sobre todas las naciones; y nosotros estaremos con Jesucristo como reyes y sacerdotes reinando con Él.

Porque Su Gabinete de Gobierno es Su Iglesia: los redimidos con la Sangre preciosa de Cristo, los cuales recibirán el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno, en el Día Postrero, con la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos y la transformación de nosotros los que vivimos. Y así estaremos como reyes y sacerdotes reinando con Cristo durante el Reino Milenial.

Ahora, la Venida de Cristo para este tiempo final está prometida también en Apocalipsis 19, versos 11 en adelante; y nos dice así Apocalipsis 19… verso 11 en adelante dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.

Es la Venida del Verbo de Dios, es la Segunda Venida del Verbo de Dios.

En la Primera Venida el Verbo se hizo carne y habitó entre los seres humanos, y fue conocido por el nombre de Jesús de Nazaret.

El Verbo, que es el Dios Todopoderoso en Su cuerpo teofánico, se vistió también de carne humana en aquel joven carpintero de Nazaret llamado Jesús. Dentro de aquel cuerpo estaba el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en Su cuerpo teofánico.

Y ahora, teniendo Su cuerpo teofánico se metió dentro de un cuerpo de carne también, y habitó en medio del pueblo hebreo; y todo fue tan sencillo, tan simple, que las personas no podían creer que Jesús era el Mesías prometido para el pueblo hebreo; porque siempre la parte física, el velo de carne en donde Dios cumple Su promesa, es siempre sencillo; porque la parte grande, lo grande, es la parte Divina.

Dios es el grande, y el velo de carne es lo sencillo. Esa es la forma de Dios. Y así nadie le da la gloria a la parte humana, sino a la parte Divina.

Y para este tiempo final tenemos la promesa que volverá el Verbo de Dios, que volverá el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová: volverá manifestado en carne humana.

Sigue diciendo Apocalipsis:

“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.

¿Cómo viene? Viene como Rey de reyes y Señor de señores.

Ahora veamos lo que dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo en la página 277 del libro de Los Sellos en español:

[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco…”.

¿Quién es el Jinete del verdadero caballo blanco? El Espíritu Santo, que es Jesucristo en Espíritu Santo, y que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico. Ese es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; pero vamos a ver cómo vendrá:

mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.

¿Para qué viene? Para llamar los Suyos.

Y ahora, nos explica claramente en la página 256 del libro de Los Sellos este misterio de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19. Y dice:

121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Para poder encontrar al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo viniendo en carne humana manifestado, tenemos que encontrar el velo de carne, el hombre donde Él estará manifestado en carne humana, donde Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestado en carne humana, donde el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, estará manifestado en carne humana.

Si encontramos ese hombre, ese velo de carne, pues encontraremos al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo viniendo manifestado en un hombre de este tiempo final, en el cumplimiento de Su Venida como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.

Como Rey de reyes y Señor de señores, así es Su Venida para este tiempo final; y es la Venida del Verbo, tiene escrito este nombre: “… su nombre es: El Verbo de Dios. Así es que el Verbo regresa en este tiempo final.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, eso es San Juan, capítulo 1, verso 1 al 4. Y San Juan, capítulo 1, verso 14, dice: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”.

El Verbo cuando se hizo carne y habitó entre nosotros, lo encontramos manifestado en carne humana en aquel joven carpintero llamado Jesús de Nazaret; en un obrero de la construcción se cumplió la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, del Espíritu Santo en carne humana dos mil años atrás.

Como Cordero de Dios fue Su Primera Venida, para morir en la Cruz del Calvario y quitar nuestros pecados. Su Segunda Venida en carne humana para el tiempo final es como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; y tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.

Su Segunda Venida va a ser combatida por algunas personas ignorantes. Y la bestia y los reyes que le darán su poder a la bestia se levantarán en contra de la Segunda Venida de Cristo, como en los tiempos pasados se levantaron en contra de la Primera Venida de Cristo.

¿Dónde está eso escrito? Está en Apocalipsis, capítulo 17, verso 13 al 14. Dice:

“Estos tienen (hablando de los diez reyes, que son los diez cuernos de la bestia)…”.

Dice [verso 12]: “Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.

Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.

Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes…”.

Ahora el Cordero se convierte en el Señor de señores y Rey de reyes, se convierte el Cordero en el León de la tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores.

“… y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.

También en Apocalipsis, capítulo 19, verso 19, encontramos que la bestia y esos reyes que le darán su poder y su autoridad a la bestia se levantarán en contra del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.

“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.

Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre”.

Y se lo merecen: se pusieron a luchar contra el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19. Y la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo en la página 256, es sencilla. Página 256 del libro de Los Sellos, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo:

121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

La Palabra de Dios, el Verbo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, viniendo en carne humana, manifestado en un hombre de este tiempo final; eso será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, eso será la Venida del Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero para llevar a cabo el cumplimiento de toda promesa que Él ha hecho a Su Iglesia para este tiempo final; esa será la manifestación final de Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana, en un hombre de este tiempo final.

Si encontramos ese hombre, encontraremos a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en él, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; porque Jesús dijo en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1: “Sube acá…”, hablando con esa Gran Voz de Trompeta en el Día del Señor, dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.

¿Dónde tenemos que subir? Pues tenemos que subir a la Edad de la Piedra Angular, donde Él en el Día Postrero estará hablando con esa Gran Voz de Trompeta, que es la Trompeta del Evangelio del Reino, así como habló por medio de cada ángel mensajero de cada edad de Su Iglesia gentil; ahora en el Día Postrero habla por medio de carne humana, a través de Su Ángel Mensajero, todas estas cosas que deben suceder pronto.

Por eso dice en Apocalipsis, capítulo 4: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.

Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, encontramos que es por medio de Su Ángel Mensajero que son dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder; porque ese es el velo de carne, el instrumento, el mensajero de Jesucristo a través del cual Jesucristo estará manifestado hablándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto. Dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿A quién envía? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para dar a conocer las cosas que deben suceder pronto, las cuales Cristo dijo que daría a conocer a todos aquellos que subieran donde Él estaba.

Pero siempre Él ha tenido un hombre a través del cual ha hablado en medio de Su Iglesia de edad en edad; y para el Día Postrero tiene a Su Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular, que es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación; tiene ese Ángel Mensajero enviado con el Mensaje del Evangelio del Reino, con el cual da testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Ese Mensaje del Evangelio del Reino es la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, con el cual son llamados y juntados todos los escogidos de Dios, como dice Jesucristo en San Mateo 24, verso 31: “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del Cielo hasta el otro”.

Es con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino en el Día Postrero, en el séptimo milenio, que son llamados y juntados los escogidos de Dios bajo el llamado de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, en el cual estará operando los ministerios de Moisés y Elías, que son los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre.

“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”, dijo Jesucristo en San Mateo, capítulo 16, verso 27.

Y en San Mateo, capítulo 17, verso 1 en adelante, encontramos en la visión del Monte de la Transfiguración a Jesús transfigurado delante de Sus discípulos con Su rostro como el sol, Sus vestiduras resplandecientes como la luz, y a cada lado de Jesús: Moisés y Elías. Esa es la visión en donde está el orden de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.

Ahí encontramos que los Ángeles en la Venida del Hijo del Hombre son Moisés y Elías, porque en la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles estarán los ministerios de Moisés por segunda vez y de Elías por quinta ocasión, manifestados en carne humana, en el Ángel del Señor Jesucristo, donde estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado.

Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero estará operando los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez, y el ministerio de Jesús estará siendo operado por el mismo Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero por segunda ocasión.

Será una manifestación poderosa del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, que es Jesucristo del Nuevo Testamento, el cual en el Día Postrero estará manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero para el llamado de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta a todos los escogidos de Dios, para ser llamados y juntados en la Edad de la Piedra Angular, y preparados para ser transformados y raptados en este tiempo final.

Ninguna persona podrá ser transformada y raptada sin escuchar antes la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, que es el Mensaje del Evangelio del Reino siendo predicado; es la Trompeta del Evangelio del Reino revelando el misterio de la Segunda Venida de Cristo, para darnos así la fe para ser transformados y raptados en este tiempo final. Así es como recibimos la fe, la revelación, para ser transformados y raptados en este tiempo final.

Y Apocalipsis 22, verso 16, dice así: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

El Ángel de Jesucristo es el enviado para dar testimonio de estas cosas en las iglesias. ¿De qué cosas? De estas cosas que deben suceder pronto; dar testimonio del gran misterio del Séptimo Sello, el gran misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; y así darle a Su Iglesia la revelación más grande de todos los tiempos, la cual estaba escondida en la mente de Dios. Y cuando fue abierta en el Cielo bajo el Séptimo Sello, hubo silencio en el Cielo como por media hora del Cielo.

Ese es el misterio de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Verbo en carne humana en este Día Postrero, en un hombre de este tiempo final.

Y así como hubo personas en tiempos pasados, que vivieron en la etapa donde Dios estaba manifestado en los mensajeros de las diferentes edades y diferentes dispensaciones pasadas, hubo personas que se pusieron brazo a brazo con esos mensajeros y trabajaron en la Obra de Dios brazo a brazo con el mensajero de cada edad; y son contados como las personas que trabajaron en la Obra de Dios en la perfecta voluntad de Dios con el mensajero que Dios les envió.

Y para este tiempo final habrá un grupo de personas que estarán trabajando bajo el Séptimo Sello con el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto manifestado en Su Ángel Mensajero en este tiempo final, llevando a cabo la Obra correspondiente al Séptimo Sello, llevando a cabo la Obra correspondiente a la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.

Y con ese Ángel Mensajero, el Ángel del Pacto manifestado en carne humana en el Día Postrero, estaremos todos trabajando en este tiempo final; y eso será un trabajo, una obra bajo el Séptimo Sello, bajo la Segunda Venida de Cristo, el cual tiene una gran multitud, un gran ejército que viene con Él.

TRABAJANDO BAJO EL SÉPTIMO SELLO es trabajar en este tiempo final en el Programa de Cristo correspondiente al Día Postrero, a la séptima dispensación, la Dispensación del Reino, y a la Edad de la Piedra Angular y al séptimo milenio.

Todo el trabajo correspondiente a este tiempo cae bajo el Séptimo Sello, bajo la Obra de Jesucristo manifestado en este tiempo final en y a través de Su Ángel Mensajero.

Por eso encontramos que Juan al ver la manifestación tan grande de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero, trató de adorar al Ángel de Jesucristo en dos ocasiones: una en Apocalipsis, capítulo 19, verso 9 al 10, y la otra en Apocalipsis 22, versos 8 al 9. Y en ambas ocasiones el Ángel de Jesucristo le dijo que no lo hiciera, que adorara a Dios.

Ahora podemos ver lo que es estar trabajando bajo el Séptimo Sello, porque el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo; y estar trabajando en este Día Postrero brazo a brazo con Jesucristo en Su manifestación final a través de Su Ángel Mensajero, es estar trabajando bajo el Séptimo Sello.

Trabajando todos unidos junto al Ángel de Jesucristo, todos estamos trabajando bajo el Séptimo Sello, o sea, bajo la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Pero el Ángel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo; él solamente es Su profeta mensajero para la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación, el cual es enviado con el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; por eso es que viene sonando la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y llamando y juntando a todos los escogidos de Dios en este tiempo final, para ser transformados conforme a la promesa divina, y los muertos en Cristo para ser resucitados en cuerpos eternos en este tiempo final.

Todo eso corresponde a la Obra de Jesucristo bajo el Séptimo Sello. Y nosotros trabajando junto al Ángel de Jesucristo en este tiempo final estamos trabajando bajo el Séptimo Sello, o sea, bajo todo el Programa Divino de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes dándoles testimonio del trabajo bajo el Séptimo Sello que la Iglesia de Jesucristo estaría llevando a cabo en este tiempo final, y la Obra que Jesucristo estaría llevando a cabo bajo el Séptimo Sello.

Ahora, ¿dónde estarían los que estarían trabajando bajo el Séptimo Sello en el Día Postrero? Pues aquí estamos, en la América Latina y el Caribe, trabajando todos bajo el Séptimo Sello, bajo todo el Programa Divino correspondiente a la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Que las bendiciones bajo el Séptimo Sello para la Iglesia de Jesucristo sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, se materialicen en ustedes y en mí; y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos y pasen todos muy buenas noches.

“TRABAJANDO BAJO EL SÉPTIMO SELLO”.

[Revisión julio 2018]

1 San Juan 8:56

2 Génesis 18

3 Génesis 14:17-20

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