Vino nuevo en odres nuevos

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

Les ruego disculpen también nuestra tardanza, ya que la actividad era para las 12:00. El viajecito nos tomó (¿cuánto?) 5 horas y 20 minutos, más o menos, de Poza Rica hasta acá.

En esta tarde quiero leer en San Mateo, capítulo 9, verso 14 al 17, donde nos dice:

“Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?

Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.

Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente”.

Que Dios bendiga nuestras almas y nos permita entenderla.

En el libro del Apocalipsis se nos habla, también, del vino y del aceite: en el capítulo 6… cuando fue abierto el… donde nos dice [verso 5]:

“Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.

Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino”.

Y ahora, el aceite en la Biblia siempre ha representado el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo siempre ha venido a los hijos e hijas de Dios.

Por eso en el libro del profeta Zacarías nos muestra a la Iglesia representada en el candelabro con siete lámparas, y dos árboles de olivo echando —por dos tubos de oro— aceite como oro en el vaso principal del candelabro. Nos habla del Espíritu Santo, y por eso dice que “no es con ejércitos, ni con fuerzas, sino con mi Espíritu (vamos a leerlo), ha dicho Jehová de los ejércitos”, capítulo 4 de Zacarías. Dice:

“Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño.

Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él;

Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda.

Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?

Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío.

Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

Ahora, vean ustedes cómo Dios dice aquí:

“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

Y ahora, vean ustedes cómo, de etapa en etapa, la creación de la Iglesia del Señor Jesucristo está siendo efectuada por el Espíritu de Dios. Es el Espíritu de Dios el cual se manifiesta de edad en edad, de etapa en etapa, para llevar a cabo la Obra correspondiente a cada edad.

Y esto lo hace Cristo en Espíritu Santo viniendo en cada edad, y enviando el mensajero de cada edad y manifestándose en ese mensajero; el cual es un miembro del Cuerpo Místico de Cristo, que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha sido lleno del Espíritu Santo; o sea, ha sido lleno del aceite, que es el Espíritu Santo.

Y a ese mensajero Cristo se revela, y le da la revelación divina, el Mensaje Divino correspondiente a ese tiempo; y esa revelación él la predica, ese Mensaje él lo predica, y eso produce el avivamiento de esa edad.

Y eso produce en el alma de cada persona el vino nuevo, ese estímulo nuevo, por medio de la manifestación del Espíritu Santo trayendo la revelación divina correspondiente a ese tiempo, la Palabra revelada para esa edad. Así es como viene el vino nuevo para la Iglesia de Jesucristo en cada edad, y para cada individuo.

¿Y el vino nuevo viene para qué? Para una edad nueva, para un mensajero nuevo y para un pueblo nuevo.

Y cuando termina esa edad, pues ya Dios terminó con esa edad, con ese mensajero y con esa gente; y se mueve Dios a otro territorio, donde envía un nuevo mensajero con un nuevo Mensaje para un nuevo pueblo.

Y comienza ese mensajero, que recibe el Espíritu de Cristo, y obtiene el nuevo nacimiento, y recibe la revelación divina para esa nueva edad…; y recuerden que siempre aparece al final de una edad para comenzar una nueva edad; y aparece ese mensajero predicando.

Y los que se quedaron en la edad pasada lo ven como raro, y algunas veces comienzan a hablar en contra de él; pero no comprenden que es Dios que está en la escena, Cristo en Espíritu Santo levantando un nuevo mensajero, porque la edad anterior llegó a su final; y ya Dios no va a enviar más avivamiento en esa edad que ya pasó, porque ya envió el vino nuevo para esa edad que ya pasó.

Cuando envió al mensajero con la revelación de Dios para esa edad, ahí vino el estímulo nuevo, el vino nuevo, el avivamiento nuevo para esa edad; pero ya pasó. Por lo tanto, Él abre una nueva edad, con un nuevo mensajero y un nuevo Mensaje; y con ese Mensaje revelado, la revelación divina en ese Mensaje para el pueblo, llama y junta a los escogidos de esa nueva edad, y se produce un avivamiento genuino de parte de Dios; y así esas personas reciben el estímulo nuevo, el vino nuevo, para ese tiempo.

Y esas personas reciben también el aceite: el Espíritu Santo para esa nueva edad; y son llamados y juntados y sellados en el Reino de Dios o Reino de los Cielos.

Y así ha sido de edad en edad. Esa es la forma en que Dios ha obrado de edad en edad: llamando y juntando a Sus escogidos en Su Cuerpo Místico de creyentes de edad en edad.

Tuvimos la manifestación del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento por medio de Sus profetas, y luego en Jesús en toda Su plenitud; y luego nació la Iglesia de Jesucristo el Día de Pentecostés; y allí estaba el aceite, el Espíritu Santo, y también estaba el estímulo.

La revelación divina para ese tiempo, para esa nueva dispensación, trajo el estímulo de Dios; y el Mensaje correspondiente a ese tiempo, vean ustedes, ocasionó que viniera un avivamiento para el pueblo. Y el Día de Pentecostés fueron llenos del Espíritu Santo y vivieron en un avivamiento: el avivamiento en medio de los apóstoles en la Iglesia del Señor Jesucristo en esa primera fase.

Y luego, cuando Dios llamó a Saulo de Tarso y lo colocó como apóstol en Su Iglesia, lo envió a los gentiles; y luego pasó Cristo en Su ángel mensajero, San Pablo, a los gentiles, a Asia Menor; y comenzó Cristo a través de San Pablo, uno redimido por la Sangre de Cristo, nacido de nuevo, uno lleno del aceite de Dios y también lleno del vino nuevo: del estímulo que le causaba esa revelación divina que había recibido.

Y ahora él da esa revelación divina, y tenemos la primera edad de la Iglesia gentil cumplida, cumpliéndose en Asia Menor; y Dios dando de Su Espíritu Santo a todos los creyentes en esa primera edad, que creen en Jesucristo como su Salvador y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y luego reciben el Espíritu de Cristo; y tienen así el aceite, el Espíritu Santo, y tienen el vino nuevo, el avivamiento de esa primera edad.

Y San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”[1]. Así vino el avivamiento para la primera edad de la Iglesia gentil.

Y ahora vean cómo vino por medio de la revelación divina que Dios dio a San Pablo, la cual él predicó, y ocasionó ese despertamiento espiritual, ese avivamiento para esa primera edad.

Y luego termina esa primera edad y encontramos, finalizando esa edad, luego que ya San Pablo había partido, encontramos luego a Ireneo allá en Francia; y viene a ser Ireneo el segundo ángel mensajero, un redimido por la Sangre de Cristo, lleno del Espíritu Santo, lleno del aceite divino, y con la revelación divina para esa segunda edad.

Por lo tanto, él estaba lleno del vino nuevo, del estímulo nuevo causado por esa revelación divina que había recibido; y la predica. Y comienza Dios a obrar y a llamar y a juntar a Sus escogidos para esa segunda edad; y comienza a llenarlos del aceite, del Espíritu Santo; y comienza el vino nuevo a ser manifestado en ellos, el estímulo, a causa de la revelación divina que estaba siendo dada por el Espíritu Santo a través de Ireneo.

Y así fue de edad en edad por medio del mensajero de cada edad.

Toda revelación viene por medio del mensajero correspondiente a cada edad; no puede venir por medio de otra persona. Por lo tanto, el vino nuevo se derrama: es colocado sobre los que son llamados y juntados en cada edad; y luego…

Vean ustedes, el aceite viene sobre esas personas; y el vino nuevo, que es el estímulo, ese avivamiento correspondiente a ese tiempo, viene por medio de aquellos que están recibiendo la revelación divina a través del mensajero de esa edad; y esa revelación divina es la que causa ese avivamiento, ese vino nuevo, ese estímulo.

Ahora vean, cuando en el Día de Pentecostés los discípulos habían ya recibido el Mensaje para la nueva dispensación (ellos creían en Cristo como su Salvador, lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo y recibieron el Espíritu Santo), fueron llenos del aceite[2]; y estaban estimulados con el vino nuevo, la revelación nueva para una nueva dispensación y esa nueva etapa de la Iglesia de Jesucristo.

Y en el Día de Pentecostés las personas pensaban que estaban borrachos[3], pero no estaban borrachos: estaban estimulados[4]; era el estímulo de la revelación divina, causada por el Espíritu Santo a través de Cristo, el cual había dado para ellos el nuevo Mensaje dispensacional. Y luego así sucedió de edad en edad.

En Europa hubo cinco avivamientos, hubo cinco etapas llenas del vino nuevo, porque hubo cinco mensajeros enviados a ese territorio europeo en diferentes lugares, naciones europeas, donde Dios tenía escogidos, de edad en edad.

Segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta edad se cumplieron allá en Europa; Francia fue una de esas naciones, luego también Hungría, luego Irlanda y Escocia, luego Alemania y luego Inglaterra. Esas cinco manifestaciones por medio de cinco mensajeros se cumplieron en Europa, así como en Asia Menor en San Pablo.

Y vean ustedes cómo hubo vino nuevo, estímulo nuevo, en cada una de esas edades, en esas naciones, en los escogidos de Dios de esas naciones; y en el mensajero de Dios enviado a cada una de esas edades.

Y luego pasa la bendición de Dios a Norteamérica, donde envía Su mensajero, Su ángel mensajero, un redimido por la Sangre de Cristo, el cual es ungido por el Espíritu de Dios en el ministerio para ser el mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil, y es ungido con el ministerio de Elías para precursar la Segunda Venida de Cristo; viene con el aceite del Espíritu Santo y viene con el vino nuevo: con el estímulo causado por la revelación divina que le fue dada.

Y esa revelación divina la pasa al pueblo, y esa revelación divina causa (¿qué?) el vino nuevo en el pueblo también; porque cuando se recibe la revelación divina para la edad en que uno vive, la persona recibe el estímulo de ese tiempo, recibe el avivamiento de ese tiempo.

Y ahora, después de Norteamérica, ¿qué más tenemos?, ¿qué otro territorio tenemos, qué otra gente tenemos?

Vean ustedes cómo siempre hubo una edad nueva, un nuevo pueblo, un nuevo territorio, un nuevo Mensaje y un nuevo mensajero.

Y ahora, ¿qué para nosotros en la América Latina y el Caribe?, ¿qué tiene Dios para nosotros? Veamos qué Dios tiene para nosotros.

Nos dice el reverendo William Branham en el libro de Los Sellos y también en el libro… “El único lugar…”. Esto está en el libro de Citas, página 166, verso 1485, y es un extracto del mensaje “El único lugar provisto de Dios para adorar”, página 1 y 2. Miren lo que dice, él se pregunta:

1485 – “Ahora, yo estaba poniéndome bastante viejo y pensé: ‘¿Habrá otro avivamiento, veré otro tiempo?’”.

O sea, ¿habrá otro avivamiento, otro tiempo en donde Dios nos dará vino nuevo? Y recuerden, si hay vino nuevo, tiene que haber un nuevo mensajero, tiene que haber un nuevo Mensaje, tiene que haber un nuevo territorio; tiene que haber odres nuevos.

Y ahora, el vino nuevo es el estímulo causado por la revelación divina, ese avivamiento; y el odre nuevo es el pueblo y la edad.

El territorio, como territorio, ese es un territorio nuevo, un odre nuevo; la edad, como edad, es un odre nuevo; y el pueblo, como pueblo, es un odre nuevo; y cada individuo, como persona, es un odre nuevo, donde Dios echará la revelación divina de esa edad y producirá ese estímulo, ese avivamiento, allá en lo profundo del alma de la persona, y en la edad y en el territorio. ¿Vieron lo sencillo que es todo?

Ahora, “¿habrá otro avivamiento?”, se pregunta el séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil en Norteamérica.

Y si va a haber otro avivamiento, tiene que haber otro territorio; y el Mensaje tiene que pasar a otro pueblo, a otra nación, a otro mensajero, y así por el estilo; tiene que venir un nuevo Mensaje, una nueva revelación de Dios, un Mensaje revelado del Cielo para el pueblo, para un pueblo nuevo; un territorio nuevo, una edad nueva.

Ahora, miren todo lo que conlleva un nuevo avivamiento. Una edad que ya tuvo su avivamiento no vuelve a tener un avivamiento, porque ya Dios llamó, juntó y selló Sus escogidos de esa edad.

“Y solo recuerden, del Oeste vendrá un jinete en un caballo blanco. Cabalgaremos esta senda otra vez. Eso es correcto. Tan pronto como estemos listos. ¿Ven ustedes? Es una promesa”.

Y ahora tenemos la promesa de un Jinete en un caballo blanco, ¿que vendrá de dónde? Del oeste; del oeste, y el oeste es el continente americano.

Y ya en el oeste tuvimos la séptima edad de la Iglesia gentil y el mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil, en la parte norte.

Y ahora solamente nos queda la parte de Centroamérica, Suramérica y el Caribe, para que este Jinete del caballo blanco venga y nos traiga un avivamiento. Y para traernos un avivamiento nos tiene que traer un Mensaje revelado de Dios; y para que nos pueda traer un Mensaje tiene que ser un profeta, porque la revelación solamente viene a los profetas de Dios.

Y ahora, ¿quién es, entonces, ese Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19?

Recuerden que siempre Cristo ha estado en el mensajero de cada edad. ¿Siempre el avivamiento lo ha traído quién? Jesucristo en Espíritu Santo por medio del mensajero de cada edad, al cual le revela Su Palabra para esa edad; él la predica, y son llamados y juntados los escogidos de ese tiempo, y se produce en el alma de esas personas el avivamiento; pues el avivamiento está acá adentro.

Y ahora, en la edad, como edad, se encuentra entonces el avivamiento en el corazón de los creyentes.

Y ahora veamos entonces quién es ese Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, porque ese es el que trae el avivamiento del Día Postrero.

Y el único territorio que hay en el oeste que no tuvo un avivamiento de las edades, de las siete edades, es el territorio latinoamericano y caribeño. Son los latinoamericanos y caribeños el pueblo que tiene la promesa para ese avivamiento, y por consiguiente para recibir el que trae ese avivamiento.

Ahora, veamos lo que nos dice en la página 212 del libro de Los Sellos; el reverendo William Branham dice:

“[104]. La Novia todavía no ha tenido un avivamiento; todavía no ha habido allí ningún avivamiento, ninguna manifestación de Dios para sacudir a la Novia. Estamos esperando eso. Se necesitarán esos Siete Truenos misteriosos para despertarla. Él los mandará, lo ha prometido”.

¿Qué es lo que trae ese despertamiento, ese avivamiento? Los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10.

Y ahora vean ustedes en la página 128, del libro de Los Sellos también, lo que nos dice de esos Siete Truenos; dice:

“121. Ahora, los Siete Truenos de Apocalipsis permitirán que Él muestre a la Novia cómo prepararse para obtener esa gran fe de traslación”.

Para poder obtener la fe de rapto, para poder tener esa fe para ser transformados y luego raptados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, ¿necesitamos qué? Los siete truenos de Apocalipsis, capítulo 10; necesitamos escuchar la Voz de los Siete Truenos.

Y la Voz de los Siete Truenos es la Voz de Cristo, la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo con Su rostro como el sol, con el arco iris alrededor de Su cabeza, con el Librito abierto en Su mano; y con Sus ojos como llama de fuego, y Sus pies como de bronce bruñido; en Su mano el Librito abierto de los Siete Sellos; y clama como cuando un león ruge y siete truenos emiten sus voces. Es la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo.

Y ahora, la Voz de Cristo para el Día Postrero es la que nos dará la revelación del Día Postrero, la revelación de los Siete Truenos; y por consiguiente es la que producirá el vino nuevo en nuestras almas, el estímulo nuevo, el avivamiento nuevo: el avivamiento del Día Postrero.

Ahora, necesitamos comprender que, para este tiempo final, necesitamos ver y recibir al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es el que le trae el avivamiento del Día Postrero a la Iglesia del Señor Jesucristo, es el que trae la revelación divina del Cielo; y con esa revelación divina llama y junta a los escogidos de Dios del Día Postrero; y produce en el alma de cada escogido de Dios el avivamiento, ese despertamiento espiritual, ese vino nuevo, ese estímulo nuevo: en odres nuevos, que son los escogidos de este tiempo final, latinoamericanos y caribeños; y en territorio nuevo, como odre nuevo como territorio; y en edad nueva: la Edad de la Piedra Angular, odre nuevo como edad; y dispensación nueva, odre nuevo como dispensación.

Ahora miren lo que Cristo aquí… Vean ustedes, la Voz de Cristo en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor (así dice Juan el apóstol), y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

¿Quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Jesucristo la que está escuchando Juan el apóstol (¿cuándo?) en el Día del Señor, que es el Día Postrero delante de Dios y milenio postrero para los seres humanos.

Así como los días de la semana son siete: domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado; los días postreros de la semana son jueves (que es el quinto día), viernes (que es el sexto día) y sábado (que es el séptimo día).

Y delante de Dios los días postreros, para los seres humanos son los milenios postreros: quinto milenio (equivalente al jueves), sexto milenio (equivalente al viernes) y séptimo milenio (equivalente al sábado).

Esos tres milenios postreros, de los siete milenios de Adán hacia acá, vean ustedes, esos tres milenios postreros comenzaron cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad.

Por eso San Pablo dice que Dios habló por medio de los profetas a los padres, y luego dice: “Y en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”. Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 2.

Y San Pedro, hablando del bautismo del Espíritu Santo que habían recibido el Día de Pentecostés, en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 14 en adelante, nos dice que esa era una promesa de Dios; pues Dios había dicho que derramaría de Su Espíritu Santo sobre toda carne (¿cuándo?) en los postreros días.

Por medio de Joel, capítulo 2, dice San Pedro que Dios lo había prometido; y allí estaba siendo cumplido ¿por qué? Porque ya habían comenzado los días postreros delante de Dios, que son los milenios postreros para los seres humanos. Y los milenios postreros comienzan con el quinto milenio, el cual comenzó cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad.

Y ahora, han transcurrido ya dos milenios de Cristo hacia acá, o sea, dos mil años, que son solamente delante de Dios dos días; y solamente nos queda el Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.

De todos los siete milenios, el Día Postrero es el séptimo milenio. Y de los tres días postreros o tres milenios postreros, el milenio que la humanidad está esperando es el milenio postrero; de los tres milenios postreros, el último es el que la gente está esperando (que para muchos comienza dentro de 8 meses, cuando se llegue al año 2000).

En la noche, 31 de diciembre de 1999, cuando se llegue a la medianoche, se llegue a las 12:00, hasta ahí llega el año 1999 y comienza el año 2000; o sea que eso quiere decir que el año 2000 se ha cumplido cuando se llega a la medianoche de diciembre 31 de 1999; y se comienza el 2000; se comienza así a vivir el año 2000, para unos; y para otros se comienza a vivir el año 2001. Todo depende…

Ahora, para muchas personas, cuando termine el año 1999 y comience el año 2000, para algunas personas ha comenzado el siglo XXI y ha comenzado el próximo milenio. Para otros, que no lo entienden en esa forma, será cuando termine el año 2000 y comience el año 2001 que comenzará el próximo siglo y próximo milenio.

Esto es porque hay diferencia en cuanto a la forma en que dicen que se ha contado el tiempo en el calendario que se usa en la actualidad, el calendario gregoriano (le llaman también “calendario cristiano”). Y dicen que se comenzó con el cero (0) cuando Jesús nació; y cuando tuvo un (1) año ya cumplido, el calendario cumplió 1 año también. Otros dicen: “No, se comenzó con el año 1 cuando Jesús nació; y cuando Jesús cumplió 1 año, ya era el año 2 del calendario”. Y esa es la diferencia que tienen.

Pero miren, el año del calendario gregoriano tiene 365 días y un cuarto de día (365¼). Y si aplicamos el calendario profético de Daniel, capítulo 12, y de Apocalipsis, capítulo 11, el calendario profético tiene 360 días; por lo tanto, sobran 5 días y un cuarto de día cada año, del calendario gregoriano.

Y si tomamos todo ese sobrante en un lapso de tiempo de dos mil años, multiplicamos 2000 x 5 días y cuarto (¼); y lo que nos da (que son unos 10.000 y algo de días) los dividimos entre 360 días, y nos va a dar unos 29 años más o menos.

Y si le añadimos esos 29 años al calendario, miren dónde estaríamos: estaríamos en el año 2028 para 2029; diríamos, del 2020 al 2030 (ahí, para que no haya discusión).

Y cuando Jesús comenzó Su ministerio, Él lo comenzó en el día postrero primero – en el primero de los días postreros, o sea, en el quinto milenio. Cuando Jesús comenzó Su ministerio tenía cerca de 30 años; y por cuanto nació 4 años a 7 años (digamos 4 años) antes, en el quinto milenio, cuando comenzó el ministerio era más o menos el año 25 del quinto milenio.

Pero como comienzan el calendario gregoriano con la fecha en que nació Jesús, pues entonces aparece que en el calendario gregoriano… Cuando Jesús comenzó Su ministerio tenía —conforme a ese calendario— cerca de 30 años. Por eso cuentan —en el calendario gregoriano— que la muerte de Cristo fue en el año 33 (33 del calendario gregoriano).

Pero si tomamos el tiempo como era primero (si no estaba atrasado, porque también podía estar atrasado)…

Pero para Dios, por más que se les confunda a los seres humanos el o los calendarios, el de Dios no está confundido. Dios no se confunde tampoco: Él lleva Su Programa de acuerdo a Su calendario, al calendario que Él tiene.

Y ahora, ¿estará usando el calendario profético o estará usando algún calendario para estos eventos que deben suceder? Si usa el calendario profético miren dónde nos encontramos: nos encontramos en un tiempo paralelo al tiempo en que Jesús comenzó Su ministerio y tuvo Su ministerio.

Él, conforme al calendario de los gentiles, lo comenzó por el año 29 al año 30. Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, estamos alrededor del año 28 al año 30; o sea que estamos en un tiempo paralelo al tiempo en que Jesús comenzó Su ministerio; en donde cumplió la primera parte de la semana número setenta, que fueron tres años y medio, y le quedan tres años y medio más para tratar con el pueblo hebreo.

Y en algún momento Él se tornará al pueblo hebreo para cumplir esos tres años y medio, que corresponden a la gran tribulación, pero que Cristo estará tratando con el pueblo hebreo. Pero ya para la gran tribulación, ya los escogidos de entre los gentiles no estarán aquí: estarán con Cristo en la Cena de las Bodas del Cordero, estarán de fiesta; porque ellos tienen el vino nuevo.

Por medio de la revelación divina de nuestro tiempo, los que vivimos en nuestro tiempo tenemos el vino nuevo, el estímulo nuevo, el avivamiento nuevo, correspondiente a este tiempo final.

Y ahora, vean ustedes cómo Cristo para este tiempo final estará en el llamado final del grupo final de Su Cuerpo Místico de creyentes, que es el grupo de la Edad de la Piedra Angular.

¿Cuánto tiempo le tomará a Cristo llamar y juntar a todos los escogidos del Día Postrero en la América Latina y el Caribe?, ¿y llamarlos con la revelación divina?, ¿y darles el estímulo, el avivamiento del Día Postrero? No importa cuánto tiempo le tome, Él los llamará y los juntará y los preparará, y estaremos listos para ser transformados y raptados.

Ahora, ustedes notarán que muchas personas esperaban que ya, desde hace tiempo, ya hubiesen ocurrido ciertas cosas, y principalmente los seguidores del precursor de la Segunda Venida de Cristo. Pero Cristo no puede llevarse a Sus escogidos hasta que estén completos; no nos puede transformar hasta que estemos completos, y no puede resucitar a los muertos en Cristo hasta que estén completos los escogidos del Día Postrero; porque ¡ni uno se perderá!, ¡ni uno perecerá! Ni una de las ovejas de Cristo perecerá, ni una de las ovejas de Cristo se quedará aquí para la gran tribulación.

Por lo tanto, el tiempo que nos tome en el llamado y recogimiento de todos los escogidos del Día Postrero, en la América Latina y el Caribe, todo ese tiempo que nos tome, Dios aguantará la gran tribulación y aguantará la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

¿Y Dios puede hacer eso, por amor a Sus escogidos y por amor a Su Nombre? ¡Claro que lo puede hacer! ¿En Isaías es?, donde nos dice que Dios difiere Su ira por amor de Su Nombre[5].

Por lo tanto, la ira de la gran tribulación no ha caído, por amor a Su Nombre, por cuanto todavía no se ha completado el número de los escogidos de Dios.

Como en el tiempo de Noé: la misericordia de Dios fue extendida por 100 o 120 años, ¿por qué? Porque si Dios derramaba Su ira del diluvio en aquel tiempo, antes de Noé terminar el arca, ¿qué pasaría? Noé y su familia también perecerían. Y por amor a Noé y su familia, Dios detuvo Su ira por 100 o 120 años, hasta que Noé ya tenía lista el arca.

Y Dios le dijo, siete días antes de enviar el diluvio: “Dentro de siete días yo enviaré el diluvio. Entra tú y tu familia, y los animales y las aves y los reptiles, entren al arca; porque dentro de siete días yo derramaré el diluvio, vendrá el diluvio”[6].

Y esos siete días fue para recoger todos los que se iban a salvar. Todos los que se iban a salvar en el arca, entraron; y se cerró la puerta, Dios cerró la puerta[7]. Y el día séptimo llegó el diluvio; y los que estaban fuera, perecieron; los que estaban dentro, se salvaron.

Y ahora el Arca de Salvación es Cristo. Por eso Él coloca dentro de Cristo todos los que han de ser salvos; y la Iglesia del Señor Jesucristo, vean ustedes, siendo que es el Cuerpo Místico de Cristo, es ahí donde Cristo coloca Sus escogidos: dentro de Su Iglesia; y nos coloca en este tiempo en la Edad de la Piedra Angular.

Y cuando se complete el número que tiene que entrar ahí, entonces Cristo saldrá del Trono de Intercesión en el Cielo y hará el reclamo de todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, y resucitará a los muertos en Cristo y nos transformará a nosotros los que vivimos. Y luego de estar aquí en el nuevo cuerpo, de 30 a 40 días, luego nos iremos de aquí al Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial.

Ahora, ¿cómo en este tiempo Cristo estará hablándole a Su Iglesia y estará dándonos la revelación divina del Día Postrero, que causa, que produce el vino nuevo en todos los latinoamericanos y caribeños escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo? Vamos a ver. Juan el apóstol, vean ustedes, se encontraba en el Día del Señor; dice [Apocalipsis 4:1]:

“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo (esa puerta, pues, es Cristo); y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Esa Voz de Trompeta es la Voz de Cristo en el Día del Señor, o sea, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá. Y Cristo en este tiempo final estará hablando con esa Voz de Trompeta o Gran Voz de Trompeta. Y aquí dice:

“… y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

O sea que conoceremos esa Voz porque estará revelándonos las cosas que han de suceder en este tiempo final.

Esas cosas son las que Cristo estará hablando, la Voz de Cristo en este tiempo final, pero ahora vamos a ver cómo y por medio de quién; ya que en las siete edades habló por medio de un mensajero, de un hombre, al cual vino la revelación divina; porque toda revelación tiene que venir a un hombre, a un profeta, a un mensajero de Dios. Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, está la respuesta:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿A quién ha enviado? A Su Ángel. Ese es el Enviado de Cristo, ese es el profeta mensajero de Jesucristo. A ese es que viene la revelación divina del Espíritu Santo, de Jesucristo, del Ángel del Pacto, y ese es el que trae esa revelación divina. Vean, dice:

“… ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Ese es el que viene mostrando todas las cosas que han de suceder.

¿Y no era Cristo el que dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder”? Sí, Cristo. Y ahora, es por medio de Su Ángel que Cristo se manifiesta y le habla a Su Iglesia, a los que suben a donde Él está: a la Edad de la Piedra Angular.

En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, también nos dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿A quién ha enviado Jesucristo? A Su Ángel Mensajero para dar testimonio de estas cosas en las iglesias.

Y por medio de esa revelación divina de Jesucristo, dada a y por medio de Su Ángel Mensajero, son llamados y juntados los escogidos de Dios y son llenos del vino nuevo, del estímulo nuevo, del avivamiento nuevo prometido para este tiempo final; y son llenos también del aceite.

“No hagáis daño al vino y al aceite” o “al aceite y el vino”[8]. Son las personas que tienen el Espíritu Santo, que han creído en Cristo como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu; y han recibido el vino nuevo: han recibido la revelación divina de la Palabra y les ha traído el avivamiento nuevo, el estímulo nuevo, para una nueva edad, en el tiempo que les toca vivir.

Y ahora, vean ustedes, el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19… vamos a ver. Aquí vimos que es por medio del Ángel del Señor Jesucristo que viene la revelación de todas estas cosas que deben suceder pronto; y eso es lo que trae el vino nuevo, el estímulo nuevo para una nueva edad y una nueva dispensación, para el alma de todos los escogidos de Dios: trae el avivamiento del Día Postrero.

Y ahora veamos, ya que también el precursor dijo que el avivamiento del Día Postrero será por medio del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, ¿que viene de dónde? Del oeste. Y el oeste es el continente americano; y la única parte en donde no se había producido un avivamiento, no se había cumplido una edad, es la América Latina y el Caribe, los latinoamericanos y caribeños.

Y ahora veamos lo que será la Venida de ese Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; en la página 277 del libro de Los Sellos dice (orando el reverendo William Branham dice):

“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.

El Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 es el Espíritu Santo, Cristo.

Y ahora vamos a ver cómo Él va a venir en el Día Postrero. Página 256 y 146.

Vamos a la 146 primero, donde nos dice… Nos habla del Espíritu Santo viniendo en este tiempo final, Cristo viniendo en Espíritu Santo; pero también nos habla del enemigo de Dios, que también vendrá a la Tierra y se manifestará en un hombre: en el anticristo, en el hombre de pecado; porque el diablo será echado del Cielo, el Arcángel Miguel con Su Ejército lo echará del Cielo, y será derribado a Tierra; pero vean lo que va a pasar en la Tierra. Dice:

“[192]. Y al mismo tiempo que el diablo cae del Cielo y se encarna en un hombre, el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.

Y entonces tendremos a Cristo, al Espíritu Santo, en un hombre, hecho carne, manifestado a través de carne humana dándonos la revelación del Día Postrero y produciendo el vino nuevo; dándonos el vino nuevo, el estímulo nuevo, el avivamiento nuevo, siendo colocado en odres nuevos: gente nueva, en un territorio nuevo, y en una nueva edad y en una nueva dispensación. Y por otro lado, el diablo estará manifestado en el anticristo, en el hombre de pecado, en el falso profeta; y vendrá a ser la bestia.

Así que vean ustedes lo que está prometido para suceder en este tiempo final.

Y en la página 256 del libro de Los Sellos en español, dice el reverendo William Branham, hablando acerca del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 dice:

“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Y si conseguimos ese hombre, habremos encontrado a Cristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, manifestado a través de un hombre, a través de carne humana, dándonos la revelación divina correspondiente a este tiempo final para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Y al recibir esa revelación divina estaremos recibiendo el avivamiento del Día Postrero; produce el avivamiento del Día Postrero, produce el estímulo del Día Postrero en el alma de cada hijo e hija de Dios, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en la América Latina y el Caribe.

Ahora vean este misterio del VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio del VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS.

Y ahora nos preguntamos: el vino nuevo, el estímulo nuevo, siendo el avivamiento nuevo, ese estímulo nuevo en nuestra alma por medio de la revelación divina que Cristo nos da en este tiempo final, y nos produce ese avivamiento, ese despertamiento espiritual; y ahora yo pregunto: “¿Y dónde están los odres nuevos?”. ¡Aquí estamos: odres nuevos!

No se puede echar en odres viejos, que ya en otro tiempo recibieron el vino de su tiempo, porque ya están secos. ¿Y saben lo que sucede? Se les echa vino nuevo, y como el vino fermenta, crece, ¿qué hace? Rompe el odre viejo, porque no tiene flexibilidad.

Pero odres nuevos son flexibles; y cuando se les echa el vino nuevo ahí va el vino fermentando, va “curándose” (diríamos); y ahí lo que hay dentro ¿es qué? Un avivamiento; y el vino comienza a moverse allá adentro, revoluciona ese odre.

Eso es lo que pasa en nuestra alma, acá adentro: hay una revolución por medio de la revelación divina en nuestra alma, y el Espíritu de Dios mueve todas las cosas; y con el aceite del Espíritu, ¡imagínense! Piensen ustedes todo lo que está sucediendo dentro de nosotros.

Es realmente un avivamiento: el avivamiento del Día Postrero que trae el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, Cristo el Espíritu Santo en Su manifestación final por medio de carne humana. El Verbo, la Palabra, el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, viniendo en el Día Postrero, y velándose y revelándose por medio de Su Ángel Mensajero, y hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto; trayéndonos así la revelación del Día Postrero y produciendo el avivamiento del Día Postrero: produciendo el vino nuevo del Día Postrero para… ¿para quiénes? Para nosotros. ¿Por qué? Porque somos odres nuevos.

Miren dónde estaban los odres nuevos para este tiempo final: odre nuevo como individuos; odre nuevo como edad: la Edad de la Piedra Angular; odre nuevo como dispensación: la Dispensación del Reino; odre nuevo como territorio: territorio latinoamericano y caribeño; odre nuevo como pueblo: pueblo latinoamericano y caribeño.

Ahora miren, ¡todo es nuevo! Y pronto vamos a tener un nuevo cuerpo también.

Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 21, verso 6 (vamos a ver):

“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.

Y ahora, vean cómo es que Cristo nos habla aquí; nos dice: “Hecho está”. Hay otros lugares donde también nos habla de esta manera; y con esas palabras que nos habla, nos indica que Su Obra ha sido hecha.

Ahora, Cristo nuestro Salvador es el que hace todas las cosas; es una Obra no humana, es una Obra Divina: es la Obra de Él, la cual Él ha estado haciendo.

Vean ustedes, en la Cruz del Calvario hizo Su Sacrificio por nosotros, y luego el Día de Pentecostés comenzó a producir el nuevo nacimiento en las personas; y de ahí en adelante ustedes pueden ver lo que Él ha estado haciendo: Él ha estado creando Su Iglesia, Su Templo espiritual, ha estado creando una nueva raza de seres humanos. Y cuando tengamos el nuevo cuerpo es que vamos a comprender claramente lo que eso significa.

¿Saben lo que es vernos con un nuevo cuerpo, eterno, glorificado e inmortal, e incorruptible, y jovencito por toda la eternidad, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo? Ese es el deseo del corazón de Dios y el deseo de nuestro corazón también.

Ahora, viendo que todo esto es un Programa Divino, el cual Cristo está llevando a cabo, lo importante es estar en el Programa de Dios correspondiente al tiempo que nos ha tocado vivir con el vino nuevo dentro de nosotros; nosotros como odres nuevos con vino nuevo, con la revelación nueva, correspondiente a este Día Postrero. Y Cristo se encargará de cumplir todo lo que Él ha prometido para todos nosotros.

Así que, amados amigos y hermanos presentes, adelante sirviendo a Cristo con toda nuestra alma, con vino nuevo dentro de cada uno de ustedes; con el estímulo nuevo, el avivamiento nuevo, el avivamiento para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular; por medio de la revelación divina de este Día Postrero, que es lo que produce ese avivamiento del Día Postrero; y es lo que el Espíritu Santo usa para darnos el avivamiento del Día Postrero, el estímulo del Día Postrero.

“VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS”.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados; y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, juntamente con los muertos en Cristo, que resucitarán muy pronto. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

¿De Poza Rica a acá cuánto decimos que es, normalmente? Y algunas veces pues toma un poquito más; todo depende de la condición de la carretera, del tráfico y que no se dañe… Si no se daña el auto por el camino, pues, se hace en menos tiempo; pero si la carretera no está muy buena y tiene muchos huecos hay que estar “toreando”; y “toreando los huecos” pues se tarda más tiempo y no se puede correr mucho.

Así que… el tiempo pues hay que…, se calcula un más o menos; y es mejor poner más que de menos. Eran como 3 horas más o menos de allá para acá, y nos tardamos (¿qué?) 5 horas y algo. Así que… Quizás alguno lo puede hacer cuando la carretera está arregladita y no hay mucho tráfico, lo puede hacer en menos tiempo; pero en esta ocasión nos tocó la carretera con bastantes huecos, y por eso, pues, fue más largo el viaje. Algunas partes de la carretera estaban con algunos huequitos; pero ya eso lo arreglan; y cuando lo arreglen, pues ya en otro viaje tomaremos menos tiempo.

Ahora, lo importante es que hemos estado reunidos todos y hemos recibido la Palabra, la revelación de Dios para nuestro tiempo, que es la que nos produce el vino nuevo: el estímulo nuevo, el avivamiento nuevo, para una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular, y para una nueva dispensación: la Dispensación del Reino, y para un odre nuevo: ¡cada uno de nosotros!; y un corazón nuevo: ¡nuestro corazón!

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS”.

[Revisión julio 2020]

[1] Gálatas 2:20

[2] Hechos 2:1-12

[3] Hechos 2:13

[4] Hechos 2:14-21

[5] Isaías 48:9

[6] Génesis 7:1-5

[7] Génesis 7:16

[8] Apocalipsis 6:6

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