Muy buenas tardes, ministros y compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes en esta ocasión, primer sábado del mes de mayo, unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual, leemos en San Marcos, capítulo 13, versos 24 al 37, donde nos dice:
“Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor,
y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas.
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria.
Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.
Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.
Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;
para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo.
Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad”.
VELANDO… “VIGILANDO Y OBRANDO POR EL CUMPLIMIENTO DE LAS ESCRITURAS”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Para cada tiempo Dios ha ordenado, desde antes de la fundación del mundo, Palabra, para Él llevar a cabo la Obra correspondiente a cada tiempo. En palabras más claras, lo que Dios estará hablando y estará haciendo ya fue programado por Dios desde antes de la fundación del mundo. Y Dios no va a hacer otra cosa sino lo que ya Él pensó desde antes de la fundación del mundo, lo cual está en la Palabra: desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Cuando Dios envía un mensajero para una edad, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, podemos ver que siempre ha sido un profeta. Y la Palabra de Dios para ese tiempo (que está ordenado por Dios desde antes de la fundación del mundo) viene a él de parte de Dios; él la capta por revelación divina, la cree, sabe quién es él, sabe que es el enviado para ese tiempo…
Algunos huyen, como Jonás[1]; pero no todos son así. Aunque Jonás, vean ustedes, era un verdadero profeta, y tuvo miedo; tuvo miedo de que profetizara todo lo que iba a suceder y que el pueblo se arrepintiera y después no sucediera. O sea que aparentemente estaba protegiendo su prestigio. Y es el prestigio de Dios el que tiene que ser protegido; y eso lo protege Dios.
¿Y qué si no se cumplía? Pues por otro lado está que Dios es misericordioso, y él lo sabía; y si él lo sabía, entonces sabía que si el pueblo se arrepentía, juntamente con el rey, Dios iba a tener misericordia del pueblo y no iba a destruir a Nínive. Y eso debió de alegrar al profeta, de que Dios fuera movido a misericordia si el pueblo se arrepentía.
Siempre el profeta sabe quién es él, el mensajero de cada tiempo lo sabe; y no puede ser sustituido por otro hombre, porque ya eso Dios lo diseñó desde antes de la fundación del mundo.
Lo que sucede es que uno ve la naturaleza humana en los profetas. Unos son tranquilos, otros son más nerviosos, otros son —como dicen— cascarrabia; pero si es el profeta de ese tiempo, ese es el hombre de Dios.
Como le sucedió a Eliseo: se burlaron de él y maldijo a cuarenta y dos niños[2]. ¿Quién fue el culpable? Los padres de esos hijos, que no los educaron bien, no los educaron para respetar a Dios y las cosas de Dios y los hombres de Dios.
Lo mismo sucedió en el tiempo de Moisés cuando trataron de apedrear a Moisés por diez ocasiones; vean, no respetaron a Moisés, y por esa causa no respetaron el Don Divino en Moisés. Era a través de Moisés que Dios se comunicaba con el pueblo.
Ni aun Aarón y Miriam, que pensaron que ya ellos…, como Dios los había usado (porque Moisés había pedido ayudante[3]), ahora creyeron que eran superior o igual a Moisés. Pero ni igual, ni iguales, ni… y mucho menos superiores. Criticaron a Moisés por la esposa que tomó, lo cual desagradó a Dios[4]. Eran racistas y discriminadores. Ya estaban discriminando no solamente a la esposa de Moisés, sino a Moisés también; juzgándolo también.
El reverendo William Branham dice que nadie juzga a un profeta, porque él es la Palabra de Dios para ese tiempo[5]. Y si es la Palabra de Dios para ese tiempo: la Palabra de Dios viene a él en revelación, y él la habla al pueblo; y esa Palabra se convierte en una realidad, se materializa.
Y esa es la Obra de Dios para ese tiempo: materializar esa Palabra, vivificarla, hacerla una realidad; porque Dios vigila, vela, por Su Palabra, ¿para qué?, para ponerla por obra en y para la edad que corresponde esa Palabra.
La Palabra que es para una edad futura, Dios no la tiene que poner por obra en tiempo presente, sino en tiempo futuro. Cuando llegue ese tiempo futuro, luego ese tiempo va a ser tiempo presente, en el tiempo que tiene que convertirse en una realidad. Mientras tanto, es una profecía que ha sido hablada; y por cuanto fue hablada ya es Palabra de Dios. Son los pensamientos de Dios expresados, revelados a un profeta, y hablados por él. Y ya cuando son hablados, son la Palabra de Dios. Mientras tanto, es el pensamiento de Dios.
Para lo cual, entonces viene en el Programa Divino el hombre que Dios tiene; que va a ser conforme a Su corazón, para estar conectado a los pensamientos del corazón de Dios con los pensamientos del corazón de ese hombre. Y esos pensamientos divinos entran al alma, al corazón de esa persona, y se convierten también en el pensamiento de esa persona, porque entonces él piensa la Palabra, la Palabra para cada cosa. Y entonces comienza a hablar esa Palabra, y a trabajar alrededor de esa Palabra; y comienza a vivificar Dios esa Palabra prometida.
El pueblo al cual es enviado, escucha esa Palabra siendo proclamada por ese hombre; Dios abre el corazón de esas personas, entra esa Palabra, esa revelación, la captan, entienden, y trabajan alrededor de ese proyecto divino correspondiente a ese tiempo; y esa es la Obra de Dios para ese tiempo.
Veamos a Noé: la Palabra de Dios vino a Noé, le fue revelado que Dios iba a destruir aquella generación, y le fue dicho a Noé cómo escapar del juicio que iba a venir; aunque pasaría por ese tiempo de juicio, pero él iba a escapar en una embarcación llamada: el arca, y como se le llama: el arca de Noé.
Trabajar físicamente en la construcción del arca, era la Palabra prometida siendo materializada.
Cuando Dios le reveló a Moisés el tabernáculo, y le dijo: “Hazlo conforme a como te fue mostrado en el monte”[6], y él lo dio a conocer al pueblo…; y comenzaron a reunir los materiales por medio de donaciones, ofrendas voluntarias; y se reunió el dinero, los materiales; y trabajaron y construyeron el arca. Estuvieron allí los que sabían trabajar. Y eso era estar trabajando alrededor de la Palabra prometida para ese tiempo.
Y era un trabajo para Dios: un tabernáculo, un templo, para Dios morar en él, y ahí manifestarse; ahí ser llevada la sangre de la expiación para ser cubiertos los pecados del pueblo; y así Dios tener misericordia del pueblo y no ver los pecados del pueblo, porque estaban cubiertos con la sangre, aunque no estaban quitados; pero eso era tipo y figura de Cristo y Su Sacrificio, y la Sangre de Cristo limpiando al ser humano de todo pecado.
Con la Sangre de Cristo el pecado es quitado, no cubierto; pero el tipo y figura, la sombra de aquellos sacrificios, daba testimonio que más adelante vendría un Sacrificio perfecto, que quitaría el pecado del ser humano.
Bien lo dijo Juan el Bautista cuando vio a Jesús: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”[7]. Y Cristo muriendo en la Cruz del Calvario estaba materializando la Palabra prometida para aquel tiempo, para quitar el pecado del mundo.
Y Jesús era el que sabía quién Él era, cuáles eran las Escrituras que estaban cumpliéndose en Él. Por eso en una ocasión, a los caminantes de Emaús comenzó a citarles las Escrituras, desde Moisés, los salmos, los profetas, todas esas Escrituras que hablaban de Él[8].
Vean, eran tantas las Escrituras que hablaban de Él…, ya fuera en tipo y figura, o profecía directa, de la Venida del Mesías. Y Sus discípulos no conocían estas cosas, no las entendían; por lo tanto, era como literatura religiosa, literatura profética o tipológica, o literatura que les enseñaba a llevar a cabo sacrificios de animalitos; pero el contenido profético no lo entendían, el cual se cumpliría en el Mesías-Príncipe. Él era el único que podía cumplir esas profecías mesiánicas y revelarlas a Sus discípulos; los demás no comprenderían.
Cristo aun vio que Sus propios discípulos no entendían las Escrituras; y les abrió —luego de resucitado— les abrió el entendimiento y las Escrituras para que comprendieran las Escrituras.
Es que cuando la persona no entiende las Escrituras: tropieza, claudica, duda: “¿Será o no será?”. Pero cuando el individuo, cuando el pueblo, ve y reconoce al mensajero de su tiempo, y sigue su Mensaje: con o sin problemas en la trayectoria de ese mensajero y del pueblo, llegarán a la meta.
El mensajero siempre, para cada edad o dispensación, tendrá una parte de la revelación divina que no la podrá dar a conocer, porque es para él. Esa no habrá forma de sacársela al mensajero.
Por ejemplo, el reverendo William Branham dijo que lo que él vio y oyó, y el Ángel le dijo, en el cuartito pequeño de la Carpa que él visitó…; dijo: “Lo que yo vi y lo que el Ángel me dijo allí, yo me lo llevaré a la tumba, no lo daré a conocer”. El Ángel le dijo: “De esto no digas nada”[9].
Siempre, el mensajero tiene una porción de la Palabra revelada que es para él, la cual no puede compartir con los demás.
Es como Moisés, como Noé también, como todas esas personas que son identificados como mensajeros de Dios a través de la historia bíblica. Por ejemplo, Moisés no podía explicar cómo era que él hacía los milagros, él no podía explicar la mecánica. La gente veía la dinámica, la acción, pero él no podía explicarles la mecánica.
Miren, los copiadores de allá en Egipto, cuando Moisés trajo piojos, habló la Palabra para que vinieran piojos: los imitadores, brujos o magos egipcios, trajeron también plagas[10]. Pero ¿cuál era la diferencia entre Moisés y ellos? No era que ellos no podían producir plagas; era que ellos no las podían quitar. El único que las podía quitar era Moisés. Tenía el conocimiento, la mecánica y la dinámica para traer o quitar. Siempre ha sido de esa forma.
Por eso para cada tiempo hay Palabra prometida que va a ser cumplida por Dios; y en esa Palabra prometida está un mensajero prometido, con las dos consciencias juntas, que va a ser el instrumento de Dios para ese tiempo; al cual Dios le va a revelar Su Palabra para ese tiempo. Él la va a creer, Dios le abrirá el corazón, le dará entendimiento…, como le dijo el Ángel Gabriel a Daniel: “He venido para darte entendimiento, conocimiento; para darte a conocer todas esas cosas que van a suceder”[11].
Y luego también le dará conocimiento de qué hacer y cómo hacer las cosas; le mostrará cuáles son las cosas que están prometidas para ese tiempo. Las dará a conocer al pueblo, el mensajero que Dios tenga para ese tiempo; y el mensajero con el pueblo trabajarán en ese proyecto divino; y se hará una realidad esa Palabra prometida para ese tiempo.
Siempre habrá los que quieren una explicación siempre de cada cosa que se va a hacer; o sea, habrá preguntones. Pero habrá también aquellos que preguntarán: “¿Qué es lo que hay que hacer? ¡Vamos a hacerlo!”.
Y Dios respaldará esa labor; porque esa es la Palabra por la cual Dios vigila para ponerla por obra[12].
Dios prosperó la labor de Noé en la construcción del arca, Dios prosperó la labor de Moisés en la construcción del tabernáculo, Dios prosperó la labor de Salomón en la construcción del templo… Aunque David quería construirlo, pero no era la persona para eso; y Dios le dijo que sería su hijo Salomón[13].
Pero David… Vean, él había estado almacenando oro, plata, bronce, cobre, hierro, madera, para ese proyecto divino; y aunque él no podía llevarlo a cabo, no se puso celoso: le entregó todo lo que tenía preparado a su hijo Salomón; le dijo: “Aquí está todo lo que yo he reunido para ese proyecto; y lo que falte, ponlo tú. Si falta algo…”[14]. Le dejó siempre algo para que hiciera. Y Dios prosperó esa labor. Y la verificación o identificación de que Dios prosperó esa labor, fue que cuando fue dedicado el templo a Dios, Dios vino y moró en ese templo[15].
Es como lo que vio el reverendo William Branham: al Ángel que lo acompañaba y a la Columna de Fuego entrando a un lugar: a un cuarto pequeño en una Gran Carpa Catedral, en donde la Tercera Etapa se estaría llevando a cabo.
Ese es el proyecto de Dios físico para el tiempo final, esa es la forma y lugar donde la Tercera Etapa va a ser manifestada, donde va a estar el Ángel del Pacto, Cristo; donde va a estar también el Ángel que guiaba al reverendo William Branham, y donde va a ir también… el reverendo William Branham va a llegar ahí (ya sea de visita, en espíritu o en la resurrección en el cuerpo glorificado).
Y cuando ocurra la resurrección, y los muertos en Cristo sean transformados – resucitados en cuerpos glorificados, y los vivos transformados; entonces habrá una gran reunión de todos los escogidos de Dios.
¿Y dónde podrá ser? En el lugar que Dios tenga señalado. Y luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Pero el lugar que Él haya escogido para esa reunión será cuando estemos transformados.
Estamos viviendo en un tiempo muy importante, en donde es necesario que estemos vigilando y trabajando. No sentados esperando a que las cosas se cumplan, sino trabajando, para que Dios nos use para el cumplimiento de esas promesas, de esa Palabra prometida para el tiempo final.
Trabajar alrededor de lo que Dios ha prometido, es trabajar en la Obra de Dios. Trabajar alrededor de lo que Dios ha prometido, es estar trabajando en el proyecto divino para el tiempo en que la persona está viviendo. Y esas son las personas que en cada tiempo han sido señaladas como el pueblo de Dios, los escogidos de Dios de cada tiempo. Siempre han estado vigilando por lo que está prometido para el tiempo en que aparecen; y todos vigilando por la Venida del Señor.
Algunas personas dicen, los cuales no creen: “Si eso… desde el tiempo de los apóstoles están anunciando que Cristo viene, y lo han estado esperando; y no ha venido”. Porque no era el tiempo todavía.
Tienen que ser completados los escogidos del Cuerpo Místico de Cristo, para entonces Cristo salir del Trono de Intercesión y venir con el Librito abierto en Su mano, como León, como Rey; clamando como cuando un león ruge, y siete truenos emitiendo sus voces.
Tomando así, de la diestra de Dios en el Cielo (en el capítulo 5), el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete Sellos, que es el Libro de la Vida del Cordero, el Libro que es el Título de Propiedad de la vida eterna, el Título de Propiedad de toda la Creación, el Título de Propiedad donde están escritos los nombres de todos los miembros que la Iglesia del Señor Jesucristo tendría a través de los diferentes tiempos. Ahí están escritos los nombres de cada hijo e hija de Dios, de cada escogido de Dios que vendría a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo.
Y si el nombre que nuestros padres nos pusieron no era el que estaba escrito en ese Libro, no se preocupe: cuando tengamos el cuerpo nuevo, en el cuerpo nuevo lo tendremos. No hay problema; porque entonces el nombre que tenemos sería el nombre del cuerpo viejo; y el nombre del cuerpo nuevo: el nombre que Dios nos colocó desde antes de la fundación del mundo.
“VIGILANDO Y OBRANDO”. “VIGILANDO Y OBRANDO POR EL CUMPLIMIENTO DE LAS ESCRITURAS”.
En nuestro tiempo estamos vigilando y obrando en… y vigilando de todo lo que ha sido prometido para nuestro tiempo; y trabajando para que se haga una realidad. Y vigilando por la Venida del Señor; el cual será un misterio que será revelado en el cumplimiento de la Visión de la Carpa, en la Tercera Etapa que dijo el reverendo William Branham. Lo cual le dará la fe a los creyentes para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, continuamos vigilando por la Venida del Señor y por todas las profecías, las Escrituras, que tienen que ser cumplidas en nuestro tiempo; y vigilando por las que tiene que cumplir el Señor en Su Venida; para que no se nos escapen esas Escrituras y el cumplimiento de ellas, las cuales en su cumplimiento identificarán la Venida del Mesías o al Mesías en Su Venida.
Como fue en la Primera Venida de Cristo: Él fue identificado por las Escrituras que estaban prometidas que cumpliría el Mesías. Y Jesús cumpliendo esas profecías estaba identificado como el Mesías prometido. Y eso era el testimonio de Dios el Padre, dado a través de la Palabra profética, de lo que el Mesías haría en Su Venida.
“Escudriñad las Escrituras, porque ellas son las que dan testimonio de mí. Escudriñad las Escrituras, porque en ellas os parece que tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí”[16].
Son las Escrituras las que dan testimonio de lo que Dios hará en cada tiempo. Y para nuestro tiempo es que más Escrituras proféticas están dadas para ser cumplidas en este tiempo final. Entre ellas, la Venida de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, la fe para ser transformados, la Venida del Señor, el rapto, la resurrección, transformación de los vivos y el rapto; y todas estas profecías.
San Pablo decía: “No todos dormiremos”[17]. Pero él durmió. Pero habrá un grupo de personas que no dormirán, que no morirán físicamente, sino que estarán en el tiempo del cumplimiento de las Escrituras correspondientes al tiempo final; y estarán trabajando alrededor de esas Escrituras, para que se hagan una realidad. Y el cumplimiento de esas Escrituras será la Obra de Dios, será la materialización de la Palabra prometida para el tiempo final.
“VIGILANDO Y OBRANDO POR EL CUMPLIMIENTO DE LAS ESCRITURAS”.
Por eso tenemos que estar trabajando en la Obra del Señor siempre, de acuerdo a las Escrituras correspondientes a este tiempo final; las entendamos bien, o no las entendamos.
Los discípulos del Señor Jesucristo no entendían las Escrituras, excepto…; quizás un 10% de las Escrituras entendían; lo necesario para saber que Jesús era el Mesías.
Y después que identifican al mensajero, el resto es más fácil. Y eso por revelación divina, como le dice Cristo a Pedro: “No te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los Cielos”. Eso es el capítulo 16 de San Mateo.
Y también en el capítulo 11 de San Mateo nos dice que Cristo en Espíritu fue conmovido, y dijo: “Gracias, Padre… Te doy gracias, Padre, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las revelaste a los niños; porque así te agradó”. Y nadie conoce, nadie sabe quién es… ¿el qué? Vamos a leerlo. Ese es 11:25 al 27 de San Mateo:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
Sí, Padre, porque así te agradó.
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.
El Hijo, Jesucristo, estaba revelando a Dios. Era Dios revelado a través de Cristo. “Nadie jamás ha visto a Dios, sino el Hijo, el Unigénito Hijo de Dios”. Eso está en San Juan, capítulo 1, verso 18:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.
O sea que Dios estaba revelado a través de Cristo. Cristo estaba revelando a Dios. Las obras que Cristo hacía eran las obras de Dios a través de Cristo, era Dios a través de Cristo. Las cosas que Él hablaba, era la Palabra de Dios a través de Cristo. Dios el Padre, hablando a través de Cristo. Dios el Padre, obrando a través de Cristo.
Y luego dice: “Las obras que Yo hago vosotros también las haréis”. Y eso sería: así como Dios obró a través de Cristo y habló a través de Cristo, Cristo estaría hablando y obrando a través de Su Iglesia, llevando a cabo las obras prometidas para cada tiempo de la trayectoria de Su Iglesia.
Por lo tanto, dejamos y permitimos que Cristo obre en y a través de Su Iglesia, usando a Sus diferentes miembros de Su Cuerpo Místico de creyentes. Y sobre todo, la Iglesia dejando —de edad en edad— que Dios obre a través del mensajero que Él tiene para cada tiempo; y unidos a ese mensajero, todos obrando, trabajando con él en el Programa Divino.
Así es como ha estado obrando Cristo en el mensajero de cada tiempo, y a través de Su Cuerpo Místico de creyentes, y en Su Cuerpo Místico de creyentes.
La Obra que Dios comenzó a través de Cristo, la ha continuado a través de Su Iglesia. Es Cristo, el Ángel del Pacto en Espíritu Santo en Su Iglesia, usando el velo de carne de Su Iglesia, Sus instrumentos, para llevar a cabo la Obra correspondiente a cada tiempo.
Por eso siempre hay que vigilar por las Escrituras que corresponden al tiempo en que uno vive, cuáles son; y obrar de acuerdo a esas Escrituras. El trabajo que se haga: sea la labor correspondiente a esas Escrituras.
Por lo tanto, continuamos VIGILANDO Y OBRANDO POR EL CUMPLIMIENTO DE LAS ESCRITURAS.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y nos use grandemente en Su Obra en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Dejo con ustedes nuevamente al reverendo, misionero Miguel Bermúdez Marín, para continuar. Y nos veremos mañana, Dios mediante, en el lugar que ya está determinado… Ahí le van a… (¿En el que hemos ido otras veces?). Ustedes saben mejor que yo.
Así que Dios les bendiga, y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.
Miguel, el postre ya se terminó.
Dejo con ustedes a… con nosotros, a nuestro amado amigo, hermano, misionero, ministro, apóstol, Miguel Bermúdez Marín.
“VIGILANDO Y OBRANDO POR EL CUMPLIMIENTO DE LAS ESCRITURAS”.
[Revisión octubre 2024]
[1] Jonás 1:1-17
[2] 2 Reyes 2:23-24
[3] Éxodo 4:10-16
[4] Números 12:1-15
[5] Citas, pág. 168, párr. 1502
[6] Éxodo 26:30
[7] San Juan 1:29, 1:36
[8] San Lucas 24:13-35
[9] Citas, pág. 119, párr. 1057
[10] Éxodo 8:16-19
[11] Daniel 9:20-22
[12] Jeremías 1:12
[13] 1 Crónicas 22:8, 28:3
[14] 1 Crónicas 28:11-19
[15] 2 Crónicas 7:1-3
[16] San Juan 5:39
[17] 1 Corintios 15:51